Luis Andrés Secreto
56 años – Sonidista // Analista de Sistemas // Encargado del Bondi.com // Profesor en ISETA, FUN, UP, UTN // Marido reincidente // Padre de 5 y papá de seis
Cabeza de ratón
¿Que nos pasó? Digo nos pasó porque nos pasó a todos. Esto de que los chicos no aprenden o los maestros no les enseñan, o sí, les enseñan, pero con poco entusiasmo porque ….
el sueldo es poquito, o el sueldo no es poquito pero el programa que les tienen que enseñar es desastroso, o si el programa es bueno nunca se alcanza a cumplir con el total, o si el chico no aprendió pasa igual de grado y nunca mas se intenta enseñarle lo que no le quedó claro. O si todo esta bien planeado en plano educacional, los chicos vienen con hambre a clase. Hambre de las dos. De comida y de contención. Porque a veces en la casa el chico es un numero mas. O si usamos la escuela como centro de alimentación y contención no nos alcanza el tiempo para educar. O si de milagro el chico viene comido y contenido, no le han transmitido el modelo de dedicar parte del esfuerzo de vida en estudiar, en capacitarse. Y cuando digo no le han transmitido, digo desde la casa y digo nosotros como país. Y atenti, que ese fracaso colectivo es desmoralizante. Nunca va a faltar algún distraído al que le alcance su triunfo personal, en materia educativa digo, para sentir que ha triunfado. Victoria a lo Pirro la del que triunfa como individuo mientras su sociedad se derrumba. No advierte que deja minado el terreno para que el próximo fracaso individual sea el de sus hijos. La literatura abunda en ejemplo de mártires que van gozosos al cadalso por que advierten que la suya será una muerte solo personal y no la de sus ideas o proyectos. Nuestra historia, en cambio, esta plagada de ejemplos de individuos que no vacilaron en sacrificar sus propios ideales, si los tenían, o nuestros ideales como sociedad, para satisfacer su propio apetito, su propio proyecto de fama o poder. Y estoy haciendo la vista gorda al no fijarme en lo económico.
Habrá sido sin querer? Difícil. En el momento de actuar prefirieron ser cola de león en vez de cabeza de ratón. Los pies acá, pero la mirada allá lejos. Y, en la polémica, empiezan a aparecer etiquetas. A favor y en contra. Tendré la bondad de no mencionarlas por economía procesal. Embarran la cancha, dificultan el análisis.
Si diré que el costo de viajar sin visa lo estamos pagando entre otras cosas con calidad educativa.
Que nos pasó decía, en materia de educación. En que momento dejamos de fijarnos en nuestros hijos. En lo que aprendían. Quizá el primer error fue no fijarnos en quienes tenían la responsabilidad de decidir las políticas en materia educativa. O no fijarnos en lo que proponíamos nosotros mismos como sociedad, ninguneando a nuestros graduados al extremo de que vieran al exilio como única opción de realización personal y profesional.
No voy a caer en el error de decir que lo que paso es culpa de todos porque como decía mi amigo Lalo “las cosas que son de todos no son de nadie” y terminaré por no encontrar responsables. Será talvez el nuestro un pecado de omisión. El de no prestar atención a los fundamentos de lo que decide, el de no controlar que se haga lo que se dijo, el de no protestar si vemos que no se hizo, el de no apoyar al que acierta.
Es igual de injusto no tomar en cuenta el acierto como no tomar en cuenta el error.
Terminaré pensando que estamos como estamos porque somos como somos. Que no hay premios ni castigos
Estamos mal, pero cada pequeña cosa que se haga a favor ayuda. En casa, inculcando la idea de que la educación y la formación son en sí cosas deseables, que es mejor saber que no saber. En el barrio, en las organizaciones intermedias, dando el marco de apoyo, la sensación de pertenencia a un proyecto para que luego, en forma natural, la idea de pertenencia a una sociedad se despierte en los jóvenes, y vean a su formación como el camino para la superación personal y colectiva.
La receta es clarita: mejores individuos hacen una sociedad mejor.