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miércoles, 30 octubre, 2024

La escuela fumigada

Fernando Cabaleiro
Fernando Cabaleiro

Por Fernando Cabaleiro. (Abogado que atiende la causa de los 2.600 amparistas nuevejulienses contra ABSA)

«-  Qué es lo que más le gusta del derecho ?
– Que dé en cuando en cuando, no muy a menudo, se presentan casos donde sentís que estás haciendo la ley, y que cuando ello sucede, es emocionante.” (Personaje de Tom Hanks.)
Fragmento  de la película “Philadelphia”.

2 de Junio de 2015. Había emprendido el viaje desde Buenos Aires a Sierra de la Ventana. La cita era a las 10 de la mañana, el miércoles 3, en la Escuela rural Martín Fierro, en El Paraje El Relincho, partido de Coronel Suárez. Se trata del caso Grynberg, en el cual la justicia dispuso una medida cautelar que prohíbe las fumigaciones aéreas y terrestres con agrotóxicos, a menos de 2 kms y mil metros, respectivamente, de la escuela. El juez de la causa inéditamente había ordenado una inspección en el establecimiento educativo, la cual, el mismo, iba a llevar cabo.
Atrás había quedado el trabajo encomiable de Emanuel Garrido, funcionario público que denunció la problemática de las escuelas rurales fumigadas en Coronel Suárez;  arriesgó todo hasta su propio cargo. Todavía recuerdo la noche que llegó a Los Toldos, con su Ranchera y la familia completa (los dos críos y su mujer Rahel embarazada de 6 meses), en Setiembre de 2014, para asistir y testimoniar sobre su trabajo de casi 2 años, en el encuentro de 6° de Pueblos Fumigados. Apenas se bajó, y a la pregunta del como andas, su respuesta fue tajante:indignadísimo fumigaron una escuela con 2,4.d Fer, con vientos fuertísimos esto  lo tenemos que parar.
Había que responder a ese reclamo de Emanuel, era justo y las condiciones estaban dadas: su  trabajo de dos años, el funcionario público comprometido, la escuela rural fumigada, los testigos de la fumigación – docentes a la vez -, la investigación del CIMA de La Plata sobre el agua de lluvia en las escuelas rurales de Coronel Suárez (en el 75% de las muestras se hallo agroquímicos), el peligroso 2,4-d y la irresponsabilidad del productor agropecuario fumigando en un lugar de vientos fuertes, y en pleno horario escolar.
Apenas analizamos esas premisas, con mi socia en el caso, no dudamos y coincidimos: es el caso judicial. Durante un mes trabajamos la demanda, la energía de trabajo que vivimos fue increíble. Había tres personas que confluían en un mismo punto: proteger la escuela rural Martín Fierro. Se lograron las colaboraciones de Damián Verzeñassi y Medardo Ávila, en materia de salud, los aportes de las propuestas alternativas de producción agropecuaria de Javier Souza Casadhino, el trabajo técnico sobre las derivas de Marcos Tommasoni, y las investigaciones de Damián Marino y el equipo del CIMA. También se contó con las testimonios comprometidos de la ex-directora de la escuela, Elisa Loffler, y de Gabriel Molinero, docente de otra escuela rural, que justo pasaba con su auto al momento de la fumigación, y se detuvo para avisar a las autoridades escolares.
Faltaba el juez.
El 20 de octubre de 2014, se interpuso el amparo, el sorteo había determinado que fuera competente la justicia de ejecución penal.
La praxis nos indicaba que ello no era alentador. Por lo general los jueces penales en la provincia de Buenos Aires, tienen una aversión con los amparos ambientales. Pero decidimos esperar, no quedaba otra. Y la espera, no iba a ser grata, apenas una hora de interpuesto el amparo, Emanuel llama al celular avisando que el Municipio de Coronel Suárez prescindía de sus servicios. Era un costo muy alto desde lo injusto para semejante ejercicio ético de la función pública. «Hice lo que tenía que hacer fer, ahora que resuelva la justicia» dijo Emanuel sin resquebrajarse como quien se expresa con toda la osamenta de su entereza moral. Luego de ese golpe a Emanuel, venia inmediatamente otro  igual de fuerte. Las tres madres que se presentaron al proceso judicial por sus hijos que asisten a la escuela rural Martin Fierro, fueron advertidas por los capataces de sus maridos (empleados rurales),  que si no renunciaban al amparo, aquellos se iban a quedar sin trabajo.  Era una advertencia determinante para que las madres cedieran. Algo que efectivamente ocurrió.
1 2 Como se ve la coacción y la amenaza son las únicas herramientas para enfrentar la verdad.
Luego mas tarde, sabríamos que el juez de la causa se llamaba Claudio Brun; y a los dos días recibiríamos la noticia que había hecho lugar a la medida cautelar, tal cual se había solicitado.
Existían  motivos para no festejar esa decisión judicial, sino apenas tomarla como un paliativo para lo que estaba sucediendo.
Cuando lo llamé a Emanuel para avisarle del fallo, se quebró por primera vez desde que lo conocí, era una respuesta a su dignidad y la mejor devolución  que se le podía dar a un ser humano que acaba de quedarse sin trabajo, con dos hijos y uno por venir y un alquiler de vivienda sostenido con alfileres.
Contra los disgustos y los percances, Grynberg comenzaba  a emocionarnos.
Por eso, estábamos firmes, el pasado 2 de Junio en ese viaje a Sierra. Había decidido hacerlo en tren para abaratar costos. Allá me esperaban Aiko y Luis, dos activos participantes históricos de la Unión de Asambleas Ciudadanas, para hacer los 30 kms que separan la estación de tren de Sierra de la Escuela Rural Martín Fierro, en un Renault 12 que desafiaba los vientos serranos.
A las 10 y punto, el juez Claudio Brun se hizo presente con el personal del juzgado. No me dejaba de sorprender el hecho de que el Juez estuviera allí mismo.
La praxis lamentablemente, nos ha mostrado siempre una justicia de excesivo rigor formal en cosas nimias, como así también abstraída y deshumanizada. Un juez haciendo un reconocimiento judicial en una causa ambiental es algo excepcional, es cierto debería no serlo, pero la realidad es inobjetable y la padecemos. Todo lo contrario a ese estado imperativo, Brun se mostró compenetrado con el caso, entró a la escuela con firmeza y habló con la portera informándole sobre la existencia de una causa judicial por las fumigaciones con agroquímicos, dijo que no se asustaran, que solo se iba a ver la parte externa de la escuela, también pidió a las partes que no sacáramos fotos a los rostros de los chicos,»pueden ser sus hijos y a uds no les gustaría», dijo.
Recorrimos todos los campos aledaños a la escuela, el mismo Brun sacó fotos con su cámara, vimos también como anotaba. Se percató de los fuertes vientos, que fueron los mismos que asolaron el día que se fumigó, demostrándose así que la deriva es incontrolable. Pudo ver con sus propios ojos como esos niños, que ahora jugaban al basquet en el patio, esa mañana del 12 de Setiembre de 2014 estuvieron sometidos a un terrible atentado a su salud. Eran los mismos niños que Brun, con su orden judicial cautelar, había decidido proteger, y ahora estaba a metros de ellos, también cuidándolos con el gesto de la prohibición de las fotos.
Cuando terminó la inspección,  el juez saludó a uno por uno de la mano y partió de nuevo para Bahía Blanca, para seguir con sus tareas.
Nosotros, con Aiko y Luis volvimos a Sierra, y en mi caso, para emprender el regreso a Buenos Aires  en tren, tras un intenso día, donde la justicia de Brun, desacartonada, activa y dinámica se nos había hecho más humana, tan humana como la dignidad de Emanuel y, claro, por supuesto, también con la emoción a la que refiere el personaje de Tom Hanks.   3 4

Publicado en Naturaleza de Derechos – 6 de Junio de 2015

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