(Por Marina Suárez, Técnica en criminalística y criminología)
Este caso se trata de Canibalismo; si bien ingerir carne como alimento forma parte de la cotidianeidad en muchas variedades zoológicas, por una cuestión de subsistencia, para los seres humanos la cuestión es más compleja, no es puramente biológica, sino que depende de factores culturales y psicológicos.
Sin embargo, la Antropofagia (acción o costumbre humana de comer carne de seres de su misma especie); está latente en el humano y se manifiesta ante circunstancias excepcionales, por ejemplo, en el caso de los rugbiers uruguayos cuyo avión cayó en la cordillera de Los Andes y sobrevivieron alimentándose de los cuerpos de sus compañeros. El caso a exponer lejos esta de parecerse al de la Cordillera de Los Andes, pero, de todas maneras, quería mencionar una breve introducción al tema, no es habitual el canibalismo, pero puede suceder.
Este hecho ocurrió en la Localidad de Daireaux Provincia de Buenos Aires el 30 de Junio de 2008. “Desde la puerta de la casa paterna, en la localidad bonaerense de Daireaux, después de cometer el homicidio que quedará en los canales de los casos policiales en la Argentina. Raúl Ernesto Piñel, de 33 años, se despidió con el último resto de rencor que todavía le quedaba hacia su padre Raúl Prudencio Piñel de 57 años; con las manos llenas de sangre, sereno-según comentaron los policías que lo detuvieron -, Piñel hijo dejó tras de sí la huella del horror de una noche, la del sábado pasado, en la que asesinó a su padre, lo descuartizó con un cuchillo Tramontina, lo quemó en forma parcial en una salamandra y lo más terrible: le comió parte de sus órganos.”
En principio se dejó de lado la versión de que Piñel hijo formaba parte de una secta y que había actuado en cumplimiento de un supuesto rito satánico. “el hombre asesinado tenia mujer y cinco hijos, pero estaba alejado de ellos. Los testimonios son coincidentes que Piñel padre (quien murió) golpeaba a sus hijos y a su mujer. Lo hizo cuando los hijos eran pequeños y, por esa razón, hace ya unos cuantos años, lo abandonaron y se quedó en la casa donde ocurrió la tragedia. Piñel hijo, por su parte, estaba cumpliendo una condena por delito de robo calificado en el penal de Urdampilleta, pero el viernes había salido porque estaba gozando del régimen de salidas transitorias. Las fuentes confirmaron, además, que Piñel padre había denunciado a su hijo ante la policía, años atrás, y por esa razón el joven cayó preso, lo que alimentó el odio. A pesar de la mala relación con su padre, Raúl Ernesto Piñel lo fue a visitar el sábado, en su humilde casa de la calle Antártida Argentina, entre moreno y Saavedra, del barrio don Cándido, en Daireaux, un partido ubicado en la zona central de la provincia de Buenos Aires. Nadie puede precisar si actuó con premeditación, lo cierto es que discutieron como siempre lo hacían y que el joven mató a su padre, no se sabe si a golpes o a puñaladas. Es difícil determinarlo porque el cuerpo de la víctima fue descuartizado con un cuchillo Tramontina.
En cuanto al médico legista que examinó al imputado en primer término, informó:”… Vigil, orientación temporo espacial relativa, dubitativo, inexpresivo, memoria anterògrada, y retrógrada disminuida, relata ciertos hechos con confusión, sueño aparentemente conservado, asocia los hechos acontecidos con delitos místicos, por lo cual considero que padece severos trastornos psiquiátricos…”
En cuanto a mi opinión, expreso que es un caso Real y que no deja de causar mi asombro en cuanto a lo que un ser humano puede ser capaz de hacer, pero que, sin dudas, deja mucho para pensar y analizar en cuanto a las conductas, del padre, del autor del hecho cuando era niño, de cómo fue creciendo ese niño, factores de riesgo (grupo de pares, ambientales, contextuales) y factores de protección que poco se mencionan, pero que demuestra que no tenían buena contención familiar, tampoco hubo asistencia del Estado. Ante estos sucesos; Me pregunto: ¿se podría haber evitado?
Desde la criminología mucho para hacer y mucho trabajo interdisciplinario para acompañar a las personas vulnerables, niños, niñas y adolescentes.
(Del Libro “Perfiles Criminales” Autores: Raúl O.Torre y Daniel H.Silva)