UN PUEBLO DE PIEDRA Y ARTISTAS: Saint Paul de Vence es considerado como uno de los pueblos más bellos de Francia, junto al Mont Saint Michel y Vezelay.
Situado en la Costa Azul, entre Antibes y Niza, -muy cerca de Cagnes-sur-Mer-, Saint-Paul pertenece al departamento de los Alpes Marítimos.
Toda esta zona que conforma hasta la frontera italiana la Riviera francesa es un lugar ineludible cuando se va de visita por la región.
La particular reputación de Saint Paul de Vence se debe, sobre todo, a su belleza, ya que es un pueblecito de piedra cuidado y restaurado. Situado en lo alto de una colina, en pleno su entorno provenzal, se halla muy cerca del mar Mediterráneo (a tan sólo 7 kilómetros), con un clima cálido. Todos estos atractivos han hecho que el pueblo se convirtiese desde finales del XIX en el destino preferido de muchos artistas, como Matisse, Renoir, Miró, Yves Montand o Cocteau. Todo ello ha contribuido a la enorme fama que tiene este pueblo que atrae a miles de visitantes venidos de todo el mundo.
La tradición artística de la comarca ha hecho que en St Paul se instalen numerosas galerías de arte y muchos pintores o escultores
A finales del siglo XIV, el condado de Niza es anexado por el condado de Savoya, en el cual se sitúa Saint-Paul de Vence, lo cual le confiere un papel estratégico y geopolítico importante. Por esa razón, las fortificaciones que ya existían son reforzadas a lo largo del siglo XV. A finales de siglo, en 1482, cuando la Provenza es incorporada al Reino de Francia, Saint-Paul de Vence, más tarde, en el siglo XVI, el rey Francisco I, en guerra con Carlos V, manda construir las murallas que podemos admirar en la actualidad.
Gracias al desarrollo de los medios de transporte, la Costa Azul va a convertirse en un destino turístico de forma rápida. La gente llega atraída por los magníficos paisajes de la Provenza y por las condiciones climáticas ideales. Y, sobre todo, muchos artistas llegan atraídos por los magníficos colores provenzales. A partir de los años 20 del siglo XX, muchos pintores llegan a Saint-Paul de Vence.
Un poco de historia
Dos grandes civilizaciones de la Antigüedad han dejado su huella por esta región de la Provenza: los Griegos y los Romanos. Los primeros implantando la cultura del olivo y la viña que han contribuido a la riqueza de este lugar; y los segundos, construyendo ciudades y vías. Tras la caída del Imperio romano, en el siglo V d.C., la Provenza atraviesa por un período difícil, en razón de las invasiones bárbaras y las epidemias. Por eso, numerosos pueblos fueron construidos en zonas altas, como es el caso de Saint-Paul de Vence, que fue erigida en el siglo XI, así como su castillo, del que solo queda el torreón.
A finales del siglo XIV, el condado de Niza es anexado por el condado de Savoya, en el cual se sitúa Saint-Paul de Vence, lo cual le confiere un papel estratégico y geopolítico importante. Por esa razón, las fortificaciones que ya existían son reforzadas a lo largo del siglo XV. A finales de siglo, en 1482, cuando la Provenza es incorporada al Reino de Francia, Saint-Paul de Vence, más tarde, en el siglo XVI, el rey Francisco I, en guerra con Carlos V, manda construir las murallas que podemos admirar en la actualidad.
La función militar de Saint-Paul va desapareciendo paulatinamente a medida que los tiempos se van haciendo más pacíficos. En 1873, Adolphe Thiers, el presidente de la III República, ordena la destrucción de las murallas y su subasta, pero el alcalde de Saint-Paul de Vence se opone y compra las murallas por 400 francos.
Gracias al desarrollo de los medios de transporte, la Costa Azul va a convertirse en un destino turístico de forma rápida. La gente llega atraída por los magníficos paisajes de la Provenza y por las condiciones climáticas ideales. Y, sobre todo, muchos artistas llegan atraídos por los magníficos colores provenzales. A partir de los años 20 del siglo XX, muchos pintores llegan a Saint-Paul de Vence.
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