(Por Lic. Gonzalo Merlo – GH Soluciones)
Incorporar la competencia emprendedora en la educación se vuelve fundamental en la actualidad. Conozcamos los motivos y algunas claves para hacerlo de manera efectiva.
Emprender hace unos quince años era muy distinto. La aspiración de la gran mayoría de los jóvenes se centraba en conseguir un buen trabajo en relación de dependencia y, en lo posible, en una multinacional. Quienes optaban por desarrollar un proyecto emprendedor no encontraban la red de instituciones que hay hoy en torno al emprendedorismo: organizaciones de la sociedad civil, programas gubernamentales, líneas de crédito específicas para emprendedores, congresos, cátedras de emprendedorismo en las universidades, concursos…
Poco a poco, observamos que a nivel internacional y nacional las figuras de algunos de los denominados “emprendedores” cobraron una gran relevancia.
Además, fomentar en los niños y jóvenes la competencia emprendedora pasó a ser una de las metas de la institución escolar para el siglo XXI; tal como lo define en sus metas educativas para el 2021 la OEA – Organización de Estados Iberoamericanos, y la Unión Europea, que sitúa al emprendedorismo entre 8 de las competencias clave a promover por la escuela.
¿Por qué se torna socialmente relevante que los niños aprendan a emprender desde la escuela? ¿Qué potencialidades puede tener el hecho de enseñar a emprender en los alumnos?
En primer lugar, no se trata tanto de qué contenidos se enseñan sino de cómo se los enseña; de las aptitudes y actitudes que se despiertan y ejercitan en los alumnos. Por ejemplo:
- El trabajo en equipo: implica ejercitar la aceptación de las opiniones de otros, la argumentación y la construcción de consensos. También permite identificar las habilidades personales que se pueden aportar al proyecto, revalorizando algunas que no necesariamente son desplegadas y reconocidas en el ámbito escolar. Esto facilita que alumnos con un desempeño académico más bajo puedan encontrar un ámbito de parti cipación en la escuela en el que sí se destacan y pueden hacer un aporte valioso para el grupo.
- La superación de obstáculos: el emprendedor se enfrenta constantemente a situaciones adversas. La puesta en marcha de estrategias creativas para resolverlas se encuentra a la orden del día, ejercitando la resiliencia. Estas experiencias rompen con la idea del emprendedor siempre exitoso y ganador que no atraviesa ningún contratiempo, reconciliándolos con la posibilidad que brinda el error de aprender y seguir trabajando.
- El análisis de información compleja: parte de la tarea emprendedora consiste en tomar información en forma eficiente y efectiva, analizarla, sacar conclusiones y tomar decisiones en consecuencia. Esto implica también poder relacionar y combinar diferentes saberes y datos. Los proyectos emprendedores tienen la virtud de ser transversales a las disciplinas que se trabajan en la escuela, contribuyendo a romper con la fragmentación por asignaturas.
- La aplicación del conocimiento: el trabajo a partir de un emprendimiento permite, a su vez, conectar los saberes escolares con experiencias reales del entorno y cultura familiar, y utilizarlos para resolver problemas concretos, cargando de sentido el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Enseñar a emprender implica dejar el protagonismo a los alumnos para que exploren diferentes alternativas y resuelvan los problemas que se vayan planteando. El rol del docente en esta dinámica es central. No es ya quien marca qué es correcto y qué incorrecto sino el que guía, facilita, propone, abre alternativas y acompaña en el pensamiento.
Estaremos formando, así, no solo alumnos preparados para aprobar exámenes, sino verdaderos sujetos activos con capacidad de incidir en su entorno.
Algunas ideas para enseñar a emprender en la escuela:
– Brindar la mayor libertad posible a los alumnos en la toma de decisiones del proyecto que se realizará. El docente puede acompañar en el análisis de viabilidad de una idea.
– Los proyectos emprendedores no necesariamente tienen que involucrar el intercambio de dinero (tema complejo en escuelas) sino que puede tratarse de un proyecto comunitario o cultural.
– No hace falta empezar con un proyecto muy complejo e inabarcable, la competencia emprendedora puede fomentarse en la organización de un evento escolar.