Es una antigua técnica que se utiliza para generar madera sin talar árboles. Se hace un crecimiento controlado de las ramas.
(NAP) Los japoneses inventaron hace 600 años la técnica del Daisigu, que consiste en crear nuevos brotes en la parte superior del árbol, pero recortándolos hasta que crezcan casi rectos, de tal modo que se aplica la técnica de los bonsáis a árboles de un tamaño mucho mayor.
Es un método de silvicultura en donde se aprovechan los brotes o ramas de los árboles que han recibido previamente un tratamiento especial de crecimiento controlado.
En vez de talar los árboles, se van podando sus ramas hasta conseguir la longitud deseada. Reciben una poda específica para que crezcan de forma recta hacia arriba sin ningún nudo o curva. Se deja intacto el árbol original y cada cierto tiempo empiezan a podar algunas partes, esto es un crecimiento controlado.
Japón al ser una isla pequeña, tuvo que idear la manera de aprovechar el terreno. Además, cultivar árboles en laderas muy empinadas era dificultoso debido a los deslaves provocados por tormentas.
Daisugi consiste en crear ramas en los cedros que sean perfectamente derechas y verticales. Al realizar esta técnica se comprobó que las ramas nuevas nacientes son mucho más firmes y resistentes que la raíz original debido a que tienen un mayor flujo de nutrientes por su forma recta y vertical. Es una evolución de la técnica del Bonsai, técnica que consiste en mantener los arboles pequeños aunque tengan edad adulta.
Esta forma de crecimiento, alargada y vertical sin nudos facilita el trabajo de la construcción. Permite generar tablas o columnas largas, el crecimiento natural del cedro complicaría utilizar esa madera. Por otra parte, esta madera derecha y alargada tiene el nombre de taruki y es normalmente utilizada en los techos.
El tipo de cedro que se utiliza se llama kitayama que se usa especialmente para la construcción
Se tiene que esperar alrededor de 20 años para poder cortar estas ramas y utilizarlas. Es muy poco tiempo si se compara con el tiempo que conllevaría talar un árbol entero y esperar a que crezca. Por lo tanto, con la misma cantidad de cedros se pueden conseguir generaciones y generaciones de ramas para seguir haciendo madera.
Otro motivo para evitar la tala de árboles es que las raíces de esos cedros muy antiguos generan que el piso se mantenga firme y estático para futuras lluvias y así evitar, deslaves. Si se quitan esos cedros se lava el suelo. Si se plantaran nuevos cedros, sus raíces no serían tan fuertes por la misma erosión de los años. (Noticias AgroPecuarias)