No tengo un día ideal, tengo muchos días ideales, el que me levanto con la energía para ir a spinning en bicicleta aunque el frío me pegue en la cara por las calles de 9 de Julio o el que me levanto sonriente porque me voy a mi pueblo, por ese camino de tierra que me recuerda a infancia y me pone tan alegre visualizar el cartel de entrada que dice La Niña y mis dos perras que viene a recibirme. Porque yo vivo acá y allá, a veces más allá que acá y otras más acá que allá.
No tengo un día ideal, porque tanto me gusta salir a trabajar de tallerista como dar clases en mi casa, dos pasiones que llenan mi corazón y enriquecen mi alma.
Mi día ideal es, a veces, aquel que me doy cuenta que conservo mi libertad, mi tranquilidad o aquel que en que manifiesta la alegría que me produce tener amigos, hacer teatro, escribir.
No tengo un día ideal, pero tal vez es ese día que soy consciente haber escapado de las cosas que me hacían mal, o cuando sonrío o cuando trato de comprender más, reirme casi todo el día, mirar y no contestar cuando no es necesario, apreciar más los momentos de felicidad en familia, decidir con más soltura, que no me molesten tanto algunas actitudes, que las cosas que no entiendo me hagan ruido y las esquive, respirar aire puro, andar en bicicleta, disfrutar los momentos, el contacto con la naturaleza, conocer gente, comer sin culpa, tener mi lugar, hacer yoga, conocer gente y estudiar organización de eventos.
Siempre que un día te llene el alma, puede ser un día ideal:
Alma mía
Mi alma está hecha de pájaros en el cielo
de charcos luego de la lluvia,
de calles polvorientas,
de voces de abuelas y paso de abuelo,
de casa de familia llena de recuerdos,
de árboles añejos, sol, calor y truenos.
De libros de cuentos leídos una y mil veces
donde hadas, príncipes y princesas enamoraban castillos.
De olor madera y de miel, de niña
y horneadas de pan francés, cuando el reloj gritaba otra hora.
Por eso yo sueño, por eso yo río,
Aunque alguna bruja se escape de su aposento
y prepare el brebaje que me quite el sueño,
y quiera asustarme más allá en su empeño,
siempre sobrevivo, llena de recuerdos.
MACHÉ
Cuando me preguntaron cuál era mi día ideal, se me cruzaron tantas cosas como tal vez se te crucen a vos, me puse a pensar en todas las cosas lindas que me han pasado y las no tan lindas, recorrí una película de imágenes que armé en unos instantes. (Pensar que a un director de cine le lleva meses y hasta año preparar una película y a mí, me fue tan fácil.)
Los días ideales son generalmente paisajes sutiles de miradas que saben adónde deben ir :
PAISAJES SUTILES
En las redes del destino
me van atrapando los sueños sin que pueda ver con exactitud
que detrás de las ataduras de los pensamientos
hay una luz
muy parecida a la libertad
que pinta un paisaje semejante al que me persigue cada día.
Me esfuerzo por fijar mis pupilas
y me encandilo.
No es la luz la que deben mirar mis ojos
sino el sutil paisaje
que como encantado
busca un brillo propio
para deslumbrar.
Los párpados se cierran,
buscan una pausa que serene la angustia
y vuelven a abrirse.
Creo ver el paisaje iluminado
pero ya no encandila
ya la mirada
sabe adónde debe ir,
a pesar de las redes del destino
y de las ataduras del pensamiento.
(MACHÉ / [email protected])