Los cruces de vías de la vida.
(Por Marisa Chela)
La vida me sorprendió un día frente a ojos desconocidos. Y miré sin asustarme. Seguí los trazos de luz que no me encandilaban porque me alcazaba con el instinto. No sé si fue correcto pero fue la necesaria para alumbrar el camino que me satisfizo. Tal vez digan que me equivoqué pero tal vez, no. Tal vez me equivoque y no lo digan. Yo sé que me equivoqué en muchos cruces de vías pero más de una vez lo hice intencionalmente y bajo prevenciones. Sólo desafiando a mi instinto. ¿Si me arrepiento? No. No me arrepiento. Fue tan descaradamente hermoso que aún cruzo esas vías cada tanto porque ahí, donde muchos dicen ver la oscuridad hay más luz de la imaginada. Tal vez la vea sólo yo. No importa, porque sólo a mí y a ese halo de luz le importa. Nada debe importarle a los que no ven la luz donde la hay.
La vida me lanzó al vacío y pude levantarme. Quién dice que lo que viví y lo que aún vivo descaradamente no es lo que una y mil noches soñé. La vida me lanzó al vacío y encontré una mano. Esa mano me apretó tan fuerte que aún no puedo soltarla. Y por qué soltarla si aún siento su calor cuando me acaricia.
La vida me sorprendió un día y aún me sorprende en el mismo cruce de vías. Por eso me animo una y otra vez a cruzarlas.
CONTADOR DE DÍAS
Quiero un contador de días
que salte las horas
que brinque sin prisa
que muerda la soga que ata y desata
la vida.
Quiero un contador de días
que reste las horas
que llueve en mi vida
que alargue la magia
y estática deje de una dura mirada la felicidad de un instante.
Quiero un contador de días
para vos y para mí
para todos.
Que se olvide de años, de meses y se convierta en espía.
que anticipe esperanzas y renueve algarabía.
Quiero un contador de vida
no para ser eterna
sino para que todos los días sea un principio
donde el desorden de los sentimientos
busquen
tranquilos los lugares
sin tener en cuenta
las horas perdidas.
Quiero un contador de días
desordenado
perdido
alterado
que se desoriente en un laberinto
por un buen rato.
MACHÉ