El ciberacoso infantil es violencia digital. Cuando el acosador es un adulto se trata de un delito penal que hay que denunciar. Pero, ¿qué hacer cuando la o las personas que acosan a otra también son menores?
El ciberacoso infantil es violencia digital, ya que se trata de un escenario en el que existe una víctima (en este caso un menor) que está siendo humillada, perseguida, extorsionada o usada por otra persona en el marco del ecosistema digital
Cuando el acosador es un adulto se trata de un delito penal que hay que denunciar
En cambio, cuando la o las personas que acosan a otra también son menores no responde a la figura de delito penal. De esto conversó Noticias Argentinas con Maria Zysman, psicopedagoga y fundadora de la ONG «Libres de Bullying».
«Desde la pandemia a la actualidad, el ciberacoso aumentó exponencialmente en todo el mundo ya que hay cada vez mayor disponibilidad de niños y niñas en las redes, a edades cada vez más tempranas y sin ningún tipo de educación digital», precisó.
En este sentido, en Estados Unidos, casi la mitad de los adolescentes de entre 13 y 17 años experimentó al menos uno de seis comportamientos de ciberacoso, según relevó un estudio de 2022 realizado por Pew Research.
Por su parte, el sitio cyberbullying.org indica que entre un 10% y un 40% de los adolescentes han sufrido ciberbullying.
LAS FORMAS DE CIBERACOSO MÁS HABITUALES
Según cuenta Zysman, en las escuelas primarias el mayor registro de situaciones de ciberacoso ocurrió en las llamadas «páginas de confesiones», en mayor medida a través de Intagram, Tiktok o en grupos de WhatsApp
«La dinámica es así: un grupo comienza a decir verdades o mentiras acerca de otra persona de la misma edad, muchas veces del mismo grado, amparados en la idea de que después se tapa su nombre. Sin embargo, esto genera mucha ansiedad en los que están siendo visibilizados, aunque no se diga su nombre quienes, a su vez no se quieren ir porque quieren saber de qué se está hablando, pero al quedarse la pasan realmente muy mal», detalló.
Y añadió: «En definitiva, se crea un clima de hostilidad y desconfianza general en todo el grupo, donde nadie sabe quien estuvo contando sobre otro».
En las escuelas secundarias, en cambio, la mayor problemática registrada durante este año está asociada a páginas de contenido racista, de odio por identidad de género o por condición socioeconómica
«Están apareciendo nuevamente y cada vez con más frecuencia discursos de odio, palabras racistas y discriminatorias del orden del género, la raza o la nacionalidad. Por ejemplo, utilizar el término `boliviano` de manera despectiva y como insulto», remarcó.
Dos grandes tipos de ciberacoso. El ciberacoso puede ocurrir cuando hay adultos o exclusivamente entre niños y adolescentes
En cualquier caso, según cuenta Zysman, uno de los primeros signos de alarma para que los adultos a cargo reconozcan lo que podría estar ocurriendo es al ver a la víctima muy pendiente y ansiosa de su dispositivo, que se oculta o esconde para responder o notarla muy alterada cada vez que llega una notificación.
Cuando los niños, niñas o adolescentes están siendo víctima de otros pares se trata de ciberbulling y en este caso no se denuncia a la justicia
«Básicamente, se busca que un niño o niña sea humillado frente a la mirada de un grupo de pares, lo cual se consigue con un meme, una foto o una confesión personal que se vuelve pública haciendo que quien lo protagonice se sienta permanentemente amenazado, angustiado y humillado», indicó.
En cambio, cuando hay un adulto como victimario, la dinámica cambia.
«Siempre que hay un adulto hay detrás un interés sexual y suelen manejarse así: primero se establece el vínculo de confianza y el adulto intentará estar a disposición del niño, es decir, proponer cosas al menor que le pueden interesar a través de premios, o la posibilidad de jugar en una página de fútbol o de tener canjes y acceso al mundo del modelaje, entre otros ejemplos», precisó
«Otra manera que también sucede es cuando un adulto se hace pasar por un niño con perfil falso e intenta empatizar bajo la idea de que también necesita charlar porque se siente solo o poco entendido por el mundo adulto. Entonces, puede ocurrir a través de una identidad adulta que promete cuidados, premios, regalos, o bien, puede ser desde un perfil falso intentando ponerse a la altura del chico para establecer un vínculo de confianza», detalló.
¿QUÉ PASA DESPUÉS?
«Una vez que el vínculo se logra el adulto avanza sobre el pedido de cosas, que puede ser una foto, información, entre otras cosas, comienza la extorsión: si no hace lo que le dice el adulto lo amenaza con contárselos a los padres o con hacer público lo que está pasando, por ejemplo, mostrando en la escuela eso que el chico mostro o compartió online a pedido del agresor».
Los síntomas más comunes de ciberacoso son: cambios de humor, cambios repentinos de hábitos, irritabilidad constante, ansiedad, problemas para dormir y cambios en la alimentación, entre otros.
¿CÓMO AYUDAR A LAS VÍCTIMAS?
«Cuando el mundo digital de las infancias empieza a estar muy lejos de la conversación familiar o de lo que se puede compartir, es mucho más fácil que corra peligro, por lo tanto, siempre hay que tratar de escucharlos sin amenazar (te voy a sacar el celular si te metés en problemas, por ejemplo) y estar abiertos a que nos cuenten si se sienten mal, lo cual incluye desde todas esas cosas que los asustaron, no les gustaron, les dieron asco o no querían ver. Cuando esta conversación está presente en las familias es más difícil que se establezca o sostenga en el tiempo la situación de ciberacoso», resaltó la especialista.
A su vez, advirtió que es muy común que las familias de la víctima demoren o eviten la denuncia por el sentimiento de culpa: sienten que ellas también son responsables de que no lo cuidaron o enseñaron lo que debían para evitar el ciberacoso.
«El menor, al igual que su familia, son las víctimas y nunca los culpables, ya que las personas que buscan a niños en las redes siempre suelen tener muchas más habilidades y conocimientos que cualquier de nosotros», precisó. Herramientas digitales contra el ciberacoso.
Por su parte, desde la firma especializada en ciberseguridad Check point, afirmaron que el ciberacoso comparte muchas similitudes con el acoso en persona: implica el acoso repetitivo de un joven por parte de una persona o un grupo de personas, con una angustia a largo plazo.
El aspecto digital del ciberbullying añade nuevas características específicas.
Es un acoso escondido tras el anonimato que proporciona la pantalla, una forma de violencia que puede persistir aún más tiempo (porque el contenido publicado en Internet es muy difícil de borrar por completo), una agresión en la que pueden verse involucradas muchas personas y, finalmente, un acto persistente y cruel que puede causar graves daños psicológicos a la víctima.
RECOMENDACIONES
- No responder a los ciberacosadores y bloquerlos
- No compartir información personal. No publicar dirección, contraseñas, números de teléfono o información bancaria en línea y tener en cuenta el tipo de contenido fotográfico que se está compartiendo.
- Configuración de privacidad: en las redes sociales, se puede utilizar la configuración de privacidad para asegurarse de que su contenido solo sea visible para amigos o familiares.
- Guardar las pruebas para el procesamiento. Nunca borrar información valiosa para informarla más adelante y utilizarla como prueba.
- Pedir ayuda. Siempre hay que informar la situación a las personas responsables a cargo
- Seguridad en línea: Tener conocimientos básicos de seguridad en línea es esencial. Hay que establecer contraseñas seguras y aprender a utilizar Internet con más precaución.
- Educación: La educación es una clave fundamental para prevenir el ciberbullying y cualquier tipo de acoso. Enseñar a las generaciones más jóvenes a comportarse con respeto y a no cruzar fronteras dañinas es nuestra responsabilidad. MLG/GAM NA