(Por Lic. Hugo Enrique Merlo/[email protected])
Relataba mi padre, que cuando chico, aquerenciado en la chacra, vivía como uno más de la familia el “Gallego Rodríguez”. De origen no revelado, no escribía ni leía, era dueño de la tradición oral más atávica, sus cuentos alrededor de la fogata, fascinaba a los mellizos, que después de la cena corrían al galpón a regocijarse con sus relatos llenos de sabiduría.
Uno de esos cuentos relataba las desventuras de un padre de familia que sumido en una pobreza indigna y no pudiendo alimentar a su esposa y su hijo, decide probar suerte lejos de su pueblo.
Así llega a una hacienda donde consigue un trabajo y pensando siempre en volver, dice a su empleador, – No me pague regularmente, quiero cobrar todo junto el día que termine mi tarea y en ese momento me iré.
Pasó el tiempo y el hombre decidió que era el momento de regresar a su hogar, pidió su paga y aviso que la mañana siguiente se largaría del lugar.
El patrón lo llamó y le dijo:-Has trabajado duro y por eso seré generoso contigo y entregó al hombre dos panes, y expresó como una sentencia: – No los cortes hasta llegar a tu casa y estar con tu esposa e hijo! Pero además, agregó, te daré algo más valioso… ¿Qué? respondió el trabajador sorprendido y desorientado… Te daré tres consejos que te servirán para toda la vida.
El primero, el más importante NUNCA CAMBIES HUELLA POR ATAJO, el segundo NO TE METAS EN LO QUE NO TE IMPORTA y por último PIENSA DOS VECES ANTES DE HACER UNA COSA.
Partió el hombre, en su caballo, con una mezcla de curiosidad y ansiedad… anhelante de llegar cuanto antes a su casa, se cruza con un jinete, que viendo su apuro le recomienda seguir un camino más corto. El hombre duda, pero viene a su mente el primero de los consejos y rechaza la alternativa. Supo después que el jinete fue atacado por una banda de forajidos que hurto sus pertenencias.
Cansado del viaje decide hacer noche en una posada en busca de una buena cena y un reparador descanso antes de llegar a su casa. En medio de la noche escucha, ruidos y tiros de escopeta, que lo despiertan, se incorpora de su lecho para ir a ver lo que pasa, pero detiene su marcha, recordando el segundo de los consejos. Por la mañana ve un espectáculo aterrador, un grupo de facinerosos habían atacado a balazos a clientes de la posada provocando la muerte de unos varios.
Sigue el hombre con el corazón en la boca, el último trayecto hacia su morada. Arribando cuando el sol se recostaba el horizonte, se asoma por la ventana y ve a su mujer abrazada a una figura masculina, en su desesperación toma el arma decidido a todo. Atraviesa su acción, en ese momento el tercero de los consejos y detiene su movimiento, toma coraje e ingresa raudamente a la casa. Descubre que su hijo ha crecido y era el destino del los brazos de su madre.
Después de festejar el retorno del padre y sentados a la mesa llego el momento de cortar los panes , y grande fue la sorpresa cuando descubren que dentro de ellos había sendas barra de oro que solucionaron para siempre los problemas económicos de la familia y el hombre se sintió satisfecho.
En memoria de mi tío Noneco
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