Curiosidades de la partitura más antigua del Himno.
Tiene faltas de ortografía y no lleva la letra de su mentor, Blas Parera, quien cobró 100 Reales de Potosí para componerla. Dos sopraninos de 9 o 10 años la cantaron por primera vez hace 205 años, pero hoy el público no la puede entonar.
En julio del año pasado, se presentó una particular versión del Himno Nacional Argentino en la Sala Argentina del CCK. En el marco del reestreno de la sinfonía La Batalla de Ayacucho del compositor Mariano Pablo Rosquellas, se incluyó la interpretación de la primera estrofa y el estribillo de la Canción Patria y, ni bien sonaron los primeros acordes, los espectadores se pararon para entonar sus versos, pero algo ocurrió… no pudieron. La versión estaba en un tono muy agudo y, además, tenía variaciones desconocidas.
El Lic. Patricio Mátteri, músico y director de orquesta, investigador del Instituto de Investigación en Etnomusicología (IIEt) que depende de la Dirección General de Enseñanza Artística del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, es el responsable de haber orquestado esa versión que, se estima , es la más cercana a la versión original que fue aprobada el 11 de mayo de 1813.
¿Cómo llegás a estudiar el Himno?
Cuando llegué a trabajar al IIEt, en 2014, me lo propuso Lucio Bruno-Videla, que es el fundador y creador del área de música académica argentina y latinoamericana y vicedirector del Instituto, quien además es, a mí criterio, el que más sabe de música académica argentina de este país. Entonces, decidimos hacer una edición crítica, es decir, no correcciones sino sugerencias interpretativas sobre la partitura que estaba en el Museo Histórico Nacional, que no sabemos si es de Blas Parera o no.
¿Pero sí se le acredita a él?
Sí, se le acredita a él por lo que se fue diciendo a lo largo de la historia, pero no se sabe si es de él o no. No está fechado, no está firmado, no tiene nombre. Tiene faltas de ortografía porque lo único que dice es “Himno Nacional” y no dice eso sino “Himo Nacional”. Y como no hay ninguna partitura de él ni ningún escrito, no se puede contrastar la letra. Lo que sí hay, en las actas de la Asamblea General Constituyente del Año XIII, es la firma de Blas Parera en el recibo de pago por haber escrito la música del Himno, y algunos sostienen que, de la comparación de esa firma con el escrito de “Himo Nacional”, surgiría que no es la letra de Blas Parera.
¿De qué fecha es la partitura?
Se la ha datado como de entre 1812 a 1825. Es un manuscrito sólo para piano y no tiene la parte del canto. Lo que sí sabemos es que es la partitura más antigua que existe del Himno. De hecho, yo la considero una base fundacional, como obra escrita, de la música académica argentina. Pero pudo haber pasado que Parera escribiera la partitura, que se la diera a otra persona y que esa otra persona anotara, para identificarla, “Himo Nacional”. O puede haber sido hecho por un copista, como era usual en aquel entonces.
¿Cómo llega esta partitura al Museo Histórico Nacional?
Alberto Williams hizo un estudio sobre el Himno y fue a visitar a las hijas de Miguel de Luca (h), hermano de Esteban de Luca. Miguel de Luca había sido alumno de Blas Parera y les dejó a sus hijas la partitura diciendo “les doy este manuscrito que es del maestro Parera, él me lo dio a mí”. Entonces, ellas le muestran a Williams la partitura y él es quien les sugiere que lo donen por la importancia del escrito. Así es que estas mujeres, en 1916 y por el Centenario de la Independencia, donan este manuscrito al Museo Histórico Nacional.
¿Y el Museo Histórico Nacional qué dice?
El Museo lo ingresa como supuesto manuscrito de Blas Parera. De hecho, Ricardo Rojas, que, en ese momento, era el Director del Museo, hace una investigación sobre la partitura y determina que puede ser de la época, por la calidad y la coloración del papel, por cómo está escrito, porque se usó pluma natural y no de metal, por una filigrana que hay en el sello de los que hicieron el papel pentagramado, que era una empresa inglesa que existía en esa época. Pero, no puede determinar si es o no de Blas Parera.
Y esa versión es distinta a la que hoy cantamos.
El Himno atravesó por muchas modificaciones o variaciones, a veces fue elegida una versión como la oficial, luego se eligió otra porque a la gente no le gustó… Pero, básicamente, la que hoy usamos es la versión después de la modificación de Juan Pedro Esnaola, bastante posterior, de 1860.
¿Qué diferencias tiene?
Hay muchas pequeñas diferencias. Originalmente, el Himno se cantaba en MI bemol y ahora lo cantamos en SI bemol, una cuarta más abajo, porque estaba en una tonalidad muy alta, no se podía cantar. También incluía un primer acorde de Mi bemol Mayor que, para mí,tenía la finalidad de dar la tonalidad a los cantantes. Y algunas partes de la melodía cantada son diferentes, por ejemplo, la parte de “vivamos” del estribillo, o el de “libertad, libertad, libertad”, y algunos giros melódicos. Además de la repetición en el fin de la estrofa. Y, musicalmente hablando, cuando encaramos la orquestación, con Lucio consideramos que debía respetar las influencias que había de corrientes europeas, principalmente del clasicismo, Mozart, Clementi, un poco de Haydn, influencias que también encontraron otros estudiosos del himno como el propio Williams o Víctor de Rubertis.
¿Entonces, la versión original del Himno es más clasicista?
Sí, tiene gestos muy clásicos, gestos del clasicismo. Porque esa era la música que se escuchaba acá y que venía de Europa. Por lo menos musicalmente, es algo bélico, es marchoso, tiene muchos gestos de marchas, gestos heroicos; tiene muchos tópicos que son típicos del clasicismo y, a la vez, de lo bélico.
¿Por qué es tan militar la versión que se extendió?
Cuando se lo declara como Marcha Patriótica Nacional, se empiezan a hacer muchos arreglos diferentes para bandas militares. Y muchas bandas son un gran museo de músicas y de partituras. La tradición de la interpretación que trasciende y que es la que llega hasta nuestros días es la de las bandas militares porque es donde se guardaron los arreglos. Entonces, estamos muy acostumbrados a que se interprete de esa manera.
¿Tiene que ver también con que, cuando se interpreta el Himno, generalmente, no hay una orquesta sinfónica?
Claramente. Pero además cuando se pasa la versión grabada en una escuela, por ejemplo, siempre es una grabación a cargo de una banda militar y no de una orquesta sinfónica. Porque lo que se distribuye, desde hace muchos años, es la versión de las bandas militares. O, ahora, la versión de Charly o las versiones populares. Todas las versiones son válidas. Nadie es dueño de una única interpretación. Lo que hicimos nosotros en el concierto del CCK es una interpretación, nuestra visión de cómo era la interpretación en la época en la que se escribió.
¿Cómo fue orquestar esta versión original?
Y ya la instrumentación resulta rara, porque tenía flautas, fagotes, cornos, no tenía oboes, y en las cuerdas violines, violas, bajo, que era como se llamaba a los violonchelos, y contrabajos. Sin piano. La inclusión de estos instrumentos es lo que consta en los documentos. Surge de los recibos que cobraron todos los músicos por interpretarlo, que fueron 99 Reales de Potosí, la moneda de ese entonces, y Blas Parera, por componerlo, 100. Entonces tuvimos en cuenta esto y, por otro lado, la orquestación que busqué fue que estuviera escrita como una obra clasicista, como si fuera de Mozart. O sea, con estructuras más limpias, mixtura de instrumentos más tradicionales. Y el tempo casi no tiene variación, es un poco más veloz.
¿Y la parte cantada?
En los documentos consta que la cantaron dos niños que, por la edad que figura que tenían, 9 o 10 años, son sopraninos o voces blancas. Nosotros, elegimos que la versión la interpretaran dos cantantes, una soprano y una mezzo.
¿Y qué pasó cuando lo presentaron en el CCK?
El público se paró y quiso cantar, pero no pudo. Primero, porque está en otra tonalidad, en MI Bemol, y, segundo, porque es distinto. Cambia el ritmo, más clasicista, más derecho, y el público no está acostumbrado. Después, sí, tocamos el tradicional y, ahí, la gente pudo cantarlo.