Hoy jueves es el Día Mundial de la Lucha contra el Dolor.
En Argentina, el dolor crónico es una realidad que afecta a un gran número de personas. Aunque no existen estudios epidemiológicos específicos para nuestro país, los datos extrapolados de Estados Unidos indican que cincuenta millones de personas sufren de cefalea o migrañas, mientras que más de cien millones experimentan algún tipo de dolor que afecta su calidad de vida, casi un tercio de la población.
«La calidad de vida en pacientes con dolor neuropático es muy parecida a los pacientes que sufren de insuficiencia cardíaca crónica o pacientes oncológicos», afirmó el Dr. Carlos Ciraolo, jefe de Neurocirugía Funcional del Hospital Italiano. El Dr. Ciraolo también destaca que el dolor puede afectar tanto a pacientes frágiles como a pacientes sanos. Por ejemplo, un paciente puede ser joven, hacer deporte y tener una vida activa, pero también puede ser un adulto mayor, un niño o una embarazada.
Además, explica que existen diferentes tipos de dolor, como el dolor nociceptivo o el dolor neuropático. El primero es característico de un dolor inflamatorio que generalmente se presenta como algo sólido, cortante, punzante, pulsátil y puede ser a nivel de estructuras como extremidades, articulación o visceral. Pero el dolor neuropático puede ser de características quemantes, distestésicas, hiperalgésicas que puede afectar a nivel periférico, por ejemplo, el dolor de cabeza o dolor central por un accidente cerebrovascular. Muchas veces, el paciente no puede describir exactamente dónde está el dolor. Sin embargo, generalmente todos los pacientes presentan un dolor mixto, con un componente no susceptible y uno neuropático, y muchas veces prevalece más uno de ellos.
El dolor puede manifestarse de diversas formas: física, psíquica, espiritual y social, interfiriendo con la vida diaria del paciente y las personas que le rodean. Además, el impacto socioeconómico es considerable, ya que un dolor neuropático triplica los costos en salud.
El Dr. Ciraolo explica que, para aliviar el dolor crónico, los médicos buscan la mejora funcional del paciente. Esto puede implicar desde tratamientos conservadores hasta intervencionistas, pero siempre buscando que sea el tratamiento más efectivo, simple, seguro y viable.
Uno de los tratamientos más innovadores en este campo es la neuromodulación, que puede ser eléctrica o química. La neuromodulación eléctrica implica la colocación de electrodos a nivel epidural para estimular los cordones propioceptivos y retrasar la conducción del estímulo termoalgésico. Este tratamiento ha demostrado ser eficaz cuando han fallado todas las terapias conservadoras, mejorando la funcionalidad del paciente y permitiéndole reducir la medicación.
«Actualmente, los avances en la estimulación eléctrica van más allá de sus aplicaciones originales. Los equipos modernos están equipados con inteligencia artificial y pueden interpretar, a través de receptores o sensores cinéticos, si el paciente está sentado, acostado o corriendo. En función de esto, se puede reprogramar la estimulación para cada actividad, ajustando la intensidad de la electricidad según sea necesario. Además, estos dispositivos registran el comportamiento del paciente, permitiendo tanto al médico como al paciente llevar un seguimiento detallado de cómo ha respondido a la estimulación y mejorar la programación en consecuencia», señaló el Dr. Ciraolo.
En este sentido, la inteligencia artificial juega un papel crucial en el futuro del manejo del dolor crónico, ya que permitiría agilizar el proceso de tratamiento, adaptándose a las necesidades del paciente en tiempo real y mejorando la eficacia de las terapias.