Relojes famosos alrededor del planeta
(Por Cecilia Lastiri)
Un reloj astronómico en Praga:
No hay otro reloj como éste; o al menos así debería ser si creemos lo que dice la leyenda acerca de que los ediles de la ciudad cegaron al maestro relojero para que no lo pudiera reproducir. Decir que los viajeros sienten fascinación por el reloj astronómico de Praga es quedarse cortos. Su belleza lo ha convertido en un icono universal. Ver como marca las horas es un espectáculo imprescindible en la Ciudad Vieja de Praga.
La hora del té en Londres:
Más que un reloj, es un símbolo universal. En realidad el Big Ben es el nombre de la gran campana del reloj del Palacio de Westminster; pero con el paso del tiempo hemos acabado llamando Big Ben a toda la torre. Este es un reloj de cuatro caras, como si lo hubieran hecho para que todo Londres pudiera saber la hora exacta de tomar el té. Se le reconoce una gran precisión gracias a la técnica con la que fue construido. La clave está en un péndulo a prueba del viento. A pesar de ser una de las atracciones turísticas más famosas del mundo, su interior no está abierto a visitantes extranjeros; sí pueden visitarlo las personas con nacionalidad británica con cita previa. Para ello deberán subir 334 escalones de piedra hasta la parte superior del mecanismo.
Un reloj universal en Berlin:
Este reloj en Alexanderplatz se ha convertido en un icono de la ciudad. Se ubica en un lugar de Berlín muy bien comunicado, con estación de tren, autobús y tranvías, así que el reloj «Urania» es muy visitado tantos por los turistas como por los berlineses. El reloj fue construido en 1969, por lo que es un superviviente de la época de la antigua República Democrática Alemana. Este reloj da la hora de todo el mundo, como si fuera una metáfora del aislamiento que vivió en la época socialista.
Un reloj para empezar el año:
Los relojes suelen estar vinculados con rituales especiales y este es un buen ejemplo: es el reloj que nos da la entrada del Año Nuevo en Madrid. Fue inaugurado en 1866 por la reina Isabel II, así que lleva siglo y medio dando la hora. En realidad se llama Reloj de Gobernación, pero es tan popular que en España todos lo conocen como el reloj de La Puerta del Sol. El reloj fue obra del relojero español afincado en Londres, José Rodríguez Losada, que lo donó al Ayuntamiento de Madrid.
Un reloj en la ciudad que nunca duerme:
Nueva York es la ciudad que nunca duerme: uno de sus símbolos es la Quinta Avenida, la arteria principal de Manhattan que divide la ciudad en dos partes. Está considerada una de las avenidas más caras del mundo. Alberga rascacielos como el famoso Empire State Building, la Catedral de San Patricio, museos como el Guggenhein, la tienda Apple y sí, también un reloj en el número 200 que está inscrito en el Registro Nacional de Lugares Históricos desde el 18 de abril de 1985.
Un reloj de zares:
La Plaza Roja y el conjunto del Kremlin, en Moscú, son de la clase de espacios arquitectónicos que imponen, tanto por lo monumental como por haber sido escenario de la Historia. Su valor fue reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Este conjunto de edificios civiles y religiosos se ha convertido en símbolo del gobierno de Rusia. El recito está rodeado por una muralla de forma características, y una serie de torres de defensa. La más bella de dichas torres es la Torre del Salvador, la puerta “santa” del Kremlin; tal vez por ello, se escogió para albergar un reloj que ocupa tres pisos de altura y pesa 25 toneladas.
El reino de los relojes de cuco:
El que cada media hora salga un autómata con forma de pájaro hace de los relojes de cuco uno de los relojes más simpáticos del mundo. Para encontrar los originales hay que viajar hasta la Selva Negra, Alemania. Precisamente, en Triberg, una pequeña localidad de Alemania ubicada a unos 56km de Friburgo, es el lugar donde se encuentra el reloj de cuco más grande. Si el péndulo mide 8 metros, ¡imaginad el tamaño del pájaro que da la media hora! Esta zona de Alemania, además de ser famosa por la industria relojera, está llena de bellas aldeas y de una naturaleza exuberante.
El reloj más grande del mundo:
Si buscamos un reloj que esté a la vista de todos, éste, sin duda, tiene todos los números. Está en el centro de la Meca, en Arabia Saudí, en un vasto complejo inmobiliario que se construyó para ampliar la oferta hotelera de una ciudad que recibe a millones de viajeros cada año durante el mes sagrado del Ramadán. En este complejo destaca con una altura de 430 metros, la torre Makkah Royal, cuya cima tiene un reloj con una esfera de 43 metros de diámetro. Dicen que la hora que marca se ve incluso a 25 kilómetros de distancia.
El tiempo es oro en Zurich:
Dicen que el tiempo es oro, y, tal vez, el mejor lugar para comprobarlo, aunque sea en su sentido literal, sea Zúrich, la principal ciudad de la Confederación Suiza. En esta ciudad destacan los relojes tanto como los bancos. Es la sede de marcas de prestigio como Rolex, por ejemplo. Además, la Iglesia de San Pedro de Zúrich, aparte de ser la más antigua de la ciudad, cuenta con el mayor reloj de Europa de casi 9 metros de diámetro. El Museo Beyer está especializado en relojería, y hará la delicia de cualquier aficionado a los relojes.
Un reloj para dioses en Atenas:
La Torre de los Vientos está en el centro de Atenas. A esta torre de 12 metros de altura y casi 8 metros de diámetro, también se la conoce como El Reloj de Andrónico, y, efectivamente, nos encontramos ante un asombroso reloj de agua que fue proyectado en el siglo I a.C. Debió ser todo un acontecimiento de la época, porque, por sus dimensiones, se puede contemplar desde diferentes lugares del Ágora romana de Atenas.
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