Operar a una leona, esquivar los golpes de un canguro enojado, sacar una elefanta de cinco toneladas de un pozo. Un día cualquiera en la vida de Adrián Petta, veterinario especializado en animales exóticos.
(Por Juan Manuel Jara)
Entró al quirófano temprano, a las seis de las mañana. El paciente -LA paciente, para ser más preciso- ya estaba sobre la camilla bajo los efectos de la anestesia. Casi cuatro horas después, dejó en manos de un asistente la tarea de suturar la incisión en el lomo de la leona que vaya uno a saber cómo, se había tragado un pedazo de alambre que le estaba perforando el intestino. Un día normal en la vida de Adrián Petta, veterinario especializado en animales exóticos.
Esa leona no es propiedad de un particular. Pertenece a un zoológico de Concordia, en Entre Ríos. La tenencia de felinos salvajes por particulares está prohibida por ley, salvo que lo tenga desde antes del año de promulgación de esa ley que, en este caso, data de 1995. Distintos son los zoológicos o las granjas donde se rehabilita o llegan porque fueron donados por sus dueños originales.
A Adrián muchos lo conocen como el veterinario de animales raros. La pregunta es: ¿qué entra dentro de la categoría de animales exóticos? Él lo explica claramente:
ADRIAN PETTA: Un veterinario tiene una amplia gama de cosas para hacer. Cuidar la salud del pescado que se pesca en Mar del Plata. Controlar la carne en un frigorífico. O en un hospital público, ayudando en las campanas de salud contra la rabia, dengue y esas cosas. Y estamos los que hacemos medicina. La gente asocia un veterinario con atender animales. Una rama con cierto auge desde hace veinte, veinticinco años es la medicina de animales exóticos. Surgió por la necesidad porque la gente empezó a tener como mascotas a animales que no eran ni el canario, ni el gato ni el perro.
SEMANARIO EXTRA: Llegamos al mascotismo. ¿Qué se puede tener y que no como mascota?
AP: Todo lo que tiene que ver con aves, reptiles y mamíferos no convencionales pueden ser o no mascotas y solo depende de tener la documentación correspondiente. Muchos dicen que no se puede tener un loro hablador. No es real. Podes tenerlo si es de un criadero comercial y ahí te dieron la documentación. Eso esta ok. Si uno compra el animal en una feria, eso está mal, fuera de la ley. Hay mucha gente que tiene conejos hurones, serpientes, lagartos, como mascota. Ahí llegamos nosotros, que nos especializamos para atenderlos.
Adrián Petta se especializa en loros, cotorras, reptiles – especialmente lagartos- y en hurones. Estos últimos llegaron hace diez años al país y desde entonces han entrado unos 9 mil animales. Tienen mucha demanda.
SE: ¿Te suena el teléfono a la madrugada? ¿Cuál puede ser una urgencia?
AP: Una serpiente que está en trabajo de parto y se le queda trabado el bebé o el huevo mitad afuera y hay que hacerle una cesárea. Otro ejemplo, una elefanta que se cayó dentro de un pozo en un zoológico a las 3 de la mañana, lloviendo. Hubo que buscar la logística para sacar a esos 5800 kilos, cosa nada fácil porque no todas las grúas pueden elevar ese peso. Un amigo tenía una que levantaba hasta 10 toneladas y así la sacamos.
La profesión lo llevó a viajar por el mundo. Un día sonó el teléfono. Larga distancia. Perú. ¿El motivo? Un loro. Le mandaron el pasaje y fue. Cuando llegó, no era 1 loro, si no 1800. El que lo llamó tenía un criadero industrial que exportaba crías a todo el mundo. Tenía 70 especias distintas. Lo que quería era hacer un plan sanitario. Llamados así, varios. Y no tan lejos. “Me llaman de La Pampa para ver un animalito”, recuerda Petta,”cuando llegué “el animalito” eran ¡¡300 ciervos sueltos!!”.
Se capacitó en Alemania, Estados Unidos, haciendo cursos o trabajando. También en Brasil, y en México con un veterinario especializado en grandes simios.
En su casa empezó a armar como un refugio para quedarse con aquellos animales que la gente no puede tener más. Casi sin darse cuenta se convirtió en adiestrador, y así varios de sus animales tienen experiencia en cine y en tv y son requeridos, como ahora que el director nuevejuliense Néstor Montalbano lo convocó para el rodaje de su nueva película “No llores por mí Inglaterra”. “Tengo muchos guacamayos y en la película de Montalbano necesitaban uno así de colores azul y amarillo, y hacer con el varias escenas con distintas posturas”, explica Petta, “como adiestrador ayudo a que el animal haga lo que el director necesita”.
Así fue adquiriendo no solo experiencia sino también algunos trucos, como hacer que el pájaro aletee. “Descubrí que cuando yo aleteaba con los brazos el loro hacia lo mismo. Eso se genera por lazo afectivo. En la jaula de casa puse unos bancos de plaza y los loros van y te caminan por encima. Son muy dóciles”.
SE: ¿es difícil que la gente entienda que no todo animal es domesticable?
AP: Hay animales que no son domesticables. Los leones, por ejemplo. En algún momento va a tener una conducta como la puede tener un gato, pero a otra escala. Es un error pensar que los animales que están en cautiverio pueden ser liberados en sus hábitats naturales y sobrevivir. Un león que nació en cautiverio no puede ser liberado en África y vivir normalmente porque nunca podría cazar como lo hacen los que viven libres porque eso se aprende de padre a hijo. La biología tiene un dicho: animal que le fue sacado a la naturaleza, animal muerto para la naturaleza. Lo que hay que hacer es generarle el ambiente más propicio para que el animal se sienta lo más cómodo posible.
Una serpiente venenosa tampoco es conveniente tener. Una pitón de 9 metros de largo que no es venenosa y vive en un habitat en el cual hay humanos, sabe que el humano no es comida. Tener una mascota implica un gusto y una responsabilidad y acá todos quieren darse un gusto pero no asumir las responsabilidades.
SE: El animal habla del perfil del dueño.
AP: Sin dudas. El que tiene una pitón es alguien que quiere tener algo que los demás no tienen. Algunos les gusta ver como come el animal. Hay una fascinación con eso. En el caso de los conejos, la gente los ve simpáticos, frágiles y la realidad es que los machos son bastante agresivos. El carácter sexual del conejo hace que casi permanentemente quiera morder u orinar, por eso los castro, le bajan las hormonas y así se vuelven dóciles. Y las conejas también. La tenencia de zorrinos no está permitida. Los que se puedan conseguir son animales silvestres, de campo. Los hurones vienen castrados y los visten, los bañan, le festejan el cumpleaños y la gente se equivoca, como pasa con los perros. Ahora hay una moda con los “mini pigs’, cerditos que llegan a pesar 30 kg, el tamaño de un perro cocker. Los llevan paseando por la calle, vestidos, hacen encuentros de chanchos en plazas de Buenos Aires.
Uno lo escucha, casi con incredulidad pero sin sorpresa. Hay una frase de Einstein que dice el universo tiene límites, la idiotez humana no. Y modas así no dejan bien parada a la raza humana. “Se personaliza tanto a los animales que se corre peligro de caer en otras cosas”, explica Petta. “En San Isidro una señora adinerada hizo una fiesta de chanchos. Yo fui como veterinario y me pedían fotos con los chanchos…en fin. Le gente no está bien, se apoya en cosas que cada vez son más difíciles de sostener”.
SE: Además de la fiesta de los cerdos… ¿qué otra rareza recordás?
AP: Fui a la casa de un señor que tenía un canguro rojo, grande, dos metros de alto, que lo tenía en una jardín y había atacado a toda la familia. El problema es que no lo podían manejar. Era el rey del jardín. Le di un sedante en la comida y cuando entro a la jaula, ya estaba en el piso y de repente se levantó y me empezó a golpear en los brazos. Mi error fue confiar en un animal que no es domesticable. Allí entraron unos asistentes y el animal retrocedió y fue controlado. Y llevado al zoológico de Buenos Aires, actual eco parque, y está muy bien.
SE: Como lo había conseguido?
AP: El señor era un diplomático. Lo había traído de cachorro y, claro, los chicos crecen.