90 AÑOS DE GILDO R. MIGLIERINA
La familia de Gildo Miglierina está compuesta por su esposa, Ofelia Gornatti, de esa unión nació su hija, Graciela, esposa de Carlos Renda, quienes le han dado dos nietos, Gilda y Carlos.
Gildo Miglierina es, sin lugar a dudas, la cara visible de la Sociedad Italiana. En el año 1945, ingresó como socio y en 1961 fue presidente por primera vez. Desde 1980 sigue presidiendo la institución ininterrumpidamente hasta nuestros días. Casi está demás resaltar que mucho de los avances de la institución se deben a él: gracias a su esfuerzo se construyó la Galería italiana y se mantuvo vivo al Teatro Rossini.
El 4 de septiembre cumplió 90 años y lo festejó dos días después, en el salón de Las Nazarenas, junto a familiares y amigos, una de las tantas instituciones que lo tuvieron a él como protagonista.
Gildo, desde muy joven, realizó una labor intensa e ininterrumpida en más de 15 instituciones de la ciudad, muchas de ella en forma simultánea. La Biblioteca José Ingenieros (en donde fue presidente y trabajó en forma denodada para construir el subsuelo); Liga Nuevejuliense del Futbol; Club Atlético; Colegio de Hermanas; Escuela 3; en la Cooperativa de Seguros; Federación de Cooperadoras; Las Nazarenas; Hospital; Federación de Entidades Mutualistas de la Provincia de Buenos Aires; entre otras cosas…
Fue un ciudadano activo. En todos los órdenes. También en su compromiso con la cosa pública. Militó desde chico en la Unión Cívica Radical y con la recuperación de la Democracia, en 1983, fue candidato a intendente municipal por el Movimiento de Integración y Desarrollo.
Su actividad privada giró en torno a la electricidad. Aprendió el oficio de la mano de don Eugenio Ritcher y tras abrir su propio negocio, Edison Electricidad (1951)en su casa de calle Mendoza, luego lo trasladó, en 1951 a la calle 25 de Mayo, frente al Colegio de Hermanas.
Gildo asegura que la calle fue su facultad, una facultad a la que tuvo que ingresar a fuego y acero en el año 1931, cuando falleció su padre y cuando él apenas contaba con siete años de edad. Y lo hizo con su primera actividad: vendiendo diarios con un español, Don Fermín Franco, en un intento de contribuir con el sustento doméstico: “El pagaba 3,5 centavos y medio por diario, entonces vendíamos 10 diarios a 35 centavos y podíamos llevar 35 centavos diarios a casa…Y era plata!!!”, recuerda.
E:- Ud dice siempre que no tuvo la primaria completa y que la calle ha sido su escuela…
Sí, la calle ha sido una facultad para mí. Porque yo aprendí de todo en la calle , allí se encuentran el pobre y el rico… Y nunca me menoscabé ante las personas con título , siempre fui adelante. A mí nunca me molestaron las paredes…Hay gente que las paredes les molesta, pero a mí no. Siempre fui profundo y miré más allá.
E:- A Ud. lo eligieron treinta y pico de instituciones para formar parte de un Concejo en el hospital…
Sí, pero renuncié enseguida, porque vi cosas anormales. Cuando entro a un lado, alejo la política y todo, voy por la institución, no por los intereses de las personas…
E:- También participó en política?
Siempre participé en política, desde muy joven, desde cuando el comité de la Unión Cívica Radical estaba ubicado en la calle La Rioja y Libertad, frente al cine Nueve de Julio. Cuando era chico e iba a doblar las boletas… Mi padre era socialista primero, pero después se hizo yrigoyinista y ahí empezamos a militar…
E:- ¿Cómo ve la política antes y ahora?
Antes se hablaba de política solo tres meses antes de las elecciones, no es como ahora que se habla todo el año… Se terminaban las elecciones y cuando llegaban al Concejo Deliberante todos apoyaban lo que era bueno… Se acababa la política en ese momento… Pero hoy las ideologías se terminaron, antes se militaba por amor al pueblo…
E:- Ud. es parte de la historia viva de la ciudad…
Sí, pero hay mucha gente olvidada también. Como Florentino Valenzuela que levantó el hotel que se llamaba “Quaizel _Hotel” y más tarde “Plaza Hotel” y que se inauguró en el año 36. Fue el único hotel de Buenos Aires a La Pampa que tenía ascensor. Estaba ubicado donde hoy está el Banco Credicoop (en Yrigoyen y Mitre)… Todo el mundo venía para acá, Nueve de Julio fue muy nombrado …Valenzuela era un hombre que se merecía tener una calle…
E:- ¿Qué diferencias ve entre esas décadas, la de los 40 y 50 a la actualidad?
Por entonces había mucho respeto a los mayores , hoy se ha perdido todo eso. Hoy veo que está bien que los jóvenes tengan derechos…pero hay contradicciones: para votar son mayores pero para la ley son menores… Hay muchas cosas muy diferentes…
E:- Usted es el séptimo, de nueve hermanos varones…
Sí, el único que hizo el servicio militar fui yo.
E:- Empezó como ayudante de electricista y después tuvo un negocio frente al Colegio de Hermanas….
Primero, tuve el negocio en mi casa, en Mendoza, con el sacrificio típico de todo trabajo: me levantaba a las cinco de la mañana. Mi negocio lo hice con mi solo esfuerzo. Luego recién abrí el local al que le puse Edison Electricidad, porque para mí fue uno de los grandes inventores de la historia…Tuve mucha amistad con las hermanas, sobre todo al Hermana Raquel y con todos los obispos…
Cuando se restauró la Iglesia Catedral, los obreros encontraron entre los techos un papel que nosotros habíamos dejado en 1937 cuando se hace la remodelación…
E:- Ud conserva un archivo de muchas cosas históricas de la ciudad…
Sí, tengo muchas. Cuando vinieron los curas tercermundistas, me tocó a mí desarmar la Iglesia Catedral y la del hospital. Y tengo guardadas aún las lámparas chiquitas y las de carbón…
E:- Cómo se siente a los 90 años ¿ Le quedó algo pendiente? ¿Cree que quedaron cosas por hacer?
Siempre quedan cosas por hacer. Anduve inquieto en todo momento. Yo levanté mi casa y aprendí de todo: hice de carpintero, de albañil y de electricista…Hice de todo. Fui, como electricista, representante de ATMA, Yelmo, Electrolux, de un montón de productos que era garantía… Pero entonces había otra responsabilidad, mucho mayor, para todo…
Como electricista fui a trabajar al campo y conocí muchísimas estancias…
E:- ¿Se siente realizado?
Sí, siempre quedan cosas por hacer pero hoy, a mi edad, es muy poco lo que se puede.
Gildo hoy con sus 90 años, no ha perdido el entusiasmo y asegura que “siempre quedan cosas pendientes y sin hacer”. Ejemplo de trabajo digno y de entrega plena a la comunidad es, con mayúsculas, todo un ejemplo de vida…