(Por David Barresi)
Buena parte de la intención de aquella iniciativa ambiental se refleja hoy en la investigación que lleva a cabo el Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable (INEDES),1 a través de la cual se busca analizar la calidad del agua y la aptitud ecológica del río Luján con el objetivo de construir criterios para realizar monitoreos en los ríos de la Provincia, que contemplen tanto el punto de vista químico, como el biológico y la calidad ribereña.
El estudio forma parte de la convocatoria “Ideas Proyecto 2021”, impulsada y financiada por la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la Provincia de Buenos Aires, dependiente del Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica bonaerense.
Los índices y resultados que arroje la investigación pueden permitir -además de establecer un diagnóstico espacial y temporal del río- la definición de límites en términos de carga de vertidos para sus diferentes tramos.
Las huellas en los bioindicadores
Uno de los puntos fuertes del estudio es el análisis de bioindicadores como algas e invertebrados, que al vivir en la cuenca del río, brindan información acerca de la historia previa del lugar en relación con la contaminación. Es decir, si a través de las variables químicas es posible obtener una foto, que determina una variación puntual del agua en un lugar y momento determinados; con el estudio de los bioindicadores se puede ver la película.
“En una situación donde hay una industria que está vertiendo desechos o una ciudad que está liberando sus efluentes cloacales sin un tratamiento adecuado, todo esto queda de algún modo registrado en los organismos, por el tipo de éstos que sobreviven, la manera en que se desarrollan y cuánto queda registrado”, explicó el doctor en Ciencias Naturales Adonis Giorgi, quien lidera la investigación.
“Los invertebrados te dan información de tres meses para atrás, mientras que las algas de un mes. Es importante complementar entre información biológica y química, no es que una cosa reemplaza a la otra. La idea que tenemos es analizar todos los métodos que hay para bioindicadores, y ver cuáles serían los más simples para recomendar a organismos provinciales, municipales y organismos de control”.
Como en general los parámetros que se usan para el control de los ríos son químicos, los índices para monitoreos de este tipo ya se encuentran establecidos tanto en los organismos de control como en las legislaciones nacionales o provinciales. Pero en lo referido a los elementos biológicos, no hay parámetros estandarizados en Argentina, como sí existen en otros países de Latinoamérica o Europa. Este estudio podría empezar a resolver ese problema que afecta directamente la posibilidad de hacer un análisis más certero de la calidad de los cursos de agua.
“Lo que buscamos es que sea una información que sirva para cuantificar. Y si bien esto todavía no está explicitado en las leyes, se está trabajando para incorporarlo en una legislación a nivel nacional en principio”, afirmó el investigador.
El otro elemento novedoso de la investigación es la búsqueda de construir y aplicar un índice adecuado para el monitoreo de la calidad de ribera de la zona. “Esto en general no se considera una parte del río, pero sí lo es porque está en contacto con el mismo”, aseguró. Las riberas sirven como área de amortiguación, retención o producción de contaminantes por lo que en gran parte determinan la calidad del agua.
“Evita que entren muchos contaminantes por escorrentía. Por ejemplo, cuando llueve y se lava un campo a veces entran pesticidas u otros elementos, pero si hay un área de ribera adecuada ésta sirve de zona de amortiguación y ayuda mucho a mantener la calidad del agua”, detalló y agregó: “Una de las cosas que pretendemos es construir una herramienta que sirva para hacer un control rápido del estado de la ribera, que puedan utilizar organismos de control, la Provincia y los municipios”.
Diez puntos en simultáneo
Como las variables a medir en este estudio cambian estacionalmente, el análisis se realiza en cuatro momentos distintos del año. En total se analizan 10 puntos distintos del río, en una misma franja horaria y durante un mismo día. En ese sentido, la investigación ya se encuentra avanzada: se realizaron tres muestreos y en noviembre se realizará el último.
Esta vez se agregarán, a pedido del municipio de Luján, cuatro puntos más: “Es para aumentar el foco en un sector más cercano a la ciudad, vamos a intentar poner la lupa en algunos lugares para analizar si esto también sirve en una escala de más precisión”.
“Con el Río Luján, la ventaja que existe a la hora de realizar los muestreos es que tenemos distintas situaciones a lo largo del recorrido. Nos parecía interesante partir desde acá para desarrollar un esquema de bioindicadores que sirva para ser utilizado en el control de diversos ríos de llanura de la Provincia, que tienen características similares”, remarcó Giorgi.
La cuenca del Río Luján tiene una superficie de 3.401 km2, mientras que el río tiene una longitud aproximada de 128 km y atraviesa los partidos de Campana, Chacabuco, Escobar, Exaltación de La Cruz, Gral. Rodríguez, José C. Paz, Luján, Malvinas Argentinas, Mercedes, Moreno, Pilar, San Andrés de Giles, San Fernando, Suipacha y Tigre.
Los resultados de este proyecto permitirán construir indicadores precisos de cada tramo del río a lo largo de los partidos que atraviesa. Esto posibilitará detectar si existen lugares en donde hay excesos en vuelcos industriales, problemas de contaminación difusa (aquella que proviene de los cultivos) o de otro tipo.