(por Cecilia Lastiri)
Sin dudas, Berlín es muy moderna y vanguardista. No obstante, hay algo de su pasado latente en todas sus calles, en sus paredes e, incluso, bajo tierra. No queda mucho de la ciudad original, la de antes de tanta guerra y destrucción, pero todavía se pueden visitar algunos lugares que nos recuerdan a la Guerra Fría.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Berlín quedó devastada. Como todos saben, la ciudad fue dividida en cuatro partes: la mitad para los soviéticos, que la salvaron de los nazis; la otra mitad estaba repartida entre británicos, franceses y estadounidenses.
Seguramente, vieron muchas películas sobre la Guerra Fría, el conflicto bélico entre Estados Unidos y la Unión Soviética (lo que hoy sería Rusia y otras naciones que ya no forman parte). Esta tensión, que nunca llegó a enfrentamientos mayores, tenía a todo el mundo en vilo ante un posible ataque nuclear o una nueva guerra que podría volver a involucrar a otros países, como sucedió con las guerras mundiales. El mundo estaba dividido en dos y Berlín, si se puede decir, también lo estaba: entre comunistas y capitalistas.