Se trata de una nueva especie de reptil marino, de unos siete metros de largo, hallado en la isla Marambio. El descubrimiento, que incluye parte del cráneo, aporta información clave en materia de historia evolutiva y realza la importancia de la presencia argentina en las latitudes antárticas, en materia de soberanía.
(Por Nicolás Camargo Lescano -Agencia CTyS-UNLaM-)
En lo que podría considerarse el resultado de largas y consolidadas políticas de presencia de Argentina en la Antártida, y, a la vez, un enorme hallazgo para la paleontología local, investigadores argentinos dieron a conocer un nuevo plesiosaurio, un reptil marino de unos siete metros de largo y alrededor de 75 millones de años de antigüedad. El material fue colectado en la isla Marambio durante la Campaña Antártica de Verano 2018.
El ejemplar en cuestión, perteneciente al grupo de los elasmosáuridos, es una nueva especie, bautizada Marambionectes molinai. El trabajo fue publicado en la revista Journal of Systematic Palaeontology y, según explican los investigadores, ofrece información clave en la evolución evolutiva de estos animales, ya que incluye un elemento que no suele conservarse: parte del cráneo.
“De este grupo de animales, se conocen muchos ejemplares, pero muy poco de la historia evolutiva. El hecho de que estuviera más completo de lo que suponíamos, respecto a cuando empezamos las excavaciones, hizo crecer la expectativa en el equipo de que hubiese material craneano, cosa que finalmente sucedió, con el hallazgo de dientes parte de la región occipital y parte de la mandíbula”, explica a la Agencia CTyS-UNLaM el investigador José O’Gorman, doctor en Ciencias Naturales e integrante del equipo de trabajo.
La relevancia del hallazgo del cráneo, explica el investigador, tiene que ver con que es muy difícil que se conserven esta parte del fósil. “Hablamos de un animal que tenía unos seis o siete metros, con 48 vértebras cervicales, pero cuyo cráneo estaba anclado a unos huesos de unos cuatro centímetros de largo. Al morir los animales, quedaban flotando en el mar y los cráneos eran los primeros que se desarticulaban”, precisa O’Gorman, investigador de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP.
Los cráneos, agrega el investigador, son claves: da información sobre alimentación, las capacidades sensoriales y aporta datos para los análisis filogenéticos, es decir, para indagar en las relaciones de parentesco de la especie con otras.
El Marambionectes molinai lleva en su nombre el homenaje a la Base Marambio, nodo logístico central en los esfuerzos argentinos y a Omar Molina, el primer técnico en paleontología argentino que trabajó en la Antártida, allá por la década de 1970. Según explican los científicos, era un organismo depredador, piscívoro, que se alimentaba de amonites, un tipo de moluscos de aquella etapa de la historia.
Un hallazgo para trazar el perfil de un reptil prehistórico
Fue el mismo O’Gorman el que realizó el hallazgo, allá por 2018, en lo que él define como “suerte”, dentro del contexto de la empresa paleontológica. “Uno puede ir de campaña y no encontrar absolutamente nada. En este caso, estaba terminando el día, de vuelta al refugio, cuando pateo una roca que termina siendo una vértebra caudal, una vértebra de la cola. Allí comenzó el proceso para desenterrar al ejemplar”.
A eso le siguió la excavación de todos los huesos, el embalaje y la rotulación, todo esto en el marco del clima antártico que amenazo varias veces con no permitir que la excavación avance. Esto fuE el inicio de un viaje que el animal prehistórico realizó con características “federales”: “de la base en la Antártida mandamos todo el material al Instituto Antártico Argentino, en Buenos Aires y, de allí, a la provincia de Neuquén, donde también fueron preparados (se limpiaron los huesos, retirando la roca), proceso a cargo del Dr. Juan Canale (Museo Ernesto Bachmann) y luego analizados y estudiados”, relata O’Gorman.
En términos geocronológicos (relativo al momento en que el organismo vivió) , la nueva especie vivió poco antes de la extinción masiva de los dinosaurios, a finales del período Cretácico, y su hallazgo aporta información sobre lo que pasaba en aquellos mares prehistóricos en materia de diversidad.
“La pregunta dentro de la comunidad científica, respecto a esta época, es si algunos linajes ya venían disminuyendo en su diversidad o no, y cómo funcionaba el ecosistema marino antes de la extinción- precisa el investigador del CONICET-. Además, los análisis filogenéticos realizados muestran como Marambionectes molinai relacionado con otro grupo de elasmosáuridos, que, en aquel momento, estaban empezando a desarrollar una forma de alimentación muy semejante a las ballenas actuales, mediante la filtración. Por lo tanto, es un hallazgo que nos da muchísima alegría, poder encontrar esta pieza que nos permite abordar peguntas sobre la historia evolutiva de estos organismos”.
La presencia argentina en la Antártida, una política de Estado
El hallazgo del Marambionectes molinai se da en el marco de un proyecto de paleontología de vertebrados antárticos que data de la década de 1970. “Estamos hablando de varias generaciones de profesionales enmarcadas en las actividades del Instituto Antártico Argentino durante todo este tiempo. Es decir, hablamos de una política de Estado que ocurre en el marco del reclamo argentino sobre el sector Antártico”, resalta O’Gorman.
En este sentido, explica el paleontólogo, el país tiene una ventaja logística inmensa, comparado a otras naciones, por estar la base Marambio enclavada en medio de una de las cuencas sedimentarias fosilíferas más importantes de la zona. “En definitiva- resume O’Gorman a modo de conclusión-, no hablamos de un hallazgo puramente casual, sino el fruto de un proceso de trabajo de décadas. Un esfuerzo continuado que se ve premiado con resultados claves para comprender la historia del territorio antártico”.