“Entendemos que los niños no son fumadores activos, sin embargo, existe la exposición ambiental al humo de tabaco de segunda mano -conocido como “fumadores pasivos”-, y al humo de tercera mano”, definieron desde el Grupo de Crecimiento y Desarrollo del Instituto de Investigación Vall d’Hebron (VHIR).
Más del 97% de los niños menores de 12 años que participaron en una investigación publicada hoy en la revista JAMA Network Open reveló que tenían nicotina en las manos, y más del 95% de los que vivían en hogares donde no se fumaba también presentaban nicotina en sus manos, aunque en cantidades inferiores.
“Entendemos que los niños no son fumadores activos, sin embargo, existe la exposición ambiental al humo de tabaco de segunda mano -conocido como “fumadores pasivos”-, y al humo de tercera mano”, indicó Ana Díez Izquierdo, investigadora del Grupo de Crecimiento y Desarrollo del Instituto de Investigación Vall d’Hebron (VHIR).
El humo residual del tabaco tiene partículas y residuos químicos que se adhieren a todo tipo de superficies como alfombras, muebles, paredes, sofás, ropa e incluso al cabello y pelaje de las mascotas.
Según informó el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), ese residuo puede interaccionar con otros componentes del entorno y producir contaminantes secundarios.
Todas las personas pueden estar expuestas al humo residual al respirarlo, ingerirlo o por absorción a través de nuestra piel, pero los bebés lactantes y los niños en primera infancia son más vulnerables a los efectos de este contaminante, ya que “su forma de experimentar el mundo es a través del tacto y de llevarse cosas a la boca”.
“Los niños están en más peligro porque presentan un sistema inmunitario en desarrollo. Además, tienen una mayor frecuencia respiratoria -más posibilidades de inhalar estos productos tóxicos-, y poseen una piel más fina”, dijo Andrés Zamorano, presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) en España.
Además, los investigadores advirtieron que al tratarse de niños que gatean, que los toman en brazos y se llevan cosas a la boca, si algún familiar es fumador, aunque no esté fumando en ese momento, tendrá humo residual del tabaco en sus manos y en su ropa.
Los adultos también pueden sufrir las consecuencias de esta exposición, especialmente si tienen un sistema inmunitario comprometido, enfermedades respiratorias, sensibilidades químicas o asma, entre otros problemas.
“El humo de tercera mano contiene gran cantidad de sustancias tóxicas y cancerígenas”, advirtió George Matt, director del Thirdhand Smoke Resource Center.
Uno de los graves problemas del humo de tercera mano es que resulta muy difícil y, a veces, prácticamente imposible de eliminar, se adhiere a las superficies y puede permanecer en ellas durante meses, e incluso años, señalaron.
Entre las recomendaciones para su eliminación se incluyen la limpieza regular de las superficies con productos ácidos, aunque esto solo es efectivo en superficies como el mármol, utilizar filtros de aire HEPA, y antes de interactuar con un niño se sugiere lavarse las manos y la cara con jabón ácido y cambiarse de ropa, especialmente si es de algodón o lana.
En el caso de las alfombras y sofás, las sustancias tóxicas no se pueden eliminar adecuadamente y, en los autos ocurre algo similar, sobre todo con la tapicería.
Es por ello que los investigadores insisten en promover ambientes libres de humo con leyes que los potencien.
«En Estados Unidos y Alemania existen legislaciones que favorecen los hogares sin humo, y en Reino Unido, los vehículos libres de humo”, concluyó Diez Izquierdo. (Télam)