El consumo en la Argentina no es alto, pero aun así está por arriba de otros países de América Latina. La actividad demanda fuerte inversiones.
(por Sebastián Borracci, Ingeniero Agrónomo. INTA Balcarce)
La papa es uno de los alimentos más importantes del mundo. Sin embargo, en Argentina, uno de los grandes productores de América del Sur, el área cosechada en las últimas décadas ha disminuido notablemente, no así su producción. Esto se debe a los altos rendimientos alcanzados derivados de las innovaciones implementadas, consecuencia en parte de los requerimientos de la industria y del apoyo de instituciones públicas y privadas.
En Argentina, el área cosechada de papa para el 2016 fue de 60.000 hectáreas, mientras que el promedio para la década de 1980 era de aproximadamente 110.000 ha, reflejando una disminución de aproximadamente el 40%. La producción de papa en 2016 fue de 1.750.000 toneladas, mientras que el promedio para la década mencionada era de 2.115.246 Ton. Estos datos muestran el gran aumento en los rendimientos obtenidos, los cuales entre la década de 1980 y la actualidad alcanza el 50.
La producción de papa en nuestro país es una actividad intensiva que requiere de alta inversión por hectárea. La papa que se produce localmente tiene como destino básicamente el mercado interno de papa en fresco y un 25 % se destina a la industria (70 % pre-frito y congelado) con una demanda aproximada anual de 450.000 toneladas. De lo que se exporta, el principal destino es Brasil, seguido de Paraguay y en menor medida, Uruguay y Chile.
El consumo promedio por habitante (40 kg) es bajo comparado con países europeos, pero elevado respecto a países de América Latina, como Brasil y Paraguay. Del total consumido, un 10 % es de papa industrializada, observándose un relativo aumento.
En los últimos 20 años, desde INTA y otras instituciones públicas y privadas -como laboratorios, semilleros y la industria – se ha impulsado la implementación de innovaciones en el sector, entre las cuales se destacan:
– Ampliación del portfolio varietal (variedades con mayores aptitudes para la industria, mayor tolerancia a enfermedades).
– Desarrollo de áreas de producción diferenciadas para papa semilla e integrar técnicas modernas de multiplicación.
– Adecuación del sector semillero a las necesidades del sector desde el aspecto tecnológico y legal, por ejemplo, a través del control de calidad por parte del Instituto Nacional de Semillas (Inase).
– Adopción de tecnología apropiada para la conservación de papa para consumo e industria (ej. Cámaras de flujo de aire y temperatura controlada).
– Apoyo de instituciones públicas y privadas a productores innovadores, por ejemplo a través de financiación para incorporar tecnología, capacitaciones y demostraciones técnicas, intercambio de experiencias innovadoras con otros países.
– Compromisos formales de los productores que generan papa para la industria para la mejora de la calidad del producto por cumplimiento de normas e implementación protocolos (ej. Manuales de buenas prácticas) desarrollados por instituciones de control y certificadoras, como Global Gap.