Según las cifras del último reporte de Estadísticas Vitales de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación correspondientes al año 2022 una de cada tres personas por año fallece por enfermedades cardiovasculares, es decir 110.062 en nuestro país, siendo la primer causa de muerte tanto en hombres como mujeres.
Los especialistas de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y de su brazo comunitario, la Fundación Cardiológica Argentina (FCA) advierten que prácticamente 1 de cada 2 muertes por enfermedad cardiovascular se produce en forma súbita, y muchas veces estos decesos podrían evitarse con capacitación de la población en técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) y con una mayor disponibilidad de desfibriladores automáticos externos (DEAs) en los lugares con mayor afluencia de público. Esto equivale prácticamente a una muerte súbita cada 15 minutos en nuestro país.
“La muerte súbita es aquella que sucede de manera inesperada, dentro de la primera hora desde el inicio de los síntomas, en gente aparentemente sana y casi sin ningún síntoma previo”, afirmó Mario Fitz Maurice, médico cardiólogo, exdirector del Consejo de Arritmias y Director de Prensa y Comunicación científica de la Sociedad Argentina de Cardiología.
Si bien la implementación de medidas preventivas y terapéuticas para reducir la carga de cardiopatía isquémica e insuficiencia cardíaca han logrado disminuir la mortalidad cardiovascular en los países desarrollados en los últimos 20 años, la muerte súbita sigue siendo un problema de salud pública, especialmente a partir de los 35 o años de edad.
“Es por ello que el primer paso para combatir la ocurrencia de muertes súbitas consiste en la implementación de medidas de prevención primarias higiénico-dietéticas y farmacológicas, trabajando en el control de los factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión, el colesterol elevado, el tabaquismo, la obesidad y el sedentarismo, entre otros. Sumando también estrategias farmacológicas y quirúrgicas en aquellas personas con enfermedad cardiovascular ya establecida”, sostuvo Karen Waisten, directora del Consejo de Cardiología clínica de la SAC.
Ante un cuadro de muerte súbita, el corazón se detiene y no puede suministrar sangre correctamente a los tejidos, siendo el cerebro el órgano más vulnerable, donde pueden ocurrir daños irreversibles rápidamente.
Solo la Resucitación Cardiopulmonar (RCP) iniciada de forma inmediata y el acceso a un desfibrilador externo automático (DEA) pueden cambiar el pronóstico. Si la persona es asistida durante el primer minuto, entre el 70 – 80% de las víctimas podrán llegar con vida al centro asistencial. Con cada minuto de demora adicional para iniciar las maniobras de RCP estas chances disminuyen un 10%.
“Es fácil comprender que al cabo de 10 minutos las posibilidades son cercanas a cero. Pero, además, a partir de los tres minutos de ocurrido el paro cardíaco, la falta de aporte de oxígeno al cerebro provoca un daño irreversible, si la víctima no fue asistida con las compresiones torácicas para mantener la circulación de la sangre”, explicó por su parte Ana Salvati, presidenta de la Fundación Cardiológica Argentina.
Por eso, los especialistas insisten en la importancia de la educación y en el desarrollo de programas de salud pública que permitan capacitar a la población general en la realización de técnicas de RCP y en una mucha mayor disponibilidad de desfibriladores, lo cual se traduce en un aumento significativo de sobrevida sin secuelas en víctimas de muerte súbita”, agregó Fitz Maurice.
“Es importante tener en cuenta que la mayoría de las muertes súbitas ocurren fuera del contexto de la atención médica, en espacios comunes, públicos, como clubes, eventos deportivos, en la vía pública, en un shopping, en un aeropuerto. Y los primeros respondedores a un evento de este tipo son personas no relacionadas al sistema de salud. Por este motivo es fundamental que como sociedad sepamos qué significa y como se hace RCP y cómo usar un DEA”, sostuvo Teresa García Botta, médica cardióloga electrofisióloga. “La atención que reciban las víctimas de una muerte súbita en los primeros minutos es fundamental para su supervivencia y sin secuelas a largo plazo”, completó.
“A modo de ejemplo, una experiencia publicada en la Revista Argentina de Cardiología observó que un programa de educación e instalación de DEAs en 137 clubes de rugby, la adecuada implementación de RCP salvó la vida de 7 de 8 personas con muerte súbita y sin secuelas físicas durante un periodo de 5 años, (2012-2017)”, consignó Fitz Maurice.
¿Qué pasa con el deporte?
Otro párrafo importante es el concerniente al miedo que se tiene en relación a la muerte súbita y el deporte. Por un lado sabemos que de la mano de la actividad física se promueven un montón de hábitos de vida saludable, pero la actividad física de alta intensidad requiere una preparación y un entrenamiento que no sólo implica entrenar y hacer actividad en forma regular y planificada, sino que también cumplir con los controles médicos en forma periódica”, reveló García Botta, quien también es especialista en medicina del deporte e integra el Consejo de Cardiología del Ejercicio de la SAC.
“Para poder asistir con eficacia a una víctima de muerte súbita se requiere en primer lugar la decisión de ayudar, luego recibir el entrenamiento correcto, y para ello desde la Fundación Cardiológica Argentina invitamos a todos los que deseen hacerlo a inscribirse en los cursos que brindamos, para así tener la tranquilidad que están legalmente protegidos y que nadie podrá demandar a una persona que brinde asistencia a una víctima de muerte súbita, ya que esto está expresamente escrito en la ley 27159 de Prevención Integral de la Muerte Súbita”, concluyó Salvati.
(DIB)