Desde un tiempo a esta parte, con marcada preocupación, viene ocurriendo una preocupante sucesión de hechos vandálicos en distintos puntos de la ciudad. Destrozos, pintura de leyendas y actos de violencia se han convertido en moneda corriente en lugares que son propios de la comunidad y por ende de todos y cada uno de los nuevejulienses.
Si bien estos hechos no pueden considerarse ajenos a un contexto general de situaciones de idénticas características en ciudades de todo el país, donde cierto malestar social suele traducirse en instancias similares; en nuestro medio esta seguidilla de actos de vandalismo parece tener un trasfondo mucho más preocupante aún.
Las leyendas políticas aparecidas en el pórtico de ingreso del Parque General San Martín, más recientemente en la Asociación de Tejo; destrozos en la calesita del citado paseo público, sus bancos y parrillas; y ahora la destrucción de la planta de ósmosis Nº 1 – lindante al Centro de Salud, “Dr. Norman Moscato”- donde en la mañana de este viernes se observaron distintos daños, se encontraron piedras de importantes dimensiones que fueron arrojadas con la intensión de romper los tanques de agua, se produjeron por tercera vez daños al tejido perimetral y forzaron la puerta de hierro con el fin de tener acceso al depósito donde se encuentran alojadas las membranas de abatimiento de arsénico, filtros de carbón activado, los aparatos de ósmosis inversa y el tablero de energía eléctrica; están marcando esta realidad.
Por un lado, el caro precio de tener un Gobierno Nacional y Provincial que no haya trazado en sus largos años de poder verdaderas políticas de educación para la ciudadanía; que no haya apostado a fortalecer el núcleo familiar como formador de personas de bien, priorizando la simple ayuda y un clientelismo que les permita subsistir políticamente, aprovechándose de los que menos tienen y a costas de toda la sociedad.
Por otro lado, también, estas actitudes denotan una marcada inclinación al odio o al desprecio de lo que es propiedad de todos, o a lo que no hicieron “ellos”, como si cada uno de nosotros fuera un ente aislado y no un miembro más de una comunidad.
Pero eso no es todo. Las leyendas políticas, notorias, evidentes, identificadas; de la que luego algunos en vano pretenden desentenderse, también están hablando por sí mismas…
Está diciendo mucho en sí mismo también que el último objetivo de estos ataques sea una planta de ósmosis para suministrar agua potable a los vecinos en el sector donde este servicio -del que la Provincia se desentendió tanto como lo ha hecho históricamente con el resto de la ciudad y el territorio bonaerense a lo largo de más de dos largas décadas en poder-, es prestado por el municipio, y sostenido naturalmente con el aporte de los vecinos.
No parece casual que haya sido esta planta la última víctima de estos violentos, enmarcando su ataque en una lamentable politización de una problemática que, de justo reclamo de vecinos, algunos han intentado convertir en un mero ítem de campaña política, con muy bajos argumentos.
Cabe ante todas estas situaciones un llamado general a la conciencia de la comunidad y a un repudio civilizado a quienes impulsan, fogonean o sostienen estos ataques a la propiedad pública. Es necesaria una respuesta oportuna a todos quienes, desde atrás, incentivan estas prácticas y luego se desentienden.
Esa respuesta tiene un momento, un lugar y una oportunidad que se simboliza en una simple urna. Allí es donde deben recibirla.
Horacio Baglietto
Presidente