El agua es un recurso imprescindible para la vida. La necesitan tanto los animales y las plantas silvestres, como la agricultura, la ganadería y la industria. Si bien la superficie de la Tierra está cubierta en un 71% por agua, alrededor del 97% de ella es salada y se encuentra principalmente en los océanos y mares. Del 3% restante que corresponde al agua dulce, solo el 1% se encuentra en estado líquido y el 2% restante corresponde al hielo de los casquetes polares (Groenlandia y la Antártida), las aguas subterráneas y el permafrost (capa del suelo permanentemente congelada) de las regiones polares.
Distribución del agua en el planeta
La cantidad de precipitación que cae sobre la Tierra ronda los 110.000 km3 por año. Aproximadamente dos tercios de esa cantidad se evapora desde el suelo o es transpirada por la vegetación (bosques, pastizales, cultivos). Los 40.000 km3 restantes son los recursos renovables de agua dulce y corresponden a los ríos y lagos, alimentados por la escorrentía superficial y al agua subterránea (acuíferos). Parte de esta agua es extraída mediante infraestructura instalada por el hombre y en su mayoría es posteriormente devuelta al medio ambiente tras utilizarla, lo que puede provocar cambios en la calidad del agua de retorno.
Los recursos de agua dulce de la Tierra son cada vez más escasos debido a un aumento de la población y la gran presión antrópica ejercida. En el mundo, se extraen cerca de 4.000 km3 de agua/año, de los cuales aproximadamente un 70% es extraída por la producción agropecuaria, 11% por las ciudades (incluyendo la de uso domiciliario ) y 19% por la industria. Sin embargo, estos son valores promedio fuertemente influenciados por pocos países que tienen una extracción de agua muy alta en comparación con otros (FAO – AQUASTAT), como puede verse a continuación:
Extracción de agua dulce
A partir de los impactos humanos relacionados con los sistemas hídricos, surge el concepto de Huella Hídrica o Huella de Agua (waterfootprint en inglés) introducido en 2002 por el profesor ArjenHoekstra de UNESCO-IHE, como un indicador del uso del agua. La huella hídrica es definida como el volumen total de agua dulce utilizado para producir los bienes y servicios consumidos por el individuo o la comunidad o producidos por una empresa. Este indicador considera tanto el uso directo (ej. operaciones) como indirecto (ej. cadena de suministro) del agua que hace un consumidor o un productor.
Para medir la huella hídrica de un proceso, se utilizan tres componentes principales:
Agua azul. Volumen del agua superficial y subterránea consumida como resultado de la producción de un bien o servicio.
Agua verde. Consumo de agua de lluvia almacenada en el suelo como humedad o que permanece temporalmente en la parte superior del suelo o vegetación. Finalmente, esta parte de la precipitación se evapora o transpira a través de las plantas.
Agua gris. Refiere a la contaminación y es definida como el volumen de agua dulce necesario para asimilar la carga de contaminantes basado en normas ambientales de calidad del agua.
Huella hídrica = consumo de agua + agua contaminada
La huella de agua puede calcularse para un producto particular, para un grupo bien definido de consumidores (por ejemplo, una persona, ciudad, provincia, estado o nación) o de productores (por ejemplo, un organismo público, empresa privada o sector económico). En el caso de un producto, como por ejemplo un alimento, se calcula teniendo en cuenta el uso del agua en todas las etapas de la cadena de producción. Puede ser expresado en m3 unidad de producto-1, m3 kg-1, m3 t-1, etc.
El siguiente gráfico presenta algunos ejemplos de valores de huella hídrica de diferentes alimentos de origen animal y vegetal, aunque debe tenerse en cuenta que estos datos varían en función de las condiciones climáticas, variedades, sistema de producción y rendimientos, entre otros factores.
Huella hídrica de diferentes alimentos
El objetivo principal de este indicador es lograr que la producción de bienes y servicios utilice la menor cantidad de agua posible. Los estudios vinculados a la huella hídrica pueden contribuir en la búsqueda e implementación de sistemas de producción más eficientes en el uso del agua. De todos modos, más allá de la existencia de este concepto, es evidente la necesidad de buscar la forma de utilizar los recursos con mayor eficiencia en los sistemas de producción de alimentos y otros productos agrícolas.
En este sentido, en Argentina algunas instituciones ya comenzaron a realizar estudios. Por ejemplo el INTA realiza ensayos de evaluación del comportamiento de distintos cultivos y cultivares tradicionales y alternativos para identificar los que brindan una mejor productividad económica del agua, reflejada en el aumento de la cantidad de granos producidos con igual o menor cantidad de agua, como así también, en la producción de cultivos de mayor valor económico y menor requerimiento hídrico. El aumento de la eficiencia y productividad en el uso del agua puede ser una herramienta poderosa para mejorar la sostenibilidad y la competitividady así como para el caso de Huella de Carbono en la Huella Hídrica deberán ser tenidas en cuenta las posibles exigencias del mercado en cuanto a la certificación para las exportaciones de productos agroalimentarios argentinos.