La agorafobia forma parte de lo que se denomina trastornos de ansiedad. Da nombre al malestar que genera estar en situaciones o lugares, en los que la persona siente que está atrapada, que no puede salir, o en los que se siente de alguna manera desprotegida. Esto no tiene que ver con “no poder” realmente salir de ese lugar o situación, sino con la sensación que se tiene de no poder hacerlo.
Los síntomas cognitivos y emocionales pueden describirse en:
-Preocupación intensa al acudir a planes, lugares o situaciones que generan ansiedad.
-Preocupación intensa por la posibilidad de tener un ataque de pánico o cualquier otra sensación desagradable o conducta que pueda “dejar en evidencia”
-Pensamientos como: “no puedo aguantar en una reunión”, “me voy a desmayar en cualquier momento”, “me ahogo si estoy en un sitio sin ventilación”, etc.
-Miedo intenso ate situaciones en las que se percibe difícil la posibilidad de salir o recibir ayuda.
-Ansiedad anticipatoria.
-Frustración, autocrítica, culpa o vergüenza.
Los síntomas corporales, pueden notarse como:
-Taquicardia o aceleración del corazón.
-Sudoración.
-Sensación de mareo.
-Sensación de falta de aire.
-Respiración acelerada.
-Sofoco.
-Sensación de atragantarse.
-Presión en el pecho.
Síntomas conductuales:
-Evitación de lugares, planes o situaciones que se anticipan angustiosas.
-Conductas que aporten seguridad y sensación de mayor control: ir acompañado/a, ponerse cerca de la puerta o de la salida, llamar por teléfono a alguien, etc.
-La vida de la persona se va reduciendo y limitando, pues queda muy condicionada por la evitación.
Ahora bien, ¿Cuál es el tratamiento? En primer lugar, es esencial recibir información mediante psicoeducación sobre qué es; entender su origen. Y a partir de ahí buscar indicios de su aparición en cada caso particular.
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