(Por Prof. Fernando “Cocó” Maineri)
Generalmente cuando hablamos de las ventajas del ejercicio físico, nos referimos a esas que están relacionadas a la salud física, tales como la prevención de la obesidad y sus consecuencias, presión alta, diabetes y algunos tipos de cáncer, problemas articulares, musculares, hormonales, dejando casi siempre de lado las ventajas directas que tiene sobre la salud mental, especialmente, la ansiedad, el estrés y la depresión.
También puede ayudar a fortalecer nuestro cerebro, aumentando el número de células cerebrales.
Es necesario entender que para que un plan de entrenamiento, ejercicio físico tenga un rol fundamental en la salud, se recomienda hacer entre 20 y 30 minutos diarios de actividad, por lo menos de moderada intensidad. Tratar de elegir algo que nos agrade, nos resulte placentero y dedicarle este tiempo, también otra opción es ir variando en cuanto al tipo de actividad a realizar, caminatas, marcha aeróbica, bicicleta, natación, algún tipo de deporte, individual o colectivo, gimnasio, resistencia, fuerza, coordinación, etc.…
El ejercicio físico no solo es capaz de mejorar intensamente el estado de ánimo en todos aquellos que lo practican, sino que lo hace más profundo en personas que padecen altos niveles de ansiedad y depresión. Además, se ha visto que esa acción beneficiosa del ejercicio es inmediata. Por eso es tan importante que aquellas pacientes que tengan un tratamiento terapéutico con psicólogos o psiquiatras realicen actividad física para regular el estado de ansiedad y depresión.
Con respecto al mecanismo por el cual el ejercicio puede ayudar a conseguir esos efectos psicológicos beneficiosos, se piensa que sea a través de la secreción de endorfinas cerebrales y sustancias que mejoran el estado de ánimo de los seres humanos. Hay estudios que aseguran que el ejercicio aumenta el tamaño del hipocampo, una zona cerebral responsable de la memoria, alterada en personas con demencia y que normalmente disminuye con la edad.
Con respecto a la intensidad del ejercicio, una forma simple y eficaz de medirla es, que podamos conversar fluidamente, el no poder conversar indica que la intensidad del ejercicio es alta.
Con respecto al tipo de actividad: lo primero que sea del agrado, comenzar muy progresivamente con aeróbico, que nos permita aumentar el flujo circulatorio e incrementar la frecuencia respiratoria, activando la mayor cantidad de músculos posibles y los grandes grupos musculares.
El cuerpo no se mueve por acción de un musculo, sino por la sincronización de varios de ellos juntos con diferentes palancas, articulaciones, lo que se denomina cadenas musculares. Lo ideal es realizar ejercicios, movimientos, lo más parecidos a los de la vida cotidiana, con diferentes grados de dificultad.