(Por Mónica Gómez)
La ponchada blanca llena de ramas de yerba mate junto a un pequeño tractor Fiat 400 de
color naranja rojizo partió en un remolque desde la ciudad de Andresito. Como punto de
partida ubicado en ese extremo norte de Misiones, el interior profundo de la provincia, hasta Capital Federal hay 1.379 km. Aun así, fueron más, muchos más kilómetros los que les llevó atravesar la mitad norte del país.
Jonas, Miriam, Hugo y Fabian llegaron en la camioneta que acarreaba, no sólo estos
símbolos de lucha ya presentes en cada yerbatazo sino también viajaban con el peso de la
incertidumbre por el miedo de hasta donde llegarían con esta travesía. Con contratiempos,
el trayecto se les hizo eterno, más de las horas que marcaba el GPS, muchas más. Y con el
nudo en la garganta preparado para desatarse a viva voz frente a Casa de Gobierno. Los
reclamos: los mismos que hace 7 meses, enumerados en una nota dirigida a la máxima
autoridad de la Nación con firmas de 9 asociaciones que le ponen aún más contundencia a
este reclamo: “El nombramiento urgente de un presidente para el Instituto Nacional de la
Yerba Mate y urgente restablecimiento de sus funciones conforme a la ley
25564. La desregulación por medio del decreto 70/23 eliminó atribuciones del
organismo centrales para el sustento de miles de familias de trabajadores
yerbateros. Esto implicó el descenso del precio de la materia prima y los pagos a
largo plazo y la consecuente pauperización del sector que podría devenir en su
futura desaparición”.
Por 900 metros manejó Jonas Petterson arriba de su tractor por las calles del microcentro
porteño hasta la casa de Gobierno. No me quiero imaginar como galopaba su corazón a
medida que la distancia a su destino se acortaba. Él solo, con un tiempo de lucha en el
aire, logró la proeza de visibilizar su reclamo llevando a la Plaza 25 de mayo el místico
símbolo del reclamo yerbatero, su Tractor. Para un hombre como él, que la palabra vale,
pero que las acciones son las significantes, cumplir con esta loca idea implicó no sólo un
desafío físico sino, además, emocional.
Jonas ya atravesó estas batallas con las banderas argentina y misionera al hombro. El
tractor, una ponchada y hasta una cinta son parte de su objetos sagrados de lucha; que lo
acompañen en cada una de estas hazañas, le dan fortaleza y protección. Así es que con
sus símbolos religiosos a cuestas llegó a cumplir su cometido.
Se reconoce como un productor de yerba mate al que le tocó salir a pelearla, cómo no
hacerlo si desde el seno de su hogar se gestó el tractorazo y por idea de su madre el INYM
se creó como ley Nacional. Muchos dicen que el apellido Petterson en Misiones es difícil de
llevar, aun así este hombre de 49 años lo enarbola con orgullo a cada paso que camina.
Quien lo ve pasar con su sombrero, robusto, de paso firme y con sus manos agrietadas por
el trabajo en la chacra, tal vez no se imagina como lo definen sus seres queridos: “un ser
solidario, amable y con un espíritu de transformación social y muy leal a sus convicciones”.
Puede que hasta se lo crea medio loco, y aún más con el antecedente del tractor arriba de
la Plaza de Mayo, aun así, la responsabilidad de esta disputa yerbatera y su familia le dan la valentía de seguir adelante.
Dicen que los verdaderos dirigentes son los que tienen un gran poder de convocatoria:
Jonas Petterson dejó al descubierto que los verdaderos líderes son los que llevan a cabo las acciones más allá del discurso. Aunque haya sido él solo quien llegó a Casa Rosada con
su tractor, hubieron más de 13 mil familias yerbateras que lo motivaron.