Especialistas aseguran que “está cambiando el paradigma sobre cómo funciona nuestro cuerpo”.
La evidencia científica reunida en los últimos años demuestra que la epigenética -es decir la manera en que vivimos y cómo nos relacionamos con el entorno- combinada con el cuidado de la microbiota, que son los microorganismos que habitan nuestro cuerpo, pueden modificar la predisposición genética a tener determinadas enfermedades, como el cáncer de mama o la diabetes tipo 2.
Sobre este tema dialogaron expertos durante el VIII Simposio Internacional de Microbiota y Probióticos 2024 (MicrobiotaBA 2024), que se está realizando en Buenos Aires con la participación de más de 700 profesionales de la salud de disciplinas afines a la temática.
“Está cambiando el paradigma sobre cómo funciona nuestro cuerpo. Antes se creía que, dependiendo de cómo habíamos nacido y cuál era nuestra genética, teníamos aumentada la predisposición a desarrollar alguna enfermedad, con altas posibilidades de padecerla. Hoy se sabe que la epigenética, o sea todo lo que está nuestro alrededor, lo que vivimos, lo que sentimos, cómo comemos, si hacemos actividad físicas, si fumamos o incluso cómo nos expresamos, va modulando la expresión de nuestra genética”, afirmó Juan Pablo Bustamante, especialista en química biológica y microbiota y uno de los disertantes en la reunión científica.
Incluso se suma un componente más, que es el cuidado de nuestra microbiota, sobre todo la microbiota intestinal, que está formada por un conjunto de microbios -como virus, bacterias y hongos- que habitan nuestro cuerpo y cumplen una función regulando nuestra salud. Si bien es más habitual asociar a los microorganismos que ingresan al cuerpo con algunas enfermedades, también se sabe que una microbiota saludable, que es diversa, contribuye fuertemente a proteger la salud.
“Ya sabemos que un desbalance notorio de la microbiota puede ser parte de la causalidad en muchos procesos de enfermedad. Como ocurre, por ejemplo, con una inflamación en el intestino. Pero en los últimos años también estamos observando que los procesos de salud están relacionados con esos cientos de miles de microbios que tenemos en el organismo. No es sólo nuestro cuerpo el que tiene un sistema inmunitario y nos protege de enfermedades. Nuestro cuerpo contiene un sistema inmunitario en constante comunicación bidireccional con la microbiota”, explicó por su parte Christian Boggio Marzet, pediatra gastroenterólogo y presidente del Simposio MicrobiotaBA 2024.
La alimentación variada es uno de los principales hábitos que cuidan la microbiota, y, como consecuencia, ayuda al organismo a mantener un mejor sistema inmunitario. Pero no es el único. “Cuando decimos alimentación variada nos referimos al tipo de alimentación sobre el cual hay más evidencia científica internacional: la alimentación basada en plantas, o sea comer muchas frutas, verduras, frutos secos, cereales y legumbres porque son alimentos ricos en fibra, que es uno de los componentes más importantes para aumentar en cantidad y en diversidad nuestra microbiota. En menor medida, podemos complementar con otros alimentos como carnes, harinas y lácteos, pero no son imprescindibles”, apuntó Bustamante.
Por un lado, el cuidado de la microbiota fortalece el sistema inmunitario y, por otra parte, la epigenética incluye a todos aquellos factores que contribuyen a modular la genética, entre los que se encuentran hábitos como la alimentación, la actividad física y la cantidad y calidad de horas de sueño, entre muchos otros. Pero en la epigenética también intervienen factores que se encuentran desde el comienzo de la vida, por ejemplo, cómo fue el nacimiento de una persona, cómo empezó a alimentarse, los vínculos emocionales que fue estableciendo al crecer o si vive en el campo o en una ciudad.
“En un estudio clínico llamado MicrobiAR, que se realiza actualmente e incluye a un gran número de personas con diabetes tipo 2, estamos observando que, al entender cómo funciona la microbiota y su relación con la medicina del estilo de vida, logramos que dejen de tener esta enfermedad”, comentó Bustamante, y añadió: “Otro ejemplo concreto, quizás más conocido, es el cáncer de mama. Hoy se sabe que aunque haya predisposición genética a tener esta enfermedad, una persona puede presentar mutaciones relacionadas con el cáncer de mama, pero, llevando una vida saludable e implementando conductas sanas y un buen de estilo de vida, puede no tener nunca cáncer de mama”.
Por su parte, Boggio Marzet destacó el “potencial de prevenir y tratar enfermedades mediante el cuidado de la microbiota”, pero también afirmó que se trata de un “campo de investigación relativamente reciente en el que surgen novedades de manera permanente”.
La IA, en estudio
Actualmente se investiga cómo usar la inteligencia artificial (IA) para obtener información más precisa en el campo de la medicina relacionada con la microbiota, y en este sentido hay desafíos por delante.
“Para que la IA sea útil, se requiere de un volumen muy grande de datos. Otra condición es la representatividad, es decir contar con una gran diversidad de muestras y de resultados para que la IA pueda brindarnos patrones que las personas quizás no logramos ver, justamente por la gran cantidad de información y de variables. La tercera condición es el muestreo. En microbiota, por ser un área nueva y en crecimiento, este tercer punto no está bien desarrollado actualmente, no hay estándares internacionales que establezcan un consenso sobre cómo procesar las muestras y la información generada a partir de ellas”, dijo Bustamante.
Debido a la falta de estándares metodológicos, una misma muestra de microbiota puede dar resultados diferentes, dependiendo en qué lugar se la analice. Sin embargo, se espera que en el futuro se lleguen a consensuar estándares entre los países. (DIB)