No saben lo que significa una escuela en una pequeña comunidad rural
¿Saben nuestros gobernantes y funcionarios lo que significa una escuela para una pequeña comunidad rural?
¿Cuántas veces pasaron por una escuela rural?
¿Saben de la migración del trabajador rural?
¿Saben lo que es el arraigo?
¿Conocen la diversidad de la cultura rural?
¿Conocen las necesidades del poblador rural?
¿Saben la función de la escuela rural?
¿Agotaron todas las instancias para evitar el cierre de las escuelas?
¿Saben que una escuela que se cierra no se abre nunca más?
¿Saben que como consecuencia del cierre de las escuelas va a haber menos pobladores las comunidades rurales?
Parece que no. Lo único que ven son solo números vacíos.
Ante el cierre sistemático de escuelas rurales en los últimos tiempos, y atroz en este mes, nos gustaría contarles a nuestros vecinos algunas cosas que tal vez parezcan intrascendentes, pero que para la comunidad rural son muy importantes.
La escuela es la identidad de una pequeña comunidad, que da sentido de pertenencia y garantiza la educación de los niños sin que la familia sufra el desarraigo.
La escuela es el punto de encuentro de las familias, no solo de los alumnos, en ella se organiza la comunidad.
Es el lugar de desarrollo social, participación e integración de los pobladores de una comunidad pequeña, dispersa, pero unida.
Es el lugar donde la comunidad lleva adelante proyectos para mejorar su calidad de vida. En algunas escuelas funcionan sociedades de fomento, salas de primeros auxilio que son el único centro de salud cercano, ya que en muchos casos deben recurrir a las salas de los pueblos o trasladarse hasta 9 de Julio.
Se toman decisiones a la distancia y con desconocimiento, ya que las escuelas rurales hace tiempo que están abandonadas, desatendidas y descuidadas, ya que lo único que importa es el número. Y como los números son pequeños parecieran no tener importancia ni valor.
Las escuelas rurales tienen una característica muy especial. Las familias de los trabajadores rurales realizan una migración muy importante, en algunos casos por necesidades laborales, por variables productivas, y en otros por cambios en los sistemas agropecuarios.
El monocultivo y la intensificación de la agricultura produjeron un éxodo de habitantes rurales hacia las ciudades. Hoy la reactivación de la ganadería hace que algunas familias estén volviendo a vivir en el campo y necesitan que sus hijos concurran a una escuela rural.
Todos los días escuchamos que los productores no consiguen gente capacitada para trabajar en el campo.
Eso se logra generando arraigo, formación y valoración del trabajo y la vida en el campo.
Cuando contratan a un trabajador la primera pregunta es: “ Que escuela tengo cerca para llevar a mis hijos ? ”
El desarraigo es otro inconveniente del trabajador rural cuando sus hijos comienzan la educación secundaria y las familias deben cambiar su forma de vida debido a la distancia con las escuelas de la ciudad. Hoy este problema es aún peor sabiendo que deberán hacerlo con sus hijos de muy corta edad ya en la educación inicial y primaria.
Muchas familias que hoy habitan nuestros campos han migrado de distintas provincias de nuestro país, fundamentalmente del norte, buscando un futuro mejor para ellos y sus hijos.
Haciendo de la vida en el campo “SU FORMA DE VIDA”.
Vivir en el campo es una elección. Quienes pueblan el campo decidieron hacerlo así, es por eso que tienen el derecho a que sus hijos puedan continuar con la cultura familiar y no se los obligue a abandonar el campo.
El cierre de las escuelas es sentenciar a las familias al desmembramiento, porque aleja a los niños de su entorno natural.
¿Se imaginan a un niño/a de tres, cuatro, cinco o diez años viajando varios kilómetros en remis todos los días para poder ir al jardín o a la escuela primaria?
¿Eso es optimización de recursos y mejoramiento de la calidad de la educación??
La experiencia indica que escuela que se cierra no abre nunca más.
¿Por qué las autoridades piensan que nunca más volverá la gente al campo?
¿No habría que llevar adelante políticas tendientes a poblar el campo como hacen en los países desarrollados?
¿No habrá que corregir las cosas que no se hicieron bien en las escuelas rurales?
¿No se puede escuchar a las familias rurales?
¿Será que solo se escucha a las grandes masas que se pueden manifestar en las calles?
¿Será que no les interesa valorizar la cultura del trabajo y la capacitación?
Vivir en el campo es una elección de vida de toda esa comunidad que valora el trabajo y la cultura rural.
Por todos estos cuestionamientos y afirmaciones todos decimos: NO AL CIERRE DE ESCUELAS RURALES.
César Salas 21.529.978
Cristina Rama 13.512.946
Horacio Arbe 17.096.692
Mariela Mattos 25.358.379
Fátima Perez 35.096.554
Graciela Pelatti 1.582.995
Balle, Silvano 22.630.587
Pieroni, Mariana 23.486.210
Erbetti, Natalia 28.562.980
Morales, César 28.562.980
Codesal, Alejandra 16.626.876
Monjes, Carolina 28.562.809
Ramos, Nancy 28.433.488
Coliqueo, Sergio 20.751.650
Odello, Laura 20.522.133
Andrada, Analia 17.100.738