(Por Marina Suárez, Técnica en criminalística y criminología)
Esta semana quería compartir algunas líneas de una entrevista que le hicieron a Elías Neuman en el año 2007, pero parece que hubiese sido hoy. Neuman fue Licenciado en Derecho por la Universidad de Buenos Aires, donde cursó estudios de maestría y doctorado; fue catedrático de Victimología, Derecho penitenciario y Criminología; autor de libros; entre los mas destacados: Prisión abierta, una nueva experiencia penológica; Droga y criminología, Los que viven del delito y los otros; Victimología, el rol de la víctima en los delitos convencionales y no convencionales, Mediación y conciliación penal y SIDA en prisión: un genocidio actual. Este destacado Criminólogo falleció en el 2011.
Algunas de las preguntas y sus respuestas:
“… ¿Es posible establecer a qué sector social pertenecen los presos que están hoy en las cárceles argentinas?”
“Los cultores del Derecho Penal suelen hablar de selectividad penal. Yo prefiero hablar de discrecionalidad penal y recordar una muletilla que acuñé hace años: “A la cárcel llegan los delincuentes fracasados”. Recuerdo algo muy gráfico y poético escrito por un viejo preso mexicano: “En este lugar maldito, donde reina la tristeza, no se condena el delito, se condena la pobreza”. En realidad las cárceles parecen hechas para gente de abajo. Y si se toman las historias clínicas de esas personas se va a encontrar que provienen de hogares disociados o eyectores, y ahora se agrega otro hecho que nos trae el sistema neoliberal que es la exclusión social. De modo que en las cárceles existe una suerte de cosa, yo diría arbitrariamente señalante, estigmatizadora para grupos determinados de personas. A la cárcel no van los delincuentes económicos, porque la corrupción no se castiga.”
“… ¿Por qué ocurre esto?”
“Esto se ha acentuado en estos tiempos, donde la peor tragedia del país es el hambre. Hay un desmesurado control social. Y la cárcel es un control social institucional que consiste, en esta época, en una suerte de Estado autoritario dentro de la propia democracia, dirigido a la gente de abajo. Porque al no existir pleno empleo, ya que no es necesario en esta época de capitalismo financiero, hay una enorme cantidad de personas que se han caído del contrato social y que están excluidas y que obviamente deben ir insumisos. Entonces se requiere represión y aquí en Neuquén se conoce bastante bien el tema. Hay una necesidad de control que ejercen los medios punitivos del Estado, de una manera más cerrada y discrecional que antes. Y entre los políticos y la Policía hay una suerte de guiño para cierto tipo de operaciones, incluida la operación limpieza. Porque nuestro país tiene pena muerte extrajudicial.”
“¿Es posible reinsertar desde la prisión a una persona que siempre estuvo excluida socialmente?”
“El tema de la readaptación social es un tema que pertenece al Estado benefactor: es importante que el hombre que pierde su libertad aprenda algún trabajo para reinsertarse útilmente en la sociedad el día que salga en libertad. Pero ocurre que eso pertenece a un sistema capitalista de producción, porque obviamente el operario es una parte de la cadena de producción, y el preso que deviene operario forma parte de esa cadena. Pero hoy vivimos un capitalismo financiero, en el que muchas personas en extramuros no consiguen trabajo. Qué haremos si alguien sale en libertad y, además del estigma social que implica haber estado en prisión, tampoco consigue trabajo para hacer útil aquello que aprendió en la cárcel. O sea que la readaptación social se hace irreductiblemente absurda.”…
FUENTE: Sebastián Lafón, Diario Río Negro
Martes 25 de septiembre de 2007, puesto en línea por Chiara Sáez Baeza
Reflexionar a cerca de estos temas, nos invita a preocuparnos, ocuparnos y re-pensar como sociedad que podemos hacer para las nuevas generaciones, cuantos paradigmas de exclusión social para determinadas personas que las lleva a diferentes comportamientos o conductas disruptivas porque no tuvieron la contención suficiente cuando la necesitaron.