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martes, 26 noviembre, 2024

La educación necesita un Silicon Valley criollo

Gorza para nueva entrada(Por Patricia Gorza)

Los resultados de las pruebas Aprender reflejaron en números concretos el estado de agonía por el que atraviesa el sistema educativo argentino. El 46,4% de los alumnos de 5° y 6° año del secundario no comprende un texto básico, mientras que el 70,2% no puede resolver cuentas o problemas matemáticos muy sencillos. En el área de naturales, el 36,3% tuvo el rendimiento más bajo, mientras que en sociales fue del 41,1%. Traducir estos números a la práctica significa que por más inversiones que puedan llegar al país, el desarrollo de Argentina está hipotecado por varias décadas más.

A los argentinos nos encanta decir que tenemos un país rico, jactarnos de la abundancia de recursos naturales a lo largo y ancho del territorio como si eso fuese sinónimo de bienestar y equidad para el conjunto de la sociedad. La riqueza de un país no está en sus recursos naturales si no en sus recursos humanos, muestra de ello son  Japón y Alemania, países que lograron desarrollarse y tener estándares de calidad de vida altos sin la necesidad de contar con riquezas naturales, aun después de la devastación de la guerra.

El debate sobre educación desde que tengo memoria es una discusión salarial y muy eventualmente de infraestructura. El debate profundo sobre qué sistema educativo necesitamos es algo que termina reducido al ámbito académico y filosófico, sin poder plasmarse en el área política que es desde donde se debe generar el ámbito para desarrollar una política de estado, gobierne quien gobierne.

En estos días donde el paro docente y las frustradas reuniones para llegar a un acuerdo salarial ponen sobre el tapete el tema, se escuchan cantidad de opiniones de especialistas y paracaidistas sobre educación. Se habla de objetivos, de doble jornada, de conectividad, cantidad de ideas y discursos que terminan generando un círculo vicioso del bla bla bla  porque nadie habla de que el sistema tal y cual se conoce en el mundo es obsoleto.

Tenemos un sistema educativo que se creó para satisfacer las necesidades del siglo XIX en pleno desarrollo industrial, docentes formados en el siglo XX y alumnos del siglo XXI, no hay forma de que este sea un proyecto exitoso si no reformulamos la educación desde las necesidades y no desde la funcionalidad de la escuela como guardería.

La pregunta es: ¿nos importa la educación? Y si nos importa, ¿Qué estamos dispuestos a hacer para tener una mejor educación? Y no hablo de hacer horas extras para pagar un montón de actividades extra escolares que deja a nuestros niños agotados anulando de esa forma toda capacidad recreativa y de disfrute. Educar es largo plazo y el largo plazo es algo que nos cuesta bastante. Es pensar y proyectar para lograr objetivos que no vamos a ver. En la era de la inmediatez trabajar por algo sin resultado visible desanima a todos los involucrados y salirse de esa trama es hacer algo para lo cual no estamos educados, pero como siempre hay excepciones existen en nuestro país y en el mundo un puñado de personas a las que el sistema no ha logrado doblegar y son quienes tienen la capacidad de pensar desde la creatividad. El desafío político e institucional es poder reunir a esas personas al estilo Silicon Valley solo a diagramar, refundar, crear, adaptar y soñar educación.

En el aquí y ahora la emergencia educativa no son los resultados de las pruebas Aprender, la emergencia pasa por techos que se desmoronan, escuelas sin calefacción, sin vidrios, con baños que parecen los de un penal no los de una escuela, con docentes mal pagos. Hace poco tiempo circulaban las imágenes de los chicos que cruzaban un río para ir a la escuela porque alguien se robó la plata de un puente que pagaron y no hicieron y eso también es argentina. El Ministro de educación nos habla de los objetivos, que son más de cien, como si el país fuese CABA, y no dudo de sus buenas intenciones, pero una recorrida por la argentina profunda cambiaría algunos conceptos. No es lo mismo lo que necesita una escuela de Parque Patricios, a lo que necesita la de Gonzales Catán o la de Sumampa en Santiago del Estero. La estandarización para solucionar la emergencia solo va a seguir agrandando la desigualdad de oportunidades.

Menos objetivos y de a una cosa por vez siempre da resultados y a la par de esas urgencias que nos abofetean en la cara no dejemos de soñar en grande, porque todo proyecto antes de hacerse  realidad en algún momento fue un sueño, recuerden a Steve Jobs, Albert Einstein o Thomas Edison por solo nombrar a algunos, todos ellos no cumplían con los requisitos del sistema educativo y sin embargo cambiaron la historia.

 

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