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lunes, 25 noviembre, 2024

Emprendedores: Poniendo claro sobre oscuro, mitos y realidades de los empresarios y emprendedores (Parte 1)

En todo ámbito existen una serie de mitos y concepciones erradas, que con gran frecuencia salen a relucir y nos muestran una parte incorrecta de los emprendedores.

Es muy común escuchar conceptos erróneos acerca de la creación de empresas, empresarios y emprendedores, lo mas gracioso de la situación es que quienes crean estas falsas ideas son personas que poco o nada tienen que ver con el mundo empresarial, por eso he hecho esta recopilación de algunos mitos para que los que esten pensando en emprender no caigan en el error de fiarse en estas mentiras.

El proceso de creación de empresas y el ejercicio de la profesión empresarios son, una práctica que como la medicina o la ingeniería exigen conocimientos, habilidades, actitudes, aptitudes y atributos, pero sobre todo trabajo para lograr la formación y el desarrollo que el proceso exige.

Igual que en cualquier otro campo de la acción humana existen una serie de mitos y concepciones erradas, que con gran frecuencia salen a relucir cuando se excusa de no tener la decisión o de no querer hacer el trabajo que el proceso empresarial exige o cuando se quiere desestimularlo o desprestigiarlo.

 

MITO 1. Los empresarios no analizan

 

Esta concepción es muy generalizada e incluso, con gran frecuencia, los mismos empresarios plantean un desprecio por los métodos de análisis formal cuando dicen: “Yo para mis negocios, no hice nunca un estudio”. Esta posición de la idea de que el empresario es un loco, a quien le plantean o identifica una oportunidad y sin ningún raciocinio o consideración se lanza y se pone en riesgo, y peor aún, pretende ilustrar esta conducta como la que conduce al éxito.

La verdad es distinta, los empresarios exitosos por una largo período, no juegan a la ruleta rusa, no se arriesgan por corazonadas o por impulsos emocionales. Ellos analizan muy bien la oportunidad, la miran por todos lados, la evalúan con un software mental que ya tienen estructurado y que recibe datos por todos los sentidos; calculan cuidadosamente sus movimientos antes de actuar.

La verdad es que ese software mental y esa lectura sensorial de datos forman parte del desarrollo del empresario, en muchos casos logrado a tropezones, y casi siempre es muy particular para ciertos tipos de negocio en los cuales él tiene experiencia.

Es iluso pedirle a una persona que sólo va a hacer sus primeros intentos en el mundo empresarial que actúe de ese modo y, por tanto, es necesario darle un primer esquema de análisis que le permita iniciar su proceso de desarrollo.

Pero también es verdad que existen muchas personas que analizan y analizan y nunca toman la decisión de actuar. El fracaso de este esquema, en términos empresariales, no se debe a los análisis, obedece básicamente a la falta de algunos atributos empresariales.

El verdadero empresario, con análisis formales o informales, tiene la habilidad para pensar y evaluar la situación y actuar en el momento oportuno, bien sea para realizar el proyecto, si está convencido de que éste pueda salir adelante, o para rechazarlo, si cree que sus oportunidades son muy escasas.

Para el amante de este mito, una sugerencia: pregúntele a un empresario de verdad cuántas veces ha dicho no a una propuesta de negocio y cómo hizo para llegar a esa conclusión, y se dará cuenta fácilmente, de que sí efectúa análisis y muy profundos, tal vez no en el papel, pues no fue así como aprendió a analizar, tal vez no en la forma en que los académicos lo hacen, pero sí en forma consciente y racional.

 

MITO 2. Los empresarios nacen, no se hacen

 

Esta frase ha sido repetida muchas veces pero no sólo para el caso de los empresarios, sino también para políticos, diplomáticos, artistas, gerentes, deportistas, etcétera, y en todos los casos se ha demostrado errada.

Existe evidencia clara de que muchos empresarios no tienen ancestro empresarial, entendido esto como hijos de padres empresarios, y muchos de los que no son empresarios provienen de padres empresarios.

El ser empresario implica unos atributos y unos conocimientos que son adquiridos y aprendidos. La verdad es que los empresarios se forjan mediante aprendizaje y experiencias educativas que combinan en proporciones diversas lo formal y no formal.

Nadie va a negar que se requiere salud, energía, un poco de inteligencia, características biológicas necesarias pero no suficientes; tampoco se va anegar que se precisan conocimientos y habilidades que no se dan al nacer sino que se desarrollan en función del ambiente en que se viva: iniciativa, toma de decisiones, capacidad de riesgo, creatividad, etcétera.

Drucker indica cómo hace 40 o 50 años nadie pensaba que un gerente era formable, hoy, la mayoría de la gerencia proviene de las escuelas de administración de empresas. En el mundo moderno se producen artistas, deportistas, políticos, diplomáticos, y pueden producirse empresarios, como lo atestiguan muchos casos documentados, aun en comunidades deprimidas económica, social y educativamente.

 

MITO 3. El empresario clásico o puro

 

Existe la creencia de que sólo es empresario quien cumple todos los requisitos que se puedan formular sobre los procesos empresariales o sobre las características empresariales, y esto lleva a posiciones ingenuas como aquella que afirma que quien no parte de una invención o de alta tecnología no es empresario.

La verdad es que existen empresarios que cumplen todas las características del modelo ideal, pero también hay muchas excepciones. Lo que define a un empresario es su perspectiva empresarial, y por esos tanto el empresario rural como el de alta tecnología lo son, no por la tecnología o mercados que manejan, sino por su perspectiva empresarial.

Igualmente, no puede pensarse que sólo es empresario quien con frecuencia empieza una empresa, pues, parte de la función del empresario es el crecimiento y la supervivencia a largo plazo de la empresa. Además, es importante entender que la perspectiva empresarial no depende del sector económico, de la tecnología que se maneje, de la finalidad o no del lucro o del tamaño de la egresa.

Este mito es tan fuerte que incluso hay empresas consultoras y universidades que antes de aceptar un participante en un curso de espíritu empresarial le hacen un chequeo de sus habilidades y conocimientos y si los tienen lo aceptan; de lo contrario lo rechazan.

La verdad es que ese empresario que ya tenía todas las características no necesitaba ese entrenamiento, y que los indicadores de éxito de esas organizaciones son apenas obvios, pues so empiezan con empresarios es muy difícil terminar si éstos. La misión del proceso educativo es proveer y despertar las competencias necesarias para que una persona que no ha actuado como empresario, empiece a hacerlo.

 

MITO 4. Todo lo que se necesita es dinero

 

Esta es la disculpa más frecuente de quienes no son empresarios para explicar su falta de creatividad, decisión e iniciativa. A veces en esta disculpa hasta el gobierno cae. Una de las habilidades empresariales, es identificar y conseguir recursos, y entre ellos recursos financieros.

Otro aspecto suficientemente documentados en investigaciones a nivel mundial es que, en genera, la mayoría del dinero que se invierte para empezar una empresa proviene de ahorros personales, de los familiares y de los amigos.

Incluso muchas veces la abundancia de dinero más que una ayuda es un perjuicio, pues no se valoran las decisiones y se cometen grandes desperdicios económicos.

En general, la falta de de dinero es más un síntoma que la causa del problema. Muchas veces la gente quiere que le den dinero para una idea general, o para una idea de negocio que no ha sido evaluada ni analizada y en la cual el presunto empresario no tiene experiencia, y claro en ninguna parte del mundo esta persona va a conseguir lo necesario.

Igual ocurre con los problemas de garantías, en que todos queremos que las entidades financieras nos suelten dinero sin ningún respaldo; esto es imposible, pues éstas manejan recursos de otros y tienen el compromiso de responder por ellos.

Existen muchas formas de hacer un proyecto y la tarea del empresario es identificar la forma que es funcional para su nivel de recursos.

 

MITO 5. El empresario es falto de preparación

 

Este concepto se escucha y hay evidencias como estas: “Si usted mira a los empresarios famosos de hay, que tal vez empezaron sus negocios en 1950, se da cuenta de que ellos no fueron a la universidad y tal vez ni siquiera al bachillerato”; y, claro, uno puede continuar y afirmar: “Si usted mira los empresarios de 1900, ellos no fueron ni siquiera a la escuela primaria”.

Indudablemente, esto es falaz, pues se olvida de las características de la población del país; en 1950 el porcentaje de ciudadanos latinoamericanos que terminaban bachillerato era mínimo, el número de empleos disponibles también era mínimo. Por tanto, lo normal era que los empresarios tuvieran como característica no haber ido a la universidad.

Las condiciones actuales en los países desarrollados son muy distintas; la mayoría de los empresarios de la década del 80 son personas con títulos universitarios, y esto de nuevo no es más que un fenómeno ambiental.

Cada día en Latinoamérica, más y más empresarios son personas con educación superior, pues indudablemente esos conocimientos no pueden perjudicar el ejercicio empresarial. Es fácil también apreciar que los empresarios todos los días mejoran su calificación y tratan de remediar su falta de conocimientos.

Todos los programas de apoyo empresarial exitosos por la capacitación de los empresarios, pues esta es la única forma de mejorar su habilidad de gestión y elevar la probabilidad de supervivencia y crecimiento de la empresa.

El empresario no juega al avestruz, cuando él se mete en un negocio es porque o ha estudiado conoce los pros y los contras, sabe cuáles son los puntos débiles y tiñe una estrategia para resolverlos; es consciente de que cuando actúa no tiene todas las respuestas, pero no porque no las quiera tener, no porque rehuya el conocimiento o la información, sino porque no las puede conseguir.

El empresario del futuro tiene que ser un empresario educado, formal o informalmente, de lo contrario, sus posibilidades de éxito y/o crecimiento son nulas. Por otro lado, el empresario conoce su negocio detalladamente y sobre éste requiere conocimiento y formación.

 

MITO 6. Los empresarios son los fracasados

 

En Latinoamérica existe una tendencia muy marcada a asociar factores de degradación con una persona de éxito, y esta pasa con los empresarios: despido del trabajo, bajo rendimiento académico, divorciados, revolucionarios, etcétera; pero no se acostumbra mirar los factores positivos o las razones por las cuales se dieron los factores negativos.

Una persona pudo haber sido un mal estudiante, porque estudió algo que no le gustaba, que le fue impuesto o que fue su única alternativa, pero un día encontró la forma de desarrollar su verdadero potencial y lo hizo. ¿Qué sentido tiene analizar que fue mal estudiante?

La gran mayoría de las personan empleadas son despedidas o renuncian a sus cargos más de una vez en su vida; ¿querrá esto decir que son malos o incapaces? No, la mayoría de las veces son conflictos de poder, o procesos de modificación organizacional, o discrepancias con el jefe, o simplemente insatisfacción con el trabajo.

Además ¿quién ha dicho que todos tenemos que ser buenos para todos? Es perfectamente válido que uno sea muy bueno para empleado y muy malo para empresario o viceversa.

En cualquiera de los grupos de empresarios y de no empresarios se encuentran personas brillantes y mediocre en sus estudios académicos, habilidosos e incapaces en sus actividades sociales, casados y divorciados, estables e inestables, malgeniados y sosegados, etcétera.

Por otro lado, ¿qué es ser fracasado? ¿Acaso un empresario con una empresa con 20 empleados y con unas buenas utilidades es un fracasado? Obviamente que no, y es más, ese empresario puede ser más útil a la sociedad y más exitoso que la persona exitosa que se jubila sin haber generado un empleo extra y dependiendo solo de su pensión de vejez.

 

MITO 7. Todo lo que se necesita es suerte

 

En este se escudan lo que no son empresarios, pues no entienden que hay personas que estuvieron en el lugar indicado en el momento apropiado y fueron capaces de captar la oportunidad que se les presentó.

La suerte es la capacidad de ver apreciar las oportunidades, es el trabajo serio que se hace en búsqueda de algo, es aprovechar y maximizar las épocas buenas y minimizar el impacto de las épocas malas.

La idea es crearnos la suerte y no esperar a que ella nos llegue, o sea; crear la empresa y no esperar a que alguien nos la traiga.

Es importante que es empresario tenga conciencia de que siempre habrá resultados no sujetos a su control, que él trabaja con información incompleta y que por tanto, hay riesgo; pero que esos riesgos se aminoran a medida que se prepare para enfrentarlos y no a medida que simplemente confíe en que la buena suerte lo protegerá.

Para estar en el lugar apropiado, en el momento oportuno y captar la oportunidad que circula ante nosotros, se necesita un proceso de análisis de factores; en resumen, se necesita espíritu empresarial y no suerte.

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