Solemos sentir más culpa que la habitual. Y eso se debe a la auto-exigencia que nos ponemos día a día. A partir de eso, podemos pensar algunas estrategias que nos ayuden a disminuirla.
En primer lugar, analizar la situación: date un tiempo para analizar y ver la situación con perspectiva, para poder ser más objetivos. Alejarnos y pensar otras posibilidades además de la propia hace que nuestra mirada se amplíe.
Aceptar el malestar que implica la culpa: no tratar de evitarlo, sino aceptarlo. Responsabilizarse de ello y aceptar la conducta que tuvimos, para luego evaluar qué hacemos con eso.
Distinguí entre culpa y responsabilidad: no hay que buscar culpables, pero si responsables. Somos responsables de nuestros actos. Y cada decisión no es definitiva, podemos equivocarnos y volver a continuar, pero para eso, hay que asumir aquello que estuvo mal.
Permitite fallar: no pasa nada por fallar, todos cometemos errores, no somos perfectos. Y cada error es lo que nos hace aprender formas nuevas de encarar alguna situación.
Intenta ser resolutivo y no te quedes enganchado en la culpa y en dar vueltas a lo que hiciste. Eso te paraliza y no permite que avances y puedas solucionar las cosas. Expresa lo que sentís, y si es posible, habla con la persona en cuestión para remediar el daño.
Por otro lado, aprende a perdonarte a vos mismo. Es una herramienta fundamental para seguir adelante y restaurar el autoestima que ha podido ser dañado.
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