(Por: Paolo Barbieri, Concejal CAMBIEMOS). Desde 1912 que en la Argentina se estableció el voto universal, secreto y obligatorio. La Ley Saenz Peña generó una revolución cívica en nuestro país, y nos colocó junto a las democracias más avanzadas.
Hoy a más de 100 años de aquella revolución, que se generó desde la propia institucionalidad, se nos plantea una reforma electoral, que al igual que aquella, sea acorde a los tiempos que corren y a la tecnología actual.
La boleta de papel resulta un instrumento anacrónico, no solamente por el injustificable daño al medio ambiente con el consecuente derroche de papel (que implica indefectiblemente utilizar árboles para su realización), sino que además acarrea una logística monstruosa para repartirlas casa por casa y la necesidad de contar con miles de recursos humanos para la fiscalización el día de la elección. Hoy en día muy pocos partidos pueden afrontar semejante operativo; lo que genera desigualdades extremas, todo esto sumado a las falencias del sistema, generando errores en el conteo, voto en cadena, relleno de urnas y otras cuestiones.
Este sistema ha caducado, sus defectos son enormes y debe ser erradicado. La tecnología nos permite hoy votar de otra manera, sin largas colas, sin pérdida de tiempo, sin fiscalizaciones que impliquen 20 horas de trabajo; ahorrando papel, igualando las posibilidades de todos lo partidos. Por supuesto que el sistema tecnológico también tiene sus falencias, pero es en cualquier aspecto ampliamente superior al sistema actual. Por eso es que sus detractores, no son más que defensores de un sistema del cual abusan y del que no se quieren despegar por temor tal vez a futuras derrotas electorales.
El sistema ya se ha utilizado con éxito en la provincia de Salta y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, consiste en una maquina que es básicamente un monitor donde uno va eligiendo a sus candidatos de acuerdo a cada categoría, una vez completado el proceso se imprime la boleta que posteriormente se deposita en la urna como en la sistema electoral tradicional. El otro punto en cuestión es sobre la posibilidad de que la boleta además cuente con un chip, esto generaría que el conteo se de en forma electrónica, mas allá del que se puede llevar adelante de manera manual sacando las boletas de la urna. La clara ventaja sería que los fiscales dejarían de ser un punto trascendental al momento de contar, ya que existiría el doble control electrónico y manual que imposibilitaría cualquier fraude que se pueda generar en las mesas que no cuenten con fiscales de todos los partidos.
Las provincias de Tucumán, San Luis, Formosa, Santiago del Estero, Santa Cruz se han pronunciado hasta ahora en contra de la reforma, todas son gobernadas por el peronismo. No es casualidad, Tucumán afrontó la peor crisis electoral de los últimos años como consecuencia de los inconvenientes que se generaron en la última elección. La otra provincia que no se decide es Santa fe que ha propuesto la boleta única que ya se utiliza en aquella provincia, que si bien es un avance, ha generado innumerables inconvenientes en la última elección, y sigue requiriendo fiscalización plena para su funcionamiento.
Los conservadores sancionaron la ley Saenz Peña y con ese gesto permitieron el ingreso de la UCR al gobierno, nunca más ellos pudieron volver al poder por medio de las urnas. La revolución electoral, al contrario que en otras Repúblicas, se dio en paz y en un marco de plena institucionalidad.
Hoy, un sector del peronismo titubea frente al cambio del sistema electoral, nadie podría negar el poder electoral del tradicional partido, pero su mayoría en el senado esta poniendo en juego la iniciativa que si bien no le va seguramente a quitar votos, le quitará a los aparatos electorales de las provincias díscolas ciertas “ventajas”. Veremos si la grandeza por mejorar el país, las instituciones y el sistema electoral, al igual que en 1912, priman por sobre la trampa, el fraude y en última instancia las ambiciones personales y de partido.