(Por Marina Suárez, Técnica en criminalística y criminología)
En esta oportunidad hablaremos de las situaciones para detectar la violencia hacia la mujer, tan naturalizada, no solo por los distintos agresores que existen sino también en las Instituciones que deben acompañar y enseñar para empezar a cambiar las creencias y paradigmas existentes y que tanto mal hacen y contribuyen mas a la violencia o diferencias entre las personas.
Las pautas que se sugieren para poder comenzar a visibilizar estas situaciones de violencia en cuanto al agresor y a la víctima en su entorno.
-él quiere controlar todo lo que realiza la mujer,
-cuando él comienza a lograr que ella cambie, su forma de maquillarse, peinarse, vestirse.
-cuando luego de conocer a sus amigos, familiares, etc., los descalifica e inicia situaciones de desconfianza y separación entre ella y su entorno, ya que este le llenaría la cabeza con ideas raras.
-cuando el deja de ser responsable de situaciones y ella pasa a ser la responsable de todo lo que sucede, invirtiendo las situaciones y confundiéndola.
Cuando realiza comparaciones entre ella y otras personas y siempre ella queda en ridículo y minimizada-
-cuando nunca reconoce las fortalezas que ella posee.
También me parece importante reconocer que dentro de un sistema donde hay violencia, el rol es una forma muy poderosa para estructurar las actividades, este concepto refleja aquello que la sociedad espera en función de una actividad, que se define en cada cultura. El rol es un elemento del microsistema, pero con su origen en el Macrosistema, en la ideología y en la conformación de las estructuras que se asocian a él. Al estar incluidos en ese contexto abarcativo le da la capacidad de influir en el modo de actuar de las personas. Por eso el modelo ecológico de violencia domestica nos permite analizar los factores que influyen en aquellos casos en los cuales las mujeres maltratadas continúan viviendo con su agresor, se parte de la idea que cuando las mujeres viven en situación de violencia domestica, actúan de manera activa o pasiva, con el objetivo de evitar dichas situaciones. Se entiende como que la mujer acepta la situación. Las mujeres maltratadas tienen barreras externas e internas que determina que la mujer no se separe del agresor.
Las barreras externas serían la presión social, familiar y marital que se ejerce sobre las mismas para que ocupen el lugar que socialmente les corresponde. Los factores externos, la cultura y la sociedad conforman el conjunto de normas, bajo las cuales los individuos configuran su identidad, una vez que el sujeto las ha internalizado, actúan en él como factores coactivos y de recompensas. De esta manera en el caso de la mujer en situación de violencia, sus cogniciones actúan como castigo y recompensa frente a las opciones que tiene en esta situación.
Las barreras internas refieren a las características personales que constituyen su subjetividad y que determinaran el accionar de la mujer en cada situación, en coherencia con sus expectativas y valoración de los factores externos y de toda su situación particular. Ante situaciones de violencia, aquello que la mujer realice para ponerle fin al problema, depende de la conformación psíquica, pero el éxito y el fracaso depende el entorno.
El principal obstáculo para que la mujer pueda salir de la situación de violencia es el marido, ya que el hombre presenta una dependencia hacia la mujer que permite la reafirmación de su masculinidad. Este niega su responsabilidad y para no perder a su pareja desarrolla diferentes estrategias para someterla, entre ellas la minimización de las acciones violentas.
En la sociedad patriarcal, la posición viene dada por la pertenencia a un sexo u otro, desde esta condición, se realiza la construcción de género y se asignan los estereotipos que condicionan a las personas y son transmitidos de generación en generación.
Si el sistema establecido es cuestionado, entonces se accionan mecanismos de control, en el caso de la violencia conyugal, lo primero que ocurre es el ocultamiento, la permanencia de la mujer en esta situación de violencia, adquiere reconocimiento desde el estereotipo femenino del cumplimiento de los deberes esposa y madre. Pero si la mujer da a conocer los hechos y busca apoyo, será victima de los mitos y de la presión para que se cumpla el rol de esposa y madre. Este tipo de control se denomina “control público difuso”, se encuentra en manos de todos y de nadie, es universal y anónimo.
En el ecosistema se encuentran las instituciones que actúan por medio de las normas ejecutadas por las personas, cuando una mujer en situación de violencia concurre al médico, psicólogos, jueces, policías, etc., en no pocas oportunidades ellos actúan acorde al microsistema, se muestran indiferentes, de este modo se refuerzan los mensajes que legitiman la violencia.
Para cambiar las situaciones debemos hacernos cargo de que todos somos parte del problema y que podemos solucionarlo.