Me voy correr de las discusiones sobre la pandemia desde un punto de vista formal, de la economía y de la sanidad. Me preguntaré si las personas cambiaremos formas de hacer las cosas, como el trabajo, la comunicación, las relaciones personales. O el cambio será en los valores culturales, la ética, la moral, la forma en que “miramos” el mundo.
Seguramente no vamos a concluir la cuestión cuando terminemos de escribir esto y, sobre seguro, habrá percepciones diferentes de los argumentos que se esgriman.
El que se considera el padre de la filosofía moderna encontraba a fines del año 1600, que era muy llamativo, mejor dicho un misterio, como las acciones de actores voluntarios no resulten distintas y que a partir de motivaciones individuales se tejan patrones de comportamiento común y duradero en el tiempo. Este Sr. Hobbes, inspiró a otro señor Parsons, que cerró el tema viendo a la sociedad como un sistema apoyado en dos pilares: la “estructura” el exterior, donde se ponen los límites, y el otro pilar la “cultura”, el interior donde los deseos son creados e incubados hasta modelar el libre albedrío. El propósito del sistema es la supervivencia.
Tratando de sintetizar y ver donde nos ponemos para la nueva sociedad PP (Post Pandemia), para hacer una analogía, hagamos de cuenta que vamos por una ruta con un auto, la estructura son las líneas que marcan el camino, los avisos, carteles y la cultura el respeto de las normas, el comportamiento en la ruta nuestras decisiones personales.
Por supuesto le advierto que esto es propia percepción, o sea lo que yo veo en el lugar que estoy, es una realidad propia, buscando aquellos aspectos que son más generales.
El primer tema que se me ocurre al pasar, incentivado por algo que leí por ahí, que aparecen instancias superadoras de la inteligencia emocional, hoy se piensa en términos de inteligencia relacional. Pienso que estos días de encierro han modificado por estructura (obligación estar encerrado) y la condición de supervivencia que tiene que ver con las relaciones naturales del hombre. Y presiento que se han generado relaciones de distinto tipo a través de redes sociales, y tome nota a nueve meses vista del comienzo de la cuarentena, seguro un aumento de la tasa de nacimientos, como así también la cantidad de divorcios, pero recordemos que debemos manejar la ansiedad y la angustia y eso va dentro de nuestro acervo cultura, relaciones de estar encerrados en la casa.
El home office (trabajo desde la casa), dinamitará un espacio de vinculaciones como es el lugar de trabajo. La compra telefónica, el uso de la automatización bancaria, cambia la estructura.
Yo me imagino que se sentirá una sensación de vulnerabilidad, de cualquier manera, el instinto de supervivencia primará y se darán las condiciones para controlar situaciones similares en el futuro, esto no quita que aparezcan nuevos Cisnes Negros.
Hay un comportamiento natural a partir de la carencia, nos damos cuenta de las “cosas buenas de la vida”, que no le damos importancia todos los días. Escucho a diario amigos que están deseosos de verse y tomar una cerveza, cuando por ahí en otro momento lo postergan. Hemos procrastinado mil veces cosas que ahora queremos fervientemente hacer.
Dicen los que cultivan el Estoicismo, escuela filosófica creada por Zenón durante la Grecia del siglo IV AC, que la ataraxia, o sea la tranquilidad, es la ausencia de deseos y temores.
Pero desde la filosofía, que tiende a generar dudas y estimular el pensamiento, no está en las urgencias por ahora achatar la curva y la economía, son críticos y seguramente son influyentes en la estructura de nuestra sociedad, en nuestro sistema. El tiempo, permitirá ver el resultado de nuestras angustias y ansiedad, como estamos de la cabeza, con la psicología. Por el lado de la filosofía, irá delineando la nueva cultura, seguramente repensando el modelo, el carácter global del problema, lo que nos lleva a considerar que no hay que pensar en fronteras sino en soluciones más cosmopolitas.