En el año 2006 se estrenaba en la pantalla el primer documental financiado por Hollywood sobre el cambio climático. ¨LA VERDAD INCOMODA¨ es el film donde Al Gore explica al mundo las razones y consecuencias del calentamiento global. En ese momento, hace 12 años atrás, su proyección realmente incomodo a muchos. Gobiernos y empresas particularmente se sintieron expuestos y amenazados con la difusión y la respuesta del público después de ver la película.
Hoy en día nadie pone en duda la existencia del cambio climático. Desde que los científicos empezaron a advertir la situación, a los gobiernos primero y a la sociedad después, hasta que dejo de ponerse en tela de juicio la veracidad del tema, paso mucho tiempo, se perdió mucho tiempo. Tuvimos que ser testigos de grandes inundaciones en distintos puntos del planeta, sequias históricas, tormentas huracanadas en zonas donde nunca antes había sucedido, temperaturas extremas y cuando nos convertimos en espectadores en primera fila o víctimas de las consecuencias del cambio climático, recién ahí dejamos de dudar.
Evidentemente aceptar la verdad, cuando esta no nos gusta, es algo con lo que la humanidad no se lleva demasiado bien. Abrir los ojos y la mente hacia las cosas que suceden a nuestro alrededor puede resultar doloroso, pero más dolorosas son las consecuencias cuando por no atravesar ese dolor, dejamos que el tiempo pase sin ocuparnos y eso se transforma tarde o temprano en un boomerang que tiene costos altísimos a largo plazo. Porque cada minuto que pasa sin que accionemos en favor de aceptar y buscar soluciones a los problemas, cada minuto que preferimos no ver, no saber, no escuchar, cada uno de esos minutos se convierten en tiempo de descuento, a veces con resultados irreversibles.
Hablar de Soberanía Alimentaria hoy incomoda. Porque la palabra soberanía habla del poder, define donde reside el poder.
Podríamos decir que el problema con el que se nos chocamos para hablar de soberanía es que, en Argentina es inexistente la política pública agropecuaria. No tenemos un proyecto que nos indique que, como, quienes y bajo que normas vamos a producir. Vamos de salto en salto tratando de sobrevivir en un anti sistema que parece en sí mismo un sistema de expulsión del productor a manos de un puñado de empresas.
Durante los últimos años, y con más énfasis a partir de la crisis financiera global del 2008, los grupos inversionistas a nivel mundial pusieron sus ojos en la tierra bajo el lema de brindar ¨seguridad alimentaria¨. Desplomadas las acciones de los activos en todo el mundo, fondos de cobertura, grupos de accionistas privados, bancos de inversión y toda suerte de actores financieros desembarcaron en la producción con la idea de que ahí había dinero ya que la población mundial no para de crecer y el precio de los alimentos seguirán subiendo. De esta manera firmas como Calyx Agro (Dreyfus, Francia), FoodWater& Energy Company (Green Goold, Inglaterra), Hinton (Peckwater, Inglaterra), Oro Esperanza (Chongqing Red DragonflyOil, China) por solo nombrar algunas, llegaron para desarrollar empresas productoras de alimentos a lo largo y ancho de todo el país. Son las ¨grandes como se dice en la calle.
La falta de políticas hacia la producción tiene como consecuencia desde hace décadas un constante éxodo rural que nunca deja de crecer. Expulsando del sistema familias enteras que en muchos casos terminan engrosando los cordones de pobreza de las ciudades y no solo las grandes ciudades, si no de cada una de las ciudades del interior.
La soberanía Alimentaria es una verdad que incomoda. Es un titulo que se usa en grandiosos discursos cuando vamos al G20 o la FAO, pero puertas adentro el silencio hace mucho ruido.
La definición dice : La Soberanía Alimentaria es el derecho de cada pueblo, comunidad y país a definir sus propias políticas agrícolas, pastoriles, laborales, de pesca, alimentarias y agrarias que sean ecológicas, sociales, económicas y culturalmente apropiadas a sus circunstancias exclusivas. Esto incluye el derecho real a la alimentación y a la producción de alimentos, lo que significa que todos los pueblos tienen el derecho de tener alimentos y recursos para la producción de alimentos seguros, nutritivos y culturalmente apropiados, así como la capacidad de mantenerse a sí mismos y a sus sociedades.
Es importante y urgente que empecemos a hablar de este tema con seriedad, de abajo hacia arriba como se realizan las grandes cosas. En este momento mientras lees esto, está cerrando un tambo, actividad de arraigo y generación de empleo si las hay en el sector rural y cierra, porque como en el cambio climático, nadie quiso escuchar a los que lo advertían una y otra vez.
El gran Ortega y Gasset nos dijo en 1939 ¨ «¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal».