En el mundo digital se necesita una infraestructura que consume recursos naturales, energía y agua. Además, la producción y el mantenimiento de estos dispositivos también generan residuos y emisiones contaminantes.
Por Maite Durietz (*)
Cuando escribimos un mail, nos suscribimos a la factura digital o escribimos en un documento y lo guardamos en la nube, solemos tener la percepción de que nuestro impacto ambiental negativo es igual a cero.
Sin embargo, nuestras actividades dentro del mundo digital también tienen su huella.
Para hacer posible algo como usar un chat de Inteligencia Artificial (IA), se necesitan centros de datos, servidores y una infraestructura que consume recursos naturales, energía y agua.
Además, la producción y el mantenimiento de estos dispositivos también generan residuos y emisiones contaminantes.
Así como pensamos en el origen de los productos que compramos y sabemos que si elegimos algo de producción local y fabricado con materiales reciclados estamos generando un impacto positivo (o al menos un menor impacto negativo), cuando elegimos el formato digital sobre el analógico o usamos las incipientes herramientas de IA, también tenemos que tener en cuenta el ciclo de vida completo del producto o servicio.
Si bien hay una gran cuota de responsabilidad de los desarrolladores y proveedores de estas tecnologías y de los gobiernos sobre los impactos negativos generados y la promoción de prácticas más sostenibles, desde el punto de vista del consumidor también podemos incorporar algunos hábitos y estrategias para un uso más responsable de la tecnología.
Consumo responsable
El mejor residuo es el que no se genera. Si no lo necesitamos, no lo compramos. Si necesitamos realizar la compra de dispositivos como computadoras y smartphones, podemos elegir productos de segunda mano para reducir la demanda de recursos naturales y minimizar los residuos electrónicos.
También es importante chequear que sean reparables, hechos con materiales reciclados y de producción local, siempre que sea posible.
Uso eficiente de la energía
Es común que estemos suscriptos a newsletters que ni siquiera sabemos que existen, o que tengamos guardados mails del año 2008 en nuestras casillas, generando la necesidad de almacenar toneladas de datos innecesarios.
Romper con estos hábitos es esencial, ya que el almacenamiento de datos consume mucha más energía que las acciones de generación de los mismos.
Al momento de usar un chat de IA, por ejemplo, tendríamos que poder seleccionar la herramienta más adecuada según nuestras necesidades.
Es decir, no deberíamos usar el Chat GPT para hacer preguntas simples, sino herramientas con una arquitectura menos compleja, que puede aportarnos un resultado de igual calidad con mucha menos demanda de energía.
En línea con lo anterior, al momento de hacerle preguntas a una IA, es importante ser concisos y precisos, para hacer la menor cantidad de preguntas posibles. Cuantas más preguntas, mayor consumo de energía.
Por último, tenemos una práctica que no es demasiado conocida, pero podemos seleccionar fuentes de energía renovable en nuestra nube y plataformas con certificaciones de eficiencia energética en muchos rubros.
Gestión Responsable de Residuos
Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos son un gran problema para los ecosistemas y para la salud humana.
Cuando nuestros dispositivos lleguen al final de su vida útil, consideremos donarlos o reciclarlos. Inclusive podemos ahondar un poco más en el tema y colaborar con organizaciones con impacto social.
Sesgos Algorítmicos
Abordar el sesgo algorítmico puede ser una tarea complicada desde el rol del usuario, ya que garantizar que nuestras tecnologías sean justas y equitativas suele estar, en gran parte, fuera de nuestras manos.
Sin embargo, algo que podemos hacer es utilizar aclaraciones y ser muy específicos a la hora de usar herramientas generativas de IA para evitar estos sesgos.
También podemos comprometernos con un buen feedback, escribiendo a las organizaciones responsables del desarrollo y ajuste de estos algoritmos.
Por supuesto, la IA también puede contribuir a resolver problemas ambientales y sociales, como la predicción de eventos climáticos o la gestión inteligente de recursos naturales.
Visibilizar esta apertura de posibilidad también es una buena práctica.
Con acceso a la información adecuada, podemos aprovechar la IA para potenciar nuestro impacto positivo, cuidando a las personas y al planeta.
(*) Lic. en gerenciamiento ambiental, especialista en sustentabilidad y consultora B (@unaovejaverde)
(Télam)