El humo proveniente del basural atravesó la ciudad en la tarde del martes, paradójicamente en una diagonal que llegó hasta al Palacio Municipal, como un recordatorio de un problema aun sin solución.
Promesas varias, muchas, demasiadas, y una realidad que habla por sí sola.
Ya no hay más lugar para excusas, repartija de culpas, menos para promesas de campaña.
En un enero infernal, los focos de incendios empiezan a convocar a los bomberos cada vez
con más frecuencia. Y el basural, desbordado, sobredimensionado, es una bomba de tiempo.
La solución definitiva está lejos, más lejos que cruzando la 65.Y el peligro de un incendio
a gran escala está al borde la ciudad.