Se está disputando la centésima edición del Abierto del Sur en Mar del Plata, y el nuevejuliense Miguel Sancholuz (H) es uno de los protagonistas de este legendario y difícil certamen del golf nacional.
(Por Juan Manuel Jara)
La hermosa casona estilo Tudor que es el club house del Mar del Plata Golf Club está a pleno porque desde ayer y hasta el domingo se está disputando la centésima edición del Abierto del Sur de la República. Torneo importante y emblemático, marca el inicio de la temporada 2018 del Tour Profesional de Golf Argentino. Amateurs y profesionales se dan cita en esta hermosa cancha, de complicado recorrido, no solo por su diseño, muy británico, con fairways inclinados y greens rápidos, sino por el condimento extra que le aporta el viento casi permanente y cambiante. Los que saben dicen que para completar los 18 hoyos mínimamente en el par de la cancha (que son 70 golpes) hay que estar serenos y jugar de manera “inteligente”. Así lo hizo el Maestro Roberto De Vicenzo las ocho veces que lo ganó, la primera en 1946 y la última en 1978.
Y esta centésima edición cuenta con presencia nuevejuliense, porque Miguel Sancholuz (hijo y nieto!) es uno de los jugadores. Representante destacado del golf local ya con proyección nacional (es el número 15 del ranking de aficionados y el 5 en juveniles), hoy tiene sus días divididos entre el deporte y los estudios de Administración Agraria. Viene de un 2017 que lo consagró una vez más como campeón del Club Atlético 9 de Julio y una muy linda experiencia en los Juegos Olímpicos Universitarios en Taipéi, de donde se trajo un buen nivel de juego y el haber compartido la Villa Olímpica con otros jóvenes deportistas de todo el mundo.
Golpes de práctica
Llegó a Mar del Plata el miércoles y, sin escalas, Miguel tomó su bolsa de palos y encaró para el club, a practicar. Sabe que si bien “el desafío es grande, va a ser una linda competencia, disputadísima y será una buena medida”. En estos momentos es cuando vuelven a la memoria los comienzos.
MIGUEL SANCHOLUZ: Fue hace ocho años, una tarde que acompañé a mi viejo al club y me enganché.
SEMANARIO EXTRA: ¿Que encontrás en el golf?
MS: Un deporte placentero, con algunos momentos de calentura, pero lo disfruto.
SE: ¿Cuándo te diste cuenta que estabas para algo más que ir a competir en el club?
MS: Hasta los quince años jugué a nivel regional. Después empecé a nivel nacional y me iba más o menos bien. Pero te diría que fue después de ganar el Torneo Nacional en Chaco 2013. Ahí quedé tercero en el ranking de Menores de 18 y eso fue un envión para saber que podía ir por más.
SE: ¿Pensás en el profesionalismo?
MS: Si, pero cuando termine la carrera universitaria, dentro de dos años.
Durante el año, Miguel entrena de 10 a 18 en el predio de la Asociación Argentina de Golf en Pilar, no solo en lo referido a la técnica con profesores, sino también lo mental con psicólogos deportivos.
Approach y putt
La cancha de Mar del Plata invita a recorrerla. Los jugadores la transitan golpe a golpe, pendientes del viento que, como mencionamos, le agrega un grado de dificultad extra a cada jornada porque siempre varía en intensidad y dirección. El fuerte de Miguel es su pegada larga. “Sacude” el drive con fuerza y precisión haciendo “volar” a la pelota que gana yardas en los fairways. Otra de las características de esta la cancha son sus greens, “rápidos” y con importantes caídas, que ameritan concentración y precisión extrema a la hora de tirar a la bandera. Miguel mejoró su juego corto, lo trabajó, y eso lo hizo ser más completo.
En su bolsa lleva el juego de 14 palos, además de los tee, pelotas, toalla, y varias otras cosas, entre ellas una especial: una marca que le trajo su padre de un viaje. Es el amuleto que utiliza para marcar la pelota en el green.
SE: ¿Cuál fue tu mejor desempeño?
MS: En el Nacional de Chaco. En el segundo día me salió todo. El año pasado en Tucumán y en el abierto de Montevideo también, me fuí conforme.
SE: ¿Y cuándo te quisiste ir de una cancha, como dijo Gastón Gaudio, porque la estabas pasando mal?
MS: Y…(risas) fueron muchas.
SE: ¿Espejos?
MS: Cuando comencé Tiger Woods ganaba todo, y el fue mi espejo. A nivel nacional, Ángel Cabrera, y Emiliano Grillo también me gustan.
No usa caddie. Le gusta ir tranquilo por los links, charlando con su compañero de vuelta si la cosa va bien. Si no, ir callado. Pero depende del día, del momento. Sabe que, si bien el golf no es un deporte masivo, su labor y desempeño es seguido de cerca en el pago chico, lo cual también puede servir para que otros se acerquen a este deporte. “Creo que el golf a nivel local fue creciendo. Hay chicos que van a la escuelita. Hay buenos “profes”. Pero también cualquiera puede acercarse al club, no hay límite de edad. Cualquiera que quiera ir a jugar es bienvenido”, dice Miguel.
El hoyo 1 de la cancha marplatense es un par 5. Miguel lo tiene estudiado. Con el driver ya empuñado, lo repasa una vez más. El fairway que se extiende recto y gira suavemente a la izquierda. La vista deja la cancha y se fija en la pelota que espera el golpe sobre el tee que la eleva unos centímetros del pasto. Es el momento en que la atención está toda ahí. Nada importa. Nada se escucha. Concentración. Los brazos comienzan a armar el swing y casi enseguida llega el golpe. La pelota vuela alto y lejos, como Miguel.