Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de hacer algo bueno por el otro. La capacidad de ayudar, de ser solidarios o de solo extender una mano. Un pequeño gesto, una palabra o simplemente una sonrisa, pueden hacer que aquel que tengamos en frente se lleve lo mejor de nosotros. Y esa simbiosis es la que dentro de una gran cadena lo cambia todo.
A veces cuando la lucha es compartida, no sabemos cuál bandera tomar primero, sin embargo Astrid Martínez siempre supo cual levantar. Junto a su familia hace 11 años que está radicada en el campo donde su esposo trabaja. Los cuatro hijos crecen y se educan junto a la gran mayoría de los niños de los otros empleados rurales de la estancia. Son familias de campo, personas que conviven de forma directa con la tierra, los animales y las producciones. Su forma de vivir está ligada al medio que los rodea y sus necesidades son cubiertas en base a lo que se hace en el campo, ese fue principalmente el impulso que la llevo a su labor actual.
Hace 5 años que Astrid forma parte de la Federación de Asociaciones de Centros Educativos para la Producción Total. Estos centros nuclean la educación abierta, la participación colectiva y la producción total de un territorio determinado. Creado en base a las necesidades de la Localidad, se maneja con políticas públicas, sociales y de educación. Estas asociaciones fueron creadas con el propósito principal de atender las necesidades de los pequeños productores. Acercarse a sus realidades y ponerlos como agentes de debate en las discusiones de problemas que los aquejan tanto a ellos como a sus familias.
Astrid, fiel a esa convicción, mira a su alrededor y se centra en las necesidades de los otros tanto como las de ella. Se siente responsable de la facultad que la vida le brinda y poco a poco aprende de todos los que la acompañan en su crecimiento. Reconoce que el trabajo es colectivo y que todo cambio requiere de muchas personas que se involucren. Su convicción por ayudar es lo que la motiva a enfrentar las luchas de desigualdades. Las injusticias la pueden, no es una persona ajena al dolor del otro, se inmiscuye y lo hace propio. Tanta fortaleza le da la vida que nunca bajo los brazos. Su historia no se cita solo en su rol como delegada regional de estos Institutos educativos. Su lucha es comunitaria y sus hijos símbolos de esta primera resistencia, son los que la van guiando, ese amor y respaldo que encuentra en la familia es la premisa de que está en un camino acertado.
Como mujer, mamá, esposa y demás, cuenta con innumerables actividades, eso convierte a su tiempo en extensivo. Las ocupaciones que tiene son diversas y todas las encara con pasión. Muchas han sido las dificultades que tuvo que pasar, muchos los logros y las alegrías que según ella, este camino que transita era inimaginable, pero sin duda la principal satisfacción es el reconocimiento y acompañamiento de sus hijos. Esta tarea de enfocarse tanto en las prioridades educativas y sociales de todos aquellos que viven del campo, rurales, le trajo grandes satisfacciones como poder viajar, debatir y presentar las problemáticas de la zona. Azorada sin creer en el gran poder que tiene, va por la vida cambiando las realidades, con la premisa de que esas diversas realidades son las que la cambian a ella.
La receta de hoy es la sugerencia de Astridt. Ella quiere que se conozcan algunos productos que no son muy característico en la cocina como Las Ortigas.
Tortilla de Ortiga
Necesitas:
- 6 huevos
- 1 puñado ortigas(solo los brotes tiernos, 6 primeras hojas)
- Aceite
- Papas
Procedimiento:
Freír las papas para tortilla. Cuando casi están las cocidas las papas, lavar las ortigas y llevar a una sartén con un poco de aceite y dar unas vueltas hasta que estén fritas, retirar del fuego y dejar escurriéndose del aceite. Sacar las papas del aceite, ya fritas y agregar a un bol con los huevos y las ortigas fritas. Llevar a la sartén y cocinar la tortilla vuelta y vuelta.