Cada vez que hay una inundación nos vemos sometidos a escuchar y leer cantidad de opiniones, en la mayoría de los casos se buscan culpables de la situación (para variar), que lo único que logran es un efecto mediático momentáneo que muy lejos esta de tratar el tema con la seriedad que merece.
Afirmar que las inundaciones están producidas por el cambio en el uso del suelo es como decir que las torres gemelas cayeron porque tenían estructura de metal y el calor las hizo colapsar… ¿es verdad? Si, es verdad, también es verdad que colapsaron porque antes de eso se estrellaron dos aviones en ellas. Con las inundaciones pasa lo mismo ya que es un fenómeno multicausal donde el monocultivo de soja es solo un factor más.
El cambio climático, la falta de obras, la expansión urbana sin planificación, los canales clandestinos, la falta de arboles y también el monocultivo de soja entre otros son las causales de inundación. Podemos dedicar páginas enteras a cada uno de los puntos mencionados. Lamentablemente casi nadie habla integralmente del tema y mucho menos en el ámbito político ya que si analizamos los causales, nos inundamos sencillamente porque NO HAY POLITICA DE ESTADO.
El saqueo de los recursos estatales y la falta de un plan de gestión integral amparado bajo una legislación que entienda que el sistema es un todo y no como es actualmente donde la ley permite que las provincias se despedacen entre ellas es el eje donde se debería hacer foco. El último intento de tener una Ley Nacional de Gestión Ambiental del Agua fue en el año 2002 que quedo invalidada después de que Mendoza planteara su inconstitucionalidad en la Corte Suprema de Justicia aduciendo que se legislaba sobre los derechos federales de las provincias en el manejo de sus recursos. Desde entonces duermen en los cajones varias iniciativas. Con la reforma de la Constitución Nacional de 1994 se introduce una disposición relativa al dominio de los recursos naturales (Art. 124). Se establece que “corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio”. Los estados provinciales conservan todo el poder no delegado al Gobierno Federal, así como aquel que se hubiesen reservado por medio de pactos especiales. El Federalismo que se le quiso dar a las provincias en esta reforma se termina convirtiendo en Anarquismo, como decía siempre un amigo conocedor del tema ¨junto con la inundación viene la anarquía del agua¨. En el sálvese quien pueda todo vale, desde tapar una alcantarilla y hacer un terraplén hasta ejecutar canales clandestinos con el guiño de las autoridades hidráulicas y municipales, con tal de que los que gritan se dejen de joder.
Inundación tras inundación vemos desfilar funcionarios, en el mejor de los casos, anunciando medidas como créditos blandos, prorroga para el pago de impuestos, obras de limpieza de canales obsoletos, funcionamiento de los comité de cuencas y un sinfín de medidas que se ajustan a las necesidades de un estado que carece de visón de largo plazo.
Pasaron 133 años desde que Florentino Ameghino escribió ¨Las Secas y Las inundaciones en la Provincia de Buenos Aires¨ (1884), 133 años donde al parecer, nadie ha tomado muy en serio al pobre Ameghino. Tenemos los técnicos, tenemos los recursos, tenemos la información, solo falta la decisión política.
Un informe del Banco Mundial consideró que las inundaciones son el mayor desastre natural que amenaza Argentina, parece que estamos tan acostumbrados que no tomamos real dimensión del problema ni de los miles de dólares que año tras año se lleva.
Como en tantos otros temas, las inundaciones no son la excepción, la posibilidad de empezar a cambiar la forma en que se aborda el tema e ir en busca de soluciones sustentables en el tiempo, va a estar ligada al compromiso de cada uno de los ciudadanos afectados y preocupados… a ponerse en movimiento, el agua no perdona.