Ignacio Ciarla, kinesiólogo con más de 10 años de trayectoria en Terapias Intensivas fue pionero en incorporarse a los vuelos sanitarios y quién abrió la puerta para que el colegio el Colegio de Kinesiólogos de la Provincia de Buenos Aires (CoKiBA) completara los trámites y habilitara esa actividad como una nueva especialización.
“En el contexto del Covid, muchos kinesiólogos respiratorios tuvimos que incorporarnos en ámbitos que no eran la normalidad y así se dio más visibilidad a nuestra experiencia. Entonces trabajaba en una empresa de salud junto a un médico que participaba en vuelos sanitarios y en uno de ellos propuso, a modo de prueba, mi presencia en el traslado de un paciente ventilado mecánicamente desde La Paz (Bolivia) hasta la isla de Martinica, en un avión chico (Learjet 60). Fue una experiencia muy enriquecedora y ahí surgió la idea de buscar alternativas para una capacitación específica” explicó el kinesiólogo que se graduó en la Universidad Favaloro y que además obtuvo un posgrado en la UBA.
Luego de esa primera incursión a más de 10 mil pies de altura, desde CoKiBA tomaron contacto con la Fuerza Aérea Argentina para delinear un curso de aeroevacuación que diera un marco habilitante a los kinesiólogos para participar en los equipos de salud que trasladan pacientes en vuelos sanitarios.
“Todos los profesionales que participan de estos operativos deben contar con una certificación del Instituto Nacional de Medicina Aeronáutica (INMAE) que los avala legalmente y por primera vez en la historia de nuestra profesión se logró nuestra incorporación a través de la formación. Es un espacio más de incumbencia que hasta ahora no teníamos. Ya son 50 los kinesiólogos que accedieron a esta especialización que requiere como requisito previo tener al menos cinco años de experiencia en áreas respiratorias de terapias intensivas”, dijo Ciarla.
El curso recorre conocimientos sobre todas las cuestiones aéreas, desde los efectos que la altura puede provocar tanto en enfermos como en personas sanas; conocimientos sobre las aeronaves y manejo de patologías durante los trayectos. También el trabajo interdisciplinario en situaciones hostiles que pudieran surgir, así como todo procedimiento que pueda ocurrir en alturas máximas y otros factores que no estén relacionados con la medicina pero sí con las aeronaves e instancias de vuelos.
La formación se realiza a través del CoKiBA y se dicta con la asistencia de la Fuerza Aérea Argentina y el Instituto de Medicina Aeronáutica y Espacial. Ciarla es uno de los capacitadores y explicó que los interesados deben ser matriculados profesionales. La formación intensiva dura tres meses ó 110 horas cátedras totales. También integran el plantel de profesionales los especialistas Federico Puzzo y José Antonio Gracia Urrutia.
Los traslados sanitarios pueden ser públicos o por empresas privadas de salud. En estos casos cuentan con una mayor disponibilidad de flota para seleccionar y por lo general es de acuerdo con la complejidad del paciente. Es decir que pueden operar desde un avión pequeño hasta sobre un Gulfstream V adaptado a servicios sanitarios.
Las autoridades del CoKiBA vienen realizando gestiones para que el Sistema Integrado de emergencias sanitarias bonaerense (SIES) incorpore también a los especialistas.
El curso de Aeroevacuación y Traslado Sanitario Aéreo para kinesiólogos, engloba también todo lo relacionado al manejo de pacientes ya sea hemodinámicamente estables o con cuadros críticos. En general se realizan por distancias extremas o por la rapidez que requiere el traslado. Por caso, un paciente que hay que trasladar desde Tierra del Fuego a Capital Federal para un estudio y no está en condiciones de hacerlo de manera terrestre por indicación médica.
En el operativo de traslado, el 80 % del trabajo se realiza en tierra, o sea se selecciona primero minuciosamente el equipo que va a intervenir, se evalúa el estado del paciente y consideran todos los materiales sanitarios necesarios durante el vuelo por posibles contingencias.
“Un traslado exitoso no solo es llegar bien con el paciente. También se evalúa no haber tenido que utilizar lo que llevamos porque no hubo complicaciones durante el vuelo. No obstante por protocolo hay que llevar dos equipos de herramientas sanitarias como mínimo por cualquier falla que pudiera ocurrir. Si el paciente está en estado crítico, los equipos son como si fuera una terapia intensiva móvil” aseguró Ciarla.
En la coordinación se ajustan todos los detalles como el traslado del paciente en ambulancia hasta el aeropuerto, su ubicación en el avión, la asistencia durante el vuelo y en la llegada se acompaña en ambulancia hasta el hospital o centro asistencial de destino. “En este proceso no puede haber fallas por eso se diagraman hasta los últimos detalles” aclaró el kinesiólogo.
También la formación incluye el manejo de contingencias. Ciarla recordó un caso: “Ocurrió con un avión G-V (Gulfstream G550). Había un detalle de que era una paciente que había que estaba en Punta Cana, ventilada, de contextura grande, la escalera del avión era muy fina y el giro del paciente no daba el ángulo. Terminó la cabeza en la cabina del piloto, con las piernas flexionadas, el ventilador casi que abrazándolo. Tuvimos que hacer un colchón de vacío que es como una sábana que va encima del paciente. Se saca el aire y queda bastante rígido. Son todas situaciones que te sacan de contexto. En un momento cambia todo y hay que resolver con precisión”.
La formación incluye además, el manejo entre la tripulación. El equipo médico-kinesiológico siempre está más cerca del paciente pero a veces viaja también algún familiar y si estamos frente a un cuadro crítico hay que articular posiciones y movimientos dentro del avión, más cuando los espacios son limitados. Previo a los viajes además hay que entrenar a los pilotos que no están acostumbrados a presenciar situaciones de salud complejas y advertir todas las posibles situaciones o complicaciones que puedan surgir durante el trayecto”, agregó Ciarla, al recordar en uno de sus experiencias cuando un paciente entubado comenzó a no responder a la medicación de sedación y en pleno vuelo a lo que denominan un “mal despertar”. “Fueron dos horas de trabajo intenso, para evitar que se extube, que la presión se elevara, mientras todo ocurría cuando el vuelo estaba atravesando una tormenta eléctrica con turbulencias importantes” dijo el kinesiólogo.
Por iniciativa del Colegio de Kinesiólogos de la Provincia de Buenos Aires (CoKiBA) se abrió una capacitación junto con el Instituto Nacional de Medicina Aeronáutica (INMAE) para formar a sus profesionales- con experiencia en terapias intensivas- en el acompañamiento de pacientes durante traslados aéreos. La formación, inédita en la trayectoria de la actividad, ya cuenta con 50 egresados y actualmente se realizan gestiones para que el Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias bonaerense (SIES) incorpore también a los especialistas.