(Por Marina Suárez, Técnica en criminalística y criminología)
De alguna manera, por medio de estas líneas, se analiza el comportamiento humano en determinadas circunstancias. No para justificar sino para entender, ya que cada contexto social es diferente de acuerdo también al momento sociohistórico, cada persona va construyendo vínculos y adoptando lo que le enseñan.
(…)En la vida anímica individual aparece integrado siempre, efectivamente, “el otro”, como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado. “Y añade:
“las relaciones del individuo con sus padres y hermanos, con la persona objeto de su amor y con su médico, esto es, todas aquellas que hasta ahora han sido objeto de la investigación psicoanalítica, pueden aspirar a ser consideradas como fenómenos sociales, situándose entonces en oposición a ciertos otros procesos, denominados por nosotros narcisistas, en los que la satisfacción de los instintos elude la influencia de otras personas o prescinde de estas en absoluto. De este modo, la oposición entre actos anímicos sociales y narcisistas-Bleuler diría quizás autísticos- cae dentro de la psicología individual y no justifica una diferenciación entre esta y la psicología social o colectiva.
(…) ahora bien: al hablar de psicología social o colectiva se acostumbra prescindir de estas relaciones, tomando solamente como objeto de la investigación la influencia simultanea ejercida sobre el individuo por un gran número de personas a las que le unen ciertos lazos, pero que fuera de esto pueden serle ajenas desde muchos otros puntos de vista. Así pues, la psicología colectiva considera al individuo como miembro de una tribu, de un pueblo, de una casta, de una clase social o de una institución o como elemento de una multitud humana, que en un momento dado y con un determinado fin se organiza en una masa o colectividad.”
En consecuencia Freud plantea aquí la insuficiencia del factor numérico como desencadenante del instinto social ya que este no es primario ni irreductible, y además, puede ser observado en sus comienzos en pequeños grupos como la familia. Se trata, por tanto de “explicar el hecho sorprendente de que en determinadas circunstancias, nacidas de su incorporación a una multitud humana que ha adquirido el carácter de “masa Psicológica”, aquel mismo individuo al que ha logrado hacer inteligible, piense, sienta y obre de un modo absolutamente inesperado.
Conclusión que me parece importante, nada justifica las conductas disruptivas, pero de esta manera podemos entender porque suceden las mismas, que puede ocurrir, como se generaron las mismas, para poder prevenir cualquier tipo de violencia o conductas desviadas donde muchos pueden quedar dañados. Por otro lado analizar las circunstancias para la atención correcta de aquellas personas que sufren daños. Es importante prevenir para que, quien fue víctima, no se convierta en victimario.