(Por Marina Rovner, Licenciada en Psicología)
No hay un manual de estrategias para vivir en una pandemia ni se sabe exactamente que sucederá cuando todas las actividades vuelvan a abrir. El virus todavía está presente y el riesgo de contagio del Covid-19 existe, pero la vida en una cuarentena permanente es insostenible.
En este marco y desde la apertura de fases, hay actividades que vuelven a funcionar, de manera que es necesario tomar decisiones que a veces, no resultan fáciles: ¿Iremos a la oficina si podemos elegir? ¿Nos sentimos cómodos tomando el transporte público? ¿Iremos a comprar a los negocios o preferiremos seguir por internet? ¿Dejaremos a nuestros hijos reiniciar sus actividades? ¿Cómo nos manejaremos cuando visitemos amigos?
La manera en que cada uno accione, va a configurar una nueva estructura social que a su vez tendrá implicancias económicas. La psicología puede colaborar en comprender el porqué de algunas decisiones.
Si bien la “aversión a la pérdida” es un concepto provienente de la economía desarrollado por el premio novel Daniel Kahneman y su colega Amos Tversky, aplica al comportamiento de las personas. Los seres humanos prefieren evitar una pérdida monetaria antes que conseguir una ganancia monetaria equivalente, es decir que a las personas les importa más NO perder, que ganar.
Cuando se comenzó con la Fase 1 de la cuarentena a mediados de marzo, para los argentinos fue mayor el miedo al contagio, que la pérdida social y económica que podía ocasionar el detener el desarrollo habitual del estilo de vida.
El consenso social había percibido que la pena de perder (en términos económicos, afectivos y sociales) era menor en intensidad comparado al miedo de contagiarse de Covid-19. Las noticias del mundo referían miles de muertes diarias y contagios permanentes en aumento. La lógica era clara: “como no me quiero contagiar, no salgo”. Teníamos más miedo a perder, que motivación por ganar.
Los días fueron sucediéndose y el miedo al contagio fue atravesado por los factores económicos y emocionales que se volvieron cada vez más difíciles de aislar. Surgieron nuevas preguntas relacionadas al miedo a perder ¿Y si pierdo mi trabajo? ¿Y si estoy perdiendo oportunidades? ¿Y si quedo afuera del mercado? ¿Y si luego no puedo remontar? ¿Y si les pasa algo a mis seres queridos y yo no los vi?
Cuando surgen con intensidad este tipo de preguntas, las personas muestran una mayor propensión al riesgo: ante la posibilidad de perder, hacen lo posible para recuperar (si ya lo han perdido) ese algo, lo que a veces les lleva a asumir grandes desafíos. La brújula de la pérdida cambia de posición y se sitúa en las dificultades para subsistir “Haré lo posible por cuidarme, pero retomo el trabajo”
Hoy en la calle se observan los negocios abiertos, autos circulando y personas interactuando. Es probable que se tienda a arriesgar más para recuperar las pérdidas económicas sufridas a lo largo de las diferenes fases de cuarentena, minimizando la posibilidad del contagio del Covid-19. A este fenómeno se le conoce como “Efecto Reflejo” y sucede cuando las personas se enfrentan a la posibilidad de arriesgar la incertidumbre del contagio con el fin de no perder en su economía o recuperarla si ya la han perdido. Se reacciona de manera más intensa ante la posibilidad de una pérdida (no poder seguir manteniendo su estandar de vida) que ante la incertidumbre de contagiarse.
Sería recomendable plantearse tres preguntas antes de tomar una decisión
- ¿Es esencial? Si las personas pueden seguir trabajando desde sus hogares, los empleadores deberían considerar al menos continuar haciéndolo en el futuro cercano.
- ¿Es lo suficientemente seguro? Los empleadores tienen el deber de identificar y gestionar los riesgos para garantizar que el lugar de trabajo sea lo suficientemente seguro como para regresar.
- ¿Hay acuerdo? Es vital que haya un diálogo claro entre empleados y empleadores acerca de las decisiones, por ejemplo: los desplazamientos en transporte público y la flexibilización de ambas partes en los horarios de trabajo.
La tarea actual no es luchar contra el virus para volver a la misma vida de siempre porque ya se han incorporado los campos virtuales desde el trabajo, la educación y las relaciones sociales. El objetivo será fomentar la interacción y el compromiso de la sociedad desde la creatividad y la innovación, promoviendo la humanidad.
Marina Rovner
Especialista en trastornos de ansiedad, fobias y pánico.
Licenciada en Psicología.
Magister en Comunicación y Cultura.
Profesora Titular Universidad Abierta Interamericana.
www.marinarovner.com