La discusión política de la semana por la ley de Ganancias fue sin dudas la primera, desde la asunción de Mauricio Macri donde salieron a flote todas las miserias políticas, propias y ajenas.
Cada uno tiene su opinión con respecto a si está bien o mal que los trabajadores paguen ganancias, si está de acuerdo o no con la controvertida ley que tuvo media sanción en el Congreso Nacional, pero no es sobre el proyecto en si mismo sobre lo que quiero escribir ni tampoco sobre los números que además no son mi especialidad.
Durante toda la semana vimos transitar por todos los programas de televisión y radio a cuanto economista existe tratando de explicar las mil y una razones por la cual deberíamos estar de un lado o del otro sin contemplar que la mayoría de los argentinos no está de ningún lado sino en el medio de un montón de batallas que le son ajenas. El día a día de los ciudadanos de a pie está lejos de pagar ganancias, con una inflación que va cerrando el año arriba del 40% los argentinos nos recibimos de economistas para llegar a fin de mes. La mitad de los más de 16 millones de ocupados gana menos de $ 8.000, mientras el ingreso promedio es de $ 10.771. Y si se considera el total de hogares donde confluyen uno, dos o más de tres ingresos, en la mitad de esas familias ingresan menos de $ 14.000 mensuales y son cifras publicadas por organismos oficiales. Ni hablar de los jubilados que siguen con una mínima de $ 5.287 pero esto no parece estar en ningún debate de la magnitud del que vivimos esta semana.
Seguimos el minuto a minuto, los noticieros nos mostraron una Ciudad de Buenos Aires que parecía tierra de nadie con cortes y piquetes por todos lados, por acá, más humilde lo nuestro, sin manifestación pero sin presión de agua para regar los tomates que nos achucharra el sol y parando la oreja cada vez que sonaba la sirena de los bomberos que varias veces al día salieron por culpa de algunos despreparados que no saben que lo amarillo al costado de la ruta es trigo seco que ante la menor chispa se incendia. Como decía, seguíamos mirando los acontecimientos y nos tocó ver al ex ministro de economía defender un proyecto que hasta hace un año se negaba a tratar, a un presidente enojado que lejos de pacificar se despachó bien tempranito con un sermón al mejor estilo CFK, después se les tiró el paquete a los gobernadores siguiendo el manual político argento de que la billetera alínea todas las voluntades. Massa que por la proximidad de Papá Noel le dió por escribir una carta, y el jefe de la bancada del Frente para la Victoria, el senador Pichetto llamando al diálogo como el gran conciliador para demostrarnos que ellos también dialogan, aunque se les olvidó por unos… 12 años.
Cuando el congreso funciona a favor del oficialismo se llama democracia y cuando le toca sufrir un revés es irresponsabilidad? El cambio, entre otras cosas, se trataba de que el congreso deje de ser una escribanía, bueno se ve que funcionó pero… a Cambiemos eso no les gustó tanto ahora que le toca gobernar
Parece todo un gran chiste pero no lo es. Una vez más quedamos al borde de caernos en una grieta que parece estar muy lejos de aquellas promesas de campaña donde se decía que venía el cambio que iba a unir a los argentinos. Grieta que retroalimentamos defendiendo o atacando cualquier cosa que se nos presenta con tal de reafirmar de qué lado estamos. Como si el país fuese un River-Boca eterno.
Hace poco se cumplieron 33 años de democracia, esa que llegó de la mano de un Raúl Alfonsín que nos decía ¨ Proponerse convencer sólo tiene sentido si estamos dispuestos también a que otros nos puedan convencer a nosotros, si aseguramos la libertad y la tolerancia entre los argentinos. Proclamamos estas ideas no sólo porque nos parecen mejores, sino –y sobre todo– porque sabemos que constituyen el único método para que los argentinos nos pongamos a construir de una vez por todas nuestro futuro. Esto es, simplemente, la democracia. No habrá radicales ni antirradicales, ni peronistas ni antiperonistas¨.
Tal vez este sea un buen momento para reflexionar y preguntarnos cuales son las cosas que realmente queremos discutir y si es de ganancias que sea, pero con el respeto que todos nos merecemos.