Usar las pantallas para calmar el llanto, el aburrimiento o la angustia de un bebé o niño es tentador, pero he aquí lo que le puede pasar al cerebro.
El mal uso de las pantallas está provocando problemas en los niños, y también en los adultos. Son adictivas. Y las consecuencias en el cerebro y la salud mental pueden ser más graves de lo que se cree. No son pocos los estudios que lo advierten.
Recientemente un estudio de la Universidad de California, en San Francisco, en el que se usaron datos de casi 10 mil niños de entre 9 y 10 años, confirmó el peligroso vínculo que hay entre el tiempo que se pasa frente a las pantallas y los problemas de salud mental.
Específicamente, los investigadores encontraron que un mayor tiempo total frente a una pantalla en la niñez se asoció con mayor riesgo de sufrir depresión, problemas de conducta y Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
Pero, ¿Por qué no debes usar las pantallas para calmar a un niño? ¿Cómo afecta el uso de pantallas en los niños? ¿Qué hacen las pantallas en el cerebro de los niños? Una destacada neuropsicóloga pediátrica lo explica.
¿Qué hacen las pantallas en el cerebro de los niños?
Es cierto, usar las pantallas para calmar el llanto, el aburrimiento o la angustia de un niño es muy tentador. Y es que, a veces los padres sienten que no tienen una herramienta más rápida a la mano para lidiar con ciertas emociones de sus hijos.
Sin embargo, por más tentador que sea darle un celular o una tablet a un niño para calmarlo emocionalmente, es importante tener en cuenta el daño que se produce en el cerebro.
«Cuando un bebé o niño pequeño está llorando, aburrido o nervioso, es tentador usar una pantalla para calmarlo. Sin embargo, puede ser perjudicial para su desarrollo cerebral«. advierte en su cuenta de Instagram, Carina Castro Fumero, neuropsicóloga pediátrica y autora de tres libros de neurociencia.
Hay dos términos importantes cuando se trata del cerebro, las pantallas y las emociones: Autorregulación emocional y autocontrol.
La experta explica que «el cerebro infantil está en pleno desarrollo, especialmente las áreas que controlan la autorregulación emocional y el autocontrol. Cuando un niño se enfrenta a emociones como tristeza, nerviosismo o aburrimiento, su cerebro está aprendiendo a gestionarlas».
Y continúa: «Sin embargo, cuando le damos una pantalla cada vez que surge una emoción incómoda, se pierde la oportunidad de desarrollar estas habilidades cruciales de forma natural, lo que puede generar problemas a largo plazo».
La dopamina también tiene que ver en este proceso. La dopamina es un neurotransmisor, es decir, una sustancia química que se encarga de llevar mensajes entre las células nerviosas. La dopamina interviene en varias funciones, incluidas funciones relacionadas con el estado de ánimo.
En ese sentido, la neuopsicóloga explica, «las pantallas activan la dopamina, un neurotransmisor que genera placer. Cuando un niño usa pantallas para calmarse, su cerebro asocia rápidamente el alivio emocional con el estímulo visual, lo que puede crear dependencia y hacer que busquen gratificación instantánea en lugar de aprender a procesar sus emociones».
¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo?
El cerebro es complejo y las consecuencias a largo de plazo por el uso de las pantallas para gestionar las emociones en los niños pueden ser serias.
«Se vuelven dependientes de las pantallas para calmarse, lo que les impide desarrollar mecanismos internos para lidiar con el estrés o la frustración«, indica Castro.
Asimismo, «no desarrolla la capacidad de esperar o de manejar el malestar, lo que puede traducirse en problemas de comportamiento más adelante», agrega.
¿Cómo calmar a un niño sin usar pantallas?
Finalmente, aquí hay algunas recomendaciones de la neuropsicóloga pediátrica para calmar emocionalmente a los niños sin necesidad de usar las pantallas:
- Ofrecer consuelo físico: Un abrazo o estar cerca del niño le brinda seguridad emocional y le ayuda a regularse.
- Estimular el juego libre: Jugar con objetos simples o actividades creativas fomenta la imaginación y la capacidad de entretenerse.
- Modelar la gestión emocional: Ayudarles a poner nombre a sus emociones y enseñarles a expresarlas les dará herramientas para manejar su frustración.
(Urgente 24)