La veo bajo la sombra del lapacho, con los pies descalzos pintados de cobrizos por la tierra donde imprimió huellas, con las manos agrietadas por la labor en las cosechas de yerba mate, con la mirada perpleja y perdida en el infinito mundo de la selva misionera. La veo distante casi como un animal salvaje camuflada entre los arbustos y el tupido paisaje predominante. La veo en el reflejo a orillas del Arroyo contemplándose y la veo naciente bajo los rayos de sol en esa jungla ancestral. Esa soy yo, me reconozco cuando mis ojos se desdibujan sobre la corriente, me miro y sé que soy ella. Aunque no haya nacido nativa de esta región, me siento parte desde el instante que la pisé, que teñí de verde mis manos y pude descubrir mi reflejo en esas aguas. Supe que desde aquel instante me encontraba viva, que nacía de nuevo, que la selva me gestaba y que cada paso que daba me conducía a ser una mujer misionera.
Muchas veces por elección hallamos la esencia de nuestro destino más que por mandato natural. La femineidad, la lucha y la tierra no tienen fronteras. Así fue que desde muy joven Silvana Zimmermann emprendió su destino como mujer, se abrió camino entre los hombres del campo y descubrió que su lugar era Misiones. Actualmente ella junto a su familia llevan adelante un emprendimiento turístico agroecológico en la localidad de Aristóbulo del valle por la ruta 14, Justo en el centro de la provincia, allí donde los colonos se asentaban con la esperanza a cuestas de ser los pioneros de este suelo fértil, su emprendimiento La Pacha es una experiencia a la cotidianeidad de lo profundo en la tierra colorada. Todos los días desde ese rincón Silvana está dispuesta a recibir y alojar a todo aquel que desee el disfrute de lo natural. Desde su chacra este espacio está destinado a ser un lugar de encuentro con el entorno y del despertar de los sentidos en cada pulso. Su rincón tiene historia, vivencias, arte y cultura misionera, esa que fue heredada por legado. Tiene saberes compartidos de los nativos, tiene música de cada cultura que fue colonizando, costumbres ancestrales que nos remontan a los orígenes. La pacha es eso, es tierra, naturaleza y vida, es mujer en movimiento, es ella misma transformando las voces de otras mujeres en propuestas de cambio.
Silvana llego a la provincia en 1991 desde su ciudad natal Rafaela, persiguiendo un lindo proyecto, se instaló como educadora popular, en un proyecto de INTA. Este desafío le dio la satisfacción de sentirse una más, conocer la gente, involucrarse con los productores, conocer sus demandas y trabajar a la par de ellos bajo sus necesidades. El rescate de saberes, el Intercambio y la preservación de la cultura guaraní es una de las proezas que todavía lleva adelante. Hoy no solo está dedicada a su lugar, continua acompañando a los productores locales con la producción de yerba agroecológica, promueve la producción de huerta para autoconsumo fortaleciendo el vínculo con la agricultura familiar y perteneció a la Red Cañera de Misiones. Vive rodeada de verde, las cascadas y los saltos son los estruendos que simbolizan los latidos que la selva le hace sentir, fue tan fuerte el lazo con este lugar que ella no resistió el volver a la ciudad y por segunda vez se instala para dar comienzo a su proyecto familiar. Tiene el arte en sus manos, como pintora pudo apreciar la paleta de colores que Misiones presenta, los contrastes entre el monte y el agua y las representa en cada obra haciendo eco de su diversidad cultural y biológica.
Su lucha es por la pacha, ella es Guardiana de Semillas Nativas y su deber es la conservación y el culto respetuoso a los animales, a las plantas, a las aguas de los arroyos y a todo aquello que la naturaleza dio vida. Se enamoró de esta tierra que cobija personas y no maquinarias ni pesticidas e insiste en promulgar la importancia de la biodiversidad para que no desaparezca. Está constantemente poniendo su mirada de ayuda para representar al otro y así sumar en la superación colectiva. Bajo una política integral, aportar el conocimiento y así obtener recursos sin el daño del desmonte o la utilización desmedida del suelo. Su trabajo siempre fue el de escuchar las voces de los pequeños productores para acercar las respuestas a las demandas de los más olvidados, su pelea es desde ahí y su lugar junto a los misioneros. Como no sentirse una mujer del monte si cada rincón es magia pura, si la energía del verde se trasmuta en el aire hasta convertirte en un animal más de su fauna. Fue amparada por esta tierra colorada y hoy se vislumbra en su hablar, otra misionera más que sigue dando batalla por estas tierras.
La receta que más representa a esta mujer conservacionista es de las tradiciones y costumbres Receta de Mbeyú o Mbeju
Ingredientes:
- 750 grs de almidón (de mandioca o yuca)
- 250 grs de queso duro (tipo cáscara colorada)
- 1 cda de sal
- 2 cdas de mantequilla, grasa o margarina
- 150ml de leche diluida con
- 100ml de agua
Preparación:
En un bol poner el almidón, la sal la grasa y mezclar bien hasta conseguir una preparación granulada. Agregar el queso en trozos y colocar la mezcla entre las palmas de las manos, frotándolas una con otra hasta que toda la preparación quede totalmente integrada y granulada. Luego agregar el anís si es que lo desea. Después agregamos la leche o agua (o bien mezcladas es a gusto del chef) de a poco hasta lograr que la masa tome humedad y se junten todos los ingredientes al unir. Colocar una sartén al fuego con un poquito de grasa o manteca, verter la preparación en la cantidad necesaria para cubrir el fondo de la sartén, con un espesor de 2 cm. Aproximadamente (pueden hacerla más fina si lo desean), no te preocupen si al principio no se une. A medida que tome temperatura, con el lomo de la cuchara ir aplastando la preparación, cuando este doradita abajo, voltear el mbeju y aplastarlo nuevamente con el lomo de la cuchara. Cocinamos de un lado hasta q la masa se despegue del fondo de la sartén, dejarla cocer 1 minuto más aproximadamente. Damos la vuelta usando un plato. Y luego…Solo queda disfrutar de tu mbejú bien caliente con un rico cocido quemado.