(Por Lic. Magdalena Maineri)
Muchas veces, nos cuesta entender cómo algunos malestares o problemas físicos están directamente relacionados con nuestro sentir emocional/mental.
¿Se puede pensar que a veces la depresión o ansiedad, afectan/alteran el apetito? Si! Y la respuesta es que la ansiedad o el estrés llevan a la liberación de hormonas, que muchas veces, generan desequilibrios en lo que tiene que ver a nuestro peso, como así también el debilitamiento inmune, lo que nos hace más propenso a contraer alguna enfermedad, e incluso alteración en nuestro descanso.
El malestar emocional, podemos relacionarlo con síntomas gastrointestinales (nauseas, sensación de llenura, imposibilidad para digerir alimentos, gastritis, distensión abdominal o estreñimiento).
Esas dificultades gastrointestinales, hacen que la persona cambie su relación con la comida, empezando a evitar ciertos alimentos, sintiéndose frustrado consigo mismo cada vez que tiene que comer.
Mantener un estado de cansancio hace que no tengamos ganas de cocinar, evitando así salteos en las comidas, o por el contrario, el exceso de comida chatarra. Lo que da como resultado una pérdida de nutrientes que disminuye la energía, y nos hace sentir fatigados y desmotivados.
Solemos creer que cuando tenemos algún dolor corporal, necesariamente se trata de una enfermedad biológica. Lo que nos lleva a consultar con un médico. Sería interesante, que además de buscar la solución al malestar, nos preguntemos cuál puede ser la causa de dicho problema. Sorprendería saber que muchos de nuestros conflictos, empiezan por una situación emocional que desequilibra nuestra salud mental.
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