El seminarista Ariel Palanga recibirá el diaconado el 9 de marzo a las 19 en la Iglesia Catedral de Nueve de Julio. Durante la ceremonia recibirá la sagrada ordenación a través de la imposición de manos del obispo, Monseñor Ariel Torrado Mosconi.
Ariel Palanga, era un estudiante laico común, entre miles, que cursaba su tercer año de ingeniería Química en la Universidad de Buenos Aires. Sus días transcurrían provistos con todo lo necesario para sentirse una persona feliz: trabajaba, salía con amigos, tenía una familia y comodidad económica. Parecía disfrutarlo todo, sin embargo, no lo sentía así. “Me faltaba algo. No tenía esa felicidad plena que uno espera y, en una tarde de abril, alrededor de las cuatro de la tarde, comencé a cuestionármelo todo… Y lo decidí”, asegura el joven seminarista de 33 años, oriundo de Tres Algarrobos (Carlos Tejedor).
Justamente fue ese momento que, con apenas 22 años, sintió el llamado de Dios a la vida sacerdotal y decidió dar un giro de 180 grados. “Fue el instante de mayor paz y alegría que sentí en toda mi vida. Me sentí realmente pleno… Si debiera compararlo con algo, supongo que debe ser similar o igual a lo que siente una madre en el instante de recibir a su niño recién nacido”.
El joven seminarista asegura que el despertar “en el camino hacia una vocación” no se sucede de un día para el otro. “Son cuestiones acumulativas, como pequeñas migajas que en el camino…”. Reconoce que, desde niño, siempre fue un católico practicante e, incluso, luego de confirmarme, formó parte de un grupo de perseverancia que acompañaba a los niños que terminaban la comunión. Sin embargo, cuando se fue a estudiar a Capital Federal había dejado toda actividad relacionada con la vida de fe.
Fue entonces que justamente en aquella tarde de abril decidió ingresar al seminario en el partido de Mercedes, en donde su formación pasó abruptamente del exacto mundo de las químicas, físicas y matemáticas, para volcarse al mundo siempre indeterminado de las humanidades con la filosofía y la teología. Un vuelco radical y todo un caso…¿excepcional?. Ariel asevera que no. “Sí es cierto, hay que desestructurar la cabeza para estudiar. De hacer cuentas a diario hay que pasar a comprender textos…Pero no soy el único caso. Entre los seminaristas, hay dos más que estudiaban una ingeniería. También tenemos un compañero de la diócesis de Bahía Blanca que era farmacéutico y hasta el mismo Papa Francisco se diplomó como técnico químico”.
Ariel adjudica la causa de estos vuelcos radicales a la siempre conflictiva (y ancestral) relación entre la fe y la razón: “Hay muchos interrogantes que las ciencias no terminan de responder y eso hace que muchos hombres nos cuestionemos más algunas cosas y encontremos las respuestas en este lugar… La fe y la razón fueron al principio una unidad. Luego se disociaron para volver a unirse. Y hoy, nos estamos dando cuenta de que no existe el abismo que se creía entre ellas. Una y otra nos dan respuestas, a veces distintas, pero nunca contradictorias”.
Con la convicción de que “cuando se encuentra el camino que Dios tiene planeado para uno, uno siente felicidad plena”, Ariel espera con ansiedad el próximo 9 de marzo a las 19 horas en que será ordenado como diácono, un paso intermedio hacia el sacerdocio y cuyo objetivo principal es el servicio de la caridad, entendida como servicio a los hermanos más necesitados de la sociedad. ¿Qué es lo que espera de su nueva forma de vida? El lo resume así: “Quiero servir a los demás, tanto ahora desde el diaconado como mañana desde el sacerdocio… Quiero ser un servidor solicito del pueblo en el Altar, servidor de la Palabra y de los hermanos en todas sus necesidades. Quiero ser signo visible del amor de Dios en nuestra comunidad”.
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