(Por Marina Suárez, Técnica en criminalística y criminología)
Como personas, somos parte de una sociedad, cultura, que se va construyendo, se aprenden costumbres y formalidades que a lo largo de los años se van transmitiendo de generación en generación, y además se van construyendo los vínculos, las buenas costumbres (conductas), que muchas de las personas vamos adquiriendo. A su vez cada persona nace, crece y muere en un determinado contexto sociohistórico, por lo tanto también ese aprendizaje cultural se va modificando.
A raíz de esto, es importante entender que, lamentablemente en una sociedad, las personas no tienen las mismas oportunidades de desarrollo y de adquisición de valores, sobre todo cuando muchos toman al poder como instrumento para dirigir de las “narices” a las personas más vulnerables o vulneradas. En lo personal, en la sociedad donde vivo, todos deberían tener las mismas oportunidades y, sobre todo, enseñar todas las oportunidades que tenemos, que nadie debe dirigir o modificar nuestras acciones, ya que tenemos derechos y obligaciones que todos podemos trabajar y ser personas dignas que construyen y viven de lo que realmente desean. Parece una utopía inalcanzable, cuando en realidad no sería así.
Después de haber terminado la carrera y querer insertarme con nuevos pensamientos y formaciones nuevas, ajustándose a la sociedad de los nuevos tiempos, me encuentro con que “el bicho raro” que quiere traer cosas nuevas y que quiero hacer trabajar a la gente, la “pibita nueva” que está equivocada, tener que explicar en mi ciudad, Nueve de Julio, “que no querés sacarle el puesto a nadie” sino que, muy por el contrario, el estudio me ha dado la posibilidad de conocer herramientas nuevas para poder mejorar los paradigmas duros que están impuestos desde hace siglos, y que quieres sumar en investigaciones para esclarecer y encontrar la verdad, que quieres ayudar a los niños/as o adolescentes que han sufrido un daño, teniendo un acompañamiento digno, así como también a las familias que rodean a estas víctimas. Encontrarte con gente que porque muchas veces estás sentada frente a una computadora, realizando otros trabajos porque en Argentina sino haces múltiples trabajos no vivís, te subestimen y te traten de ignorante frente a ciertos temas de los cuales estás capacitado pero que no podés trabajar en ellos porque se encuentran los “señores puestos a Dedo” por el conocido del conocido y amigo del pariente, no están formados en determinadas temáticas pero ocupan los puestos que les fueron asignados por acomodo, por suerte, y valla a saber porque más. Tristemente es la realidad que vivimos, es una pequeña parte personal, que muchos también comparten, sobre todo en estas profesiones. Pero no voy a bajar los brazos y sigo formándome en lo que tanto me apasiona, Criminología, Psicología Forense, Perfiles Criminales. Desde mi lugar siempre estaré para enseñar y aprender porque es mi vida diaria, con cada conducta se aprende, se puede enseñar, se puede proteger, se puede acompañar.
La Criminología y el estudio de las conductas me han permitido ver tantas falencias existentes que pueden mejorarse para una mejor calidad de vida de las personas. La Victimología me ha permitido ver que tenemos Instituciones que pueden hacer mucho por las víctimas, pero que los operadores a cargo deben ser capacitados y debe haber personal idóneo para el acompañamiento de la víctima después de haber sufrido el hecho doloso, es necesario que desde la profesión que tenemos, que amamos, que nos apasiona, nos convoque unidos para mejorar una sociedad desbastada, donde afloraron las conductas violentas que nunca fueron tratadas, contenidas, investigadas, para la prevención de nuevos delitos que trajeron mas víctimas que no son acompañadas ni durante ni después del proceso, donde más deben ser cuidadas.
Es muy importante que cada uno, desde su lugar y junto a otros profesionales, trabajando de manera interdisciplinaria, podamos entre todos construir nuevos paradigmas y oportunidades para nuestra sociedad.